Trasversales
Miquel Monserrat

Corrupción, ladrillo y municipio


Revista Trasversales número 4,  versión electrónica, otoño 2006




Simplificando un tanto, podríamos clasificar en tres apartados los motivos que impulsan a tantos y tantos municipios a desenfrenadas recalificaciones y a permitir e incluso fomentar un "crecimiento" salvaje y desequilibrado.
En primer lugar, el caso menos turbio: es una fuente legal de ingresos a las arcas municipales, que podrán ser utilizados en otras cosas.
En segundo lugar, entrando ya en la ilegalidad, la financiación de los partidos políticos.
En tercer lugar, igualmente ilegal, el enriquecimiento personal de tales o cuales alcaldes y concejales.

Sin duda, ni todos los ayuntamientos ni todos los alcaldes o concejales están pringados. Pero hay muchos más de los que debía.
De una u otra manera, todos los partidos están manchados por esas plagas. No en el mismo grado, pero ninguno está exento de responsabilidades, aunque sólo fuese por haber colocado en sus listas a determinados individuos. Quizá el rasgo diferenciador más peculiar, además del "cuantitativo", sea que los corruptos de "la derecha" suelen estar en ambos lados de la operación (sobornador y sobornado), mientras que para los corruptos de la izquierda es más habitual ocupar sólo el puesto de sobornado, aunque algunos no se cortan en tratar de hacer carrera en el negocio del ladrillo.

Hay que hacer cirugía.
Por un lado, es preciso modificar la financiación de los ayuntamientos, de forma que las recalificaciones y desarrollos urbanísticos no sean una de las fuentes legales de su financiación, supliendo desde los Presupuestos Generales del Estado, en función de criterios objetivos y sociales de distribución, lo que por esa parte pierdan los municipios.
Pero además hay que poner fin a la corrupción es decir, a la financiación ilegal de los partidos y al enriquecimiento personal gracias al cargo o contacto político de que se disponga. Con código penal, policía, jueces y cárcel, claro está.

A mi gente, a la izquierda, le pido, además, que aproveche la oportunidad. En 2007 llegan nuevas elecciones territorales, municipales y regionales. Pues bien, asuman como responsabilidad innegociable que en sus listas no figure ni una sola persona que haya tenido un notorio enriquecimiento durante los periodos en que ha ocupado cargos públicos, ni una sola que tenga implicaciones directas o indirectas (familiares, por ejemplo) con inmobiliarias y constructoras, ninguna que haya avalado operaciones operaciones urbanísticas irregulares… Eso puede afectar a personas honestas, pero ser cargo público no es una "necesidad" ni es ninguna humillación o discriminación no estar en una candidatura; más vale excederse que quedarse corto.
Hay que poner fin a esto en algún momento, y la manera menos dañina es hacerlo de una vez por todas. Para Zapatero y Llamazares, además, podria ser una buena oportunidad para que el impulso reformador y renovador que han protagonizado en sus organizaciones no afecte sólo a sus cúpulas y políticas generales, sino que llegue hasta el fondo y conecte con la ciudadanía sin turbios intermediarios.


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