Trasversales
Armando Montes

Paletina aún existe

Revista Trasversales número 3,  verano 2006




Los esfuerzos diplomáticos se centran ahora en el frágil alto el fuego entre Israel y Líbano. Los gobernantes y militares israelíes han conseguido lo mismo que Bush en Irak: incrementar el prestigio y la fuerza de las tendencias extremistas del islamismo político fundamentalista. Ellos han hecho fuertes a Jezbolá, Hamas y movimientos similares. Aunque quizá, gracias a muchas complicidades, sí hayan logrado algo: que la población palestina vuelva a ser olvidada.

Para Gaza y Cisjordania no hay alto el fuego. Desde el 25 de junio, el ejército israelí ha matado a más de 200 palestinos -menores cerca un 25%- y herido a más de 800. Detenidos parlamentarios y ministros que se suman a miles de palestinos encarcelados. Casas destrozadas, desde el aire o desde tierra. Destrucción de plantas eléctricas, escuelas, puentes. Centenares de olivos arrancados. Escarnios, humillaciones, malos tratos y disparos en los puestos de control. Avance del Muro que recorta y fragmenta aún más los Territorios Ocupados. Crímenes de guerra y terrorismo de Estado.

En menor medida, también la población de Israel sufre y, sobre todo, teme. Y así seguirá mientras no alcance un acuerdo con la población palestina. Un acuerdo que, hecha imposible la convivencia multiétnica y plurinacional en un común Estado democrático y laicista, hoy por hoy sólo puede fundarse en la existencia de dos Estados, el Estado de Israel y el Estado de Palestina, viables, seguros y capaces de convivir como vecinos.

Dos estados, ahora. Hay que exigir a Israel el fin de la ocupación y el reconocimiento del Estado palestino, de sus fronteras y de su soberanía plena. El Estado de Israel existe y fue reconocido por la parte palestina sin conseguir respuesta equivalente. No es justo ni realista exigir nuevas proclamas de buena voluntad a los palestinos mientras que Israel no dé el paso decisivo que nunca ha dado.

Israel no conseguirá paz y seguridad si se deja llevar por delirios racistas y expancionistas, ni compartiendo los demenciales planes que para la zona tienen los líderes neoconservadores y belicistas de Estados Unidos.  La paz y la soberanía para los palestinos no vendrá de manos de los Estados "amigos" que entre 1948 y 1967 se repartieron los actuales Territorios Ocupados, sin permitir la creación de un estado palestino, ni de las corrientes antisemitas y/o fundamentalistas asentadas en Líbano, Irán, Irak o cualquier otro lugar.
Paradójicamente, para conseguir esos objetivos ambos deben desconfiar de sus "amigos" y reconocer a sus "enemigos" como sus principales interlocutores. Y, dada la actual política israelí, las palancas que pueden lograrlo son la propia resistencia palestina, la acción de los ciudadanos israelíes que apuestan por el acuerdo y una solidaridad mundial que sólo podrá llegar a implicar compromisos serios de los Estados y de las instituciones internacionales si previamente alcanza fuerza como solidaridad ciudadana que apoya a Palestina sin arrojarse en brazos de los reaccionarios movimientos islamofundamentalistas.

22 agosto 2006


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