Trasversales
Armando Montes

Un "antiprohibicionismo" de pacotilla

Revista Trasversales número 3,  verano 2006, versión electrónica



Proliferan nuevos "antiprohibicionistas". Hasta ahora, antiprohibicionistas éramos quienes, sin ignorar la necesidad de leyes y prohibiciones, rechazábamos toda interferencia del Estado o de los clérigos en lo que sólo afecta a lo vida de cada cual, sin dañar los derechos de los demás. Quienes creíamos y creemos que toda persona tiene derecho a consumir las sustancias psicoactivas que desee y que la responsabilidad del Estado es garantizar una información adecuada y un control de calidad para que nadie sea víctima de los envenenamientos que hoy son disfrazados como "sobredosis". Quienes defendemos la libertad sexual, las relaciones sexuales libres entre personas libres, sin que medie abuso de poder (como el abuso del poder paterno, origen de la mayor parte de los casos de abusos de menores), violencia, sometimiento, chantaje. Quienes reclamamos el derecho a elegir el momento de nuestra muerte, si ésta no llega antes…

Los nuevos "antiprohibicionistas", por el contrario, abominan contra la prohibición de fumar en los centros de trabajo o contra el carnet por puntos. ¿Por qué no puedo fumar en el trabajo?, ¿por qué no puedo ir a 200 kilómetros por hora? La respuesta es simple: es peligroso para los demás.

Cuando alguien bebe alcohol no fuerza a nadie a hacerlo y cuando alguien consume heroína asunto suyo es. Pero el humo del tabaco se propaga. Esa es la diferencia. Prohibir consumir tabaco, alcohol o heroína es autoritario y antiliberal, pero obligar a hacerlo también lo es.

Violar ciertas normas de tráfico pone en peligro la vida de los demás. Razón más que suficiente para medidas tajantes contra la irresponsabilidad criminal. "Casi nunca pasa nada", pero cuando pasa, mata. Si mi calle es poco concurrida, es posible que si lanzo ladrillos a ciegas por la ventana "casi nunca" descalabre a nadie, pero más pronto o más tarde mataré a alguien, y seré culpable de ello.

Indigna ver al consejero de justicia e interior de la Comunidad de Madrid protestar por la "discriminación" que sufrirían los ciudadanos de Madrid por estar el Ayuntamiento de la capital conectado a la red informática que gestiona los puntos, mientras que muchas otras ciudades aún están desconectadas. Ese es el lenguaje de los transgresores y de los que defienden la "ley de sus cojones". Discriminados estarían los ciudadanos de todos aquellos municipios en los que aún pudieran circular con plena impunidad esos "locos del volante" que al subirse al coche olvidan que están utilizando una máquina capaz de matar si es mal utilizada. El carnet por puntos no limita derechos: los amplia.

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