Trasversales
Miquel Monserrat

Rajoy, demasiado lejos


Revista Trasversales versión electrónica, junio  2006

El PP ha cruzado la frontera. La brutal acusación de que el proyecto del Gobierno es el proyecto de ETA ha resultado ser la avanzadilla para la definitiva ruptura del PP con el proceso abierto hacia un posible fin del terrorismo etarra.

Es cínico. Lo hecho por el Gobierno en cuanto a apertura de vías de contacto con el entorno de ETA, con el respaldo de todos los grupos parlamentarios menos el PP, no es ni el 10% de lo que hizo Aznar cuando el cese definitivo de la violencia era mucho más improbable que ahora.

Lo más grave es que, tras tan espectacular ruptura, los líderes del PP podrían llegar a pensar que el éxito de este proceso no sería ya una victoria común contra el terrorismo, sino una catástrofe política para ellos, lo que les puede llevar a empecinarse en poner trabas e incrementar las dificultades que de por sí tiene ya un proceso en el que una de las partes implicadas sigue siendo una banda de asesinos de lo que no hay que fiarse, aunque estén en tregua.

Dolorosa la imagen de varias víctimas del terrorismo abandonando el Congreso mientras Zapatero hablaba. Su furia es respetable y compartible, pero eso no les da la razón en todo lo que hagan. Es comprensible que una parte de las víctimas rechacen la idea de cualquier contacto con ETA, como lo era que, en la transición, a muchos nos indignase que ministros de Franco y líderes del Movimiento nacional no fuesen a juicio, sino al Parlamento y al gobierno, y que conocidos torturadores siguiesen en las comisarias. Pero a la indignación y a la razón ética, imprescindibles, debe sumarse la valoración de las consecuencias de aquello que hagamos.
Una vez que Alcaraz, presidente de la AVT, abrió la puerta al calificar a Pablo Broseta, tanto o más víctima que él, de "candidato del Gobierno",  creo que podemos atrevernos a decir lo que por respeto callábamos: la política de Alcaraz es la política del Partido Popular. Lo que es plenamente legítimo como opinión de una parte de las víctimas, que debe ser escuchada y tomada en cuenta, pero no es "la voz de las víctimas", pues ésta es plural.

La política para poner fin a ETA es cosa de todas y todos, aunque sin olvidar que si hemos llegado hasta aquí no es por una repentina inspiración pacifista en ETA y su entorno, sino, ante todo, por el coraje personal y político de quienes se han movilizado contra el terror, muchas veces sin que les hayamos dado el respaldo que merecían. Gracias por ello, sea cual sea su opinión actual.


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