Trasversales
Fernando Gil

De espaldas al mundo

Revista Trasversales número 8,  enero 2008




Por primera vez en su pontificado, Benedicto XVI ha dicho misa de espaldas a los fieles; de espaldas al mundo o mirando a Polonia, la gran reserva católica. En realidad, la postura, la colocación del cuerpo papalino en el espacio durante la ceremonia oficiada en el magnífico escenario de la Capilla Sixtina, no ha sido más que una metáfora, porque el pontífice mira hacia atrás, pero en el tiempo no en el espacio; está vuelto ideológicamente hacia el pasado, que le inspira, y le ha inspirado, su apocalíptica visión del mundo y su salvífica y no solicitada misión ante él.

La Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice (tienen bemoles el nombrecito, la institución y la función), para quitar importancia al asunto, ha atribuido el cambio a una cuestión estética señalando que se ha utilizado el antiguo altar, no uno móvil empleado por Juan Pablo II, para no alterar la armonía de la estancia, que efectivamente es bellísima, aunque la escena que reproduce una fotografía del acto no deja de ser paradójica: el Papa se arrodilla ante una sobria cruz que sostiene a un Cristo anoréxico, bajo el tremendo espectáculo del Juicio final pintado por un genial homosexual, que hoy, si viviera en España, podría casarse con otro hombre, aunque, desde luego, no contaría con el nihil obstat de los obispos locales (ni del Papa) por muy artista que fuese.

Contra la opinión de esa Oficina, el cambio introducido por el Papa al oficiar la misa no es una mera cuestión estética sino el reflejo, quizá inconsciente, de un asunto de importancia ética; no se trata de gustos, sino de principios: el Papa, como buen contrarreformador, mira hacia Trento.

Es de esperar que retorne la misa en latín -Introibo ad altare Dei - para hacer aún más añejo y esotérico el mensaje católico, y que la Iglesia vuelva a ser  como Dios manda. Amén.



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