Dejando aparte el ceremonial que rodeó lo que tendría que haber sido un debate más y no <el debate> (deberíamos aprender de Hillary y de Obama, que llevan 20 debates), por demás encorsetado, y yendo al contenido, lo primero que hay que señalar es que ZP ganó a Rajoy, pero tuvo momentos de debilidad, porque no supo utilizar datos, que los hay, y argumentos a su favor en dos temas como terrorismo y víctimas, que son los preferidos de la derecha.

Empezó muy bien en el área económica, donde apabulló a Rajoy con cifras comparativas y estadísticas. Por cierto, ¿De dónde sacó Rajoy sus cifras y sus gráficos? Porque olían a La Razón y a El mundo que apestaban...  Zp también estuvo bien en el debate sobre política social, que para Rajoy se reduce a inmigración, inmigración y más inmigración (si esta derecha no es xenófoba, que vengan Dios o Rouco y lo vean), hasta que Zp le tuvo que recordar las cinco regularizaciones de inmigrantes hechas a ojo de buen cubero. Y lo que no dijo Rajoy, es que va a hacer, si gana, con los inmigrantes que hay aquí. ¿Les va a echar drogados como hizo Aznar (había un problema y se ha resuelto)? ¿Los va a regularizar con el bono-bus? ¿Los va a hacer desaparecer con la varita de Harry Potter o simplemente los va a ignorar, dejándolos en la ilegalidad para que puedan ser explotados por empresarios sin escrúpulos?

En esto, como en otras cosas, Rajoy mostró una vez más que la derecha tiene rencor pero no tiene programa, aunque sí malas intenciones. 
Rajoy entró fuerte desde el principio, pero carecía de datos fiables, y recurrió al insulto a la primera de cambio. Usted miente, Sr.  Zapatero, Usted ha mentido a los españoles, esa fue la coletilla de la noche, que remató, casi al final, al acusar a Zp de agredir -sí, agredir- a las víctimas. Y lo mantuvo. Convenía a su estrategia de confrontación, de hombre ofendido porque Zp se había olvidado de las víctimas, que para Rajoy son sólo las que agrupa la AVT del exaltado Alcaraz; las de otras asociaciones menos dóciles no le interesan, en particular la de víctimas del 11-M, vituperada y marginada de apoyos por el gobierno de esperanza Aguirre.

 El episcopal discurso con que Rajoy despidió la velada, mostró el doblez de la derecha. Su preocupación por el futuro de la niña, no nos hizo olvidar que ha pedido endurecer las penas para los menores y que han recurrido al Tribunal Constitucional la Ley de Igualdad. Así que mientras utiliza demagógicamente a una niña, Rajoy es contrario a los derechos de las mujeres adultas.