Trasversales
David Hammerstein
El clima en el ojo del huracán

revista Iniciativa Socialista 77, otoño 2005. David Hammerstein es eurodiputado, miembro del Grupo verde del Parlamento Europeo

En una semana en la que el Parlamento europeo inició sus debates con el tema de las catástrofes naturales que han asolado Europa y el mundo en los últimos meses, me parece más que necesario hacer otro análisis del huracán Katrina. El desastre no ha sido sólo “natural”. Detrás de éste se encuentran actuaciones muy humanas que han empeorado la magnitud de la tragedia.
Y es que los hechos hablan por sí solos. En las últimas décadas el entorno de Nueva Orleáns en Luisiana ha perdido más de 3.000 kilómetros cuadrados de zona húmeda. Mucha de esta desaparecida área pantanosa se encontraba al sur de Nueva Orleáns, esta erosión de suelo ha acercado la ciudad cada vez más al Golfo de Méjico y, en consecuencia, al huracán destructor llamado Katrina.
Las causas de este proceso de erosión al que se ha visto sometido el gran delta del Missisipí han sido múltiples: las explotaciones petrolíferas, la tala masiva de los bosques costeros, la expansión urbanística y las grandes obras hidrográficas de la zona, todo combinado con el hundimiento del nivel de suelo y la subida del nivel del mar provocado por movimientos de fallas geológicas.
Durante años la costa se ha erosionado a pesar de las denuncias de científicos y ecologistas que exigían la restauración de los ecosistemas costeros por su importancia vital como hábitats para peces y otras especies marinas, una gran diversidad de plantas, aves migratorias y para la defensa de las ciudades como Nueva Orleáns al actuar como un amortiguador de las tormentas tropicales.
La rehabilitación de la ciudad después de la catástrofe no puede limitarse a obras de infraestructuras como presas, alcantarillado y viviendas. Se debería incluir unas iniciativas de restauración integral de estuarios, zonas pantanosas, bosques costeros y dunas.
Además, aunque el cambio climático en sí no provoca los huracanes, según numerosos estudios sí incrementa su violencia. Estas investigaciones científicas constatan cómo la continua subida de la temperatura de la superficie del mar ha doblado la intensidad de las tormentas tropicales durante los últimos 30 años.
Sin duda alguna, podemos afirmar que el maltrato de los ecosistemas y de la atmósfera ha influido poderosamente como factor en esta tragedia tanto “natural” como “humana”.

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