Trasversales
Adam Keller

Protestas en Israel

Revista Trasversales,  verano 2006, versión electrónica.  Adam Keller es editor de la revista The Other Israel. Texto difundido el 13 de julio 2006



"Los ministros aprueban varios planes y líneas de actuación propuestas por el Estado Mayor". Ese era el escueto informe emitido por la radio respecto a la  reunión del gabinete mantenida ayer por la noche.
Por la mañana, los periódicos de amplia circulación, Yediot Aharonot y Ma'ariv, tradujeron esto en grandes titulares: el GOBIERNO DECLARA LA GUERRA. Titulares que iban acompañados de editoriales y comentarios patrioteros. Solamente el liberal Ha'aretz se había atrevido a disentir, en un cauteloso editorial conciliador, "Digamos 'No' a la segunda guerra del Líbano"). Considerado aisladamente, el ataque de Hizbollah a la patrulla israelí, con la consiguiente muerte o captura de soldados, sería de hecho "una agresión no provocada". Pero sin la carnicería diaria que tiene lugar en Gaza ante las narices de una comunidad internacional indiferente, es muy poco probable que Hizbollah hubiese hecho algo así. Y el actual conflicto de Gaza no habría comenzado sin el precedente de varios meses con asesinatos diarios en Cisjordania y del totalmente unilateral boicot internacional al gobierno palestino electo y a todo el pueblo palestino. La única esperanza: que ahora el mundo sea un poco más sabio y no permita que la conflagración se extienda.

El siguiente boletín de noticias radiofónico informó ya de la inutilización del Aeropuerto internacional de Beirut y de la muerte de 27 libaneses -incluyendo doce miembros de una misma familia-, número que iría creciendo a lo largo del día, y también del asesinato de una mujer israelí en la ciudad norteña de Nahariya, caso que,  naturalmente, recibió mucha más atención que las muertes "enemigas". El considerable peaje de muerte pagado por los palestinos en Gaza, incluyendo también una familia entera (padre, madre y cinco niños), quedó totalmente en segundo plano… guerra de ayer, matanza de ayer.

Y entonces encontramos entre los correos electrónicos recibidos uno durante la noche por un grupo de los jóvenes de Jerusalén, incitando a todos nuestros grupos a ponernos en acción y participar en una protesta inmediata:
¡Concentración ante el ministerio de defensa, hoy a las 6 P.M.!
Las lluvias de verano traen un diluvio de sangre
Negociaciones para intercambio de prisioneros, ya
Alto a la matanza, alto a la guerra
Por el fin de la ocupación
En esta concentración pediremos al Gobierno el fin de la escalada y de las ofensivas militares, y la realización de negociaciones que conduzcan a un verdadero cambio político. El gobierno ha elegido utilizar una fuerza militar cruel y el castigo colectivo contra las poblaciones civiles de Gaza y del Líbano para presionar  a los captores de soldados israelíes. Eso es criminal y bordea el crimen de guerra, pero además esta política no servirá para lograr el retorno de los cautivos o calmar efectivamente la situación.
Los últimos acontecimientos de Gaza y Líbano se relacionan directamente con la campaña del gobierno de Israel contra el liderazgo elegido por el pueblo palestino. Esta política cierra cualquier ocasión para crear un canal de comunicaciones y abrir negociaciones diplomáticas con nuestros vecinos, y deja todo el escenario a quienes desean una lucha interminable. La única verdadera solución es iniciar negociaciones para poner fin al conflicto.


Y así, aunque durante todo el día escuchábamos noticias sobre la escalada de ataques y contraataques, con el consiguiente derramamiento de sangre, ahora por lo menos teníamos algo concreto que hacer: preparar carteles y pancartas, avisar por teléfono y reenviar el mensaje, colocarle en foros de discusión relevantes en Internet...
De esa manera, sólo unos horas después del comienzo del ataque contra el Líbano, 200 activistas por la paz estábamos ya protestando ante el ministerio de Defensa.
"1-2-3-4, no queremos esta maldita guerra", gritaban los manifestantes, miembros de varias organizaciones, jóvenes codo a codo con veteranos.
Otros lemas, traducidos del hebreo, venían a decir algo así como:
"Artillería y Qassams, la ocupación es mala para todos"
"Peretz prometió educación y pensiones, pero sólo tenemos tanques y cadáveres"
"Judíos y árabes, no somos enemigos"
"Canje de prisioneros de guerra, los soldados a casa"
"Peretz, Peretz, ministro de Defensa, hoy has matado siete niños"
Los cantos de "Paz sí, ocupación no", "Paz sí, invasión no", "Paz sí, bombas no", fueron acompañados de un rítmico golpeteo sobre la cerca metálica que había sido colocada en la calle por los responsables de obras públicas, y que resulto ser un excelente e improvisado tambor.
Algunos de los participantes más veteranos comenzaron a cantar la clásica canción de protesta contra la guerra de Líbano: "Bajaremos del avión, tomaremos el Líbano, lucharemos por Sharon y volveremos en un ataúd".
El problema era que ni "Olmert" ni "Peretz" encajaban en la rima, pero fue solucionado fácilmente, con el comentario de un manifestante: "de todos modos, ambos apenas son más que copias de Sharon".

La reacción de los transeúntes era mucho menos hostil de lo que esperábamos. Algunos conductores nos maldecían, pero muchos nos apoyaban tocando la bocina. La mayoría de los conductores parecían inclinarse hacia el fatalismo.
El despliegue policial fue muy superior al habitual, incluyendo una unidad antidisturbios. Al parecer, temían que los manifestantes jóvenes cortasen el tráfico.
"Un 1982, cuando nos manifestamos el primer día de la guerra, no lejos de aquí, la policía se lanzó contra nosotros en cuanto desplegamos las pancartas, así que esto es un avance", dijo uno de los veteranos. La comparación nos dio algunos ánimos en un día triste, considerando que durante la invasión de Líbano por Ariel Sharon hace 24 años la protesta proliferó rápidamente llegando a ser diez mil tras algunas semanas dentro de algunas semanas a diez millares, y alcanzando aquellos legendarios 400.000 manifestantes tres meses después. Pero eso ocurrió después de las masacres de Sabra y Chatila.

Mientras tanto, algunos participantes hablaron de sus preocupaciones personales. "Los misiles cayeron cerca de donde vive mi hija en el norte. Le sugerí venir con sus niños a Tel-Aviv hasta que las cosas se calmen allí, pero no quiere, dice que vive en un  pequeño lugar que nadie pensará bombardear. Claro, nadie apuntará a ese lugar, pero pueden ocurrir accidentes, estoy muy preocupada", dijo una mujer de cabellos canos, que alzaba un cartel que decía "Parad esta maldita guerra".

Más tarde, en medio de la comodidad relativa que nos daba estar junto a nuestros compañeros de acción, en un colmado autobús donde en todas las conversaciones que nos rodeaban podíamos oír, una y otra vez, "guerra", "guerra", "guerra"... Y entonces llegaron las noticias de la última escalada: un cohete lanzado contra Haifa en venganza por el bombardeo de Beirut, Peretz clamando venganza de forma calamitosa, patrulleras armadas israelíes prendiendo fuego a las reservas libanesas de petróleo...
Pero, al menos, parece que la Unión Europea se está desperezando de un largo sueño y comienza a emitir algunas críticas, lo que parece un pequeño oasis de esperanza en esta noche oscura.

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