Trasversales
Armando Montes

El error de ERC

Revista Trasversales versión electrónica, abril  2006

Pese a mi repudio a la constante satanización de ERC, creo obligado expresar una crítica firme a la disparatada manera de recoger fondos que han elegido.
Voy a aceptar de entrada que, efectivamente, sólo pedían una contribución económica a los "cargos de confianza", y que si la carta a llegado a más personas se ha tratado de un error, muy grave por cierto.
Pues bien, eso es también inadmisible. No puede confundirse partido y gobierno.
En primer lugar, los ciudadanos de Catalunya tiene todo el derecho a exigir que los criterios para los nombramientos de cargos de confianza en la Generalitat se atengan a la capacidad para una adecuada gestión en el marco del proyecto político de gobierno. Sería inadmisible que una persona plenamente capacitada para un cargo fuese excluida por no querer pagar a ERC, dando paso a otra persona menos idónea pero más "cotizante".
En segundo lugar, los cargos de confianza, sea cuál sea su responsable inmediato, no son designados por tal o cual partido, sino por la Generalitat, coalición de tres partidos que forma el Gobierno de todos los catalanes. Una cosa es que las diferentes "carteras" de la Generalitat recaigan en miembros de tal o cual partido, y otra muy distinta que la afiliación política de tal o cual conseller marque piramidalmente al área que encabece, viéndola como una especie de extensión de la estrucutura partidaria. Se vea como se vea, los "cargos de confianza" no son cargos de ERC, PSC o IC, sino cargos de la Generalitat.
Si quiere, establezca ERC en sus estatutos una cuota mínima de, por ejemplo, el 15% de los ingresos de sus afiliados, o lo que éstos decidan en Congreso. Expulse a quien no la pague si quiere. Pero no confundan Partido, Gobierno y Generalitat.
No es admisible que un partido del gobierno reclame retribución a cambio de nombramientos. Alguien debe dimitir. El Estatut ha salido bastante bien, pero tres o cuatro disparates de éstos pueden dinaminar una experiencia de gobierno progresista.
POSDATA, unos días después: pese a mi simpatía por el tripartito catalán, hay cosas ante las que no cabe callarse: la mentrada de Vendrell en el tripartito tras su remodelación es un descomunal error de Maragall, de muy graves consecuencias y muy dañino para la izquierda catalana y española. ¿Dónde ha quedado el sentido común y el sentido de la decencia?

Trasversales