Trasversales
Nuria Varela

Íbamos a ser reinas

Revista Iniciativa Socialista (primera época de la actual revista Trasversales), número 67, invierno 2002-2003. Margarita Díaz y Toñi Ortega entrevistan a Nuria Varela, periodista y autora del libro Íbamos a ser reinas, Ediciones B, Barcelona, 2002, 309 páginas.


Iniciativa Socialista.- ¿Qué te llevó a escribir Íbamos a ser reinas y a implicarte de forma tan intensa en la denuncia de la violencia contra las mujeres?

Nuria Varela.- La violencia contra las mujeres me preocupa como me preocupa cualquier forma de injusticia que nos afecta cotidianamente. La violencia de género es de las injusticias más crueles, porque no hay ninguna “razón”. Aunque no se pueda justificar la injusticia por ningún motivo, sí la puedes comprender, hay procesos racionales, tú puedes comprender la explotación sobre el obrero porque el tipo lo que quiere es un beneficio, lo rechazas pero lo puedes comprender racionalmente, pero la violencia que sufren las mujeres no tiene comprensión, es una violencia indiscriminada, simplemente por el hecho de ser mujer. Hay un componente de poder pero lo que importa es que tú eres mujer y que, por lo tanto, sufres la violencia de género. La puedes sufrir en la calle, en el trabajo, en tu casa, en cualquier sitio. Por eso me preocupa especialmente. Íbamos a ser reinas forma parte de un proceso. El primer reportaje sobre violencia de género lo hice hace 10 años, justo cuando acababa de llegar a Interviú y veía que era un problema que teníamos muy a nuestro lado, pero del que tenáimos pocos datos y generaba escaso nterés. Entré por primera vez en una casa de acogida y me puse a hacer el reportaje y me impresionó. Fue aquí en Madrid, en el Centro de Recuperación dirigido por Ana María Pérez del Campo, y me quedé alucinada, me encontré con cuadros de violencia muy graves, de mujeres destrozadas física y anímicamente, sin autoestima. Me acuerdo de una mujer que iba con muletas y que me decía que quería a su marido. De pronto me encontré con un problema que no entendía y que me dolía mucho, como mujer y como persona, cada vez que entraba en aquella casa me dolía terriblemente. Hice ese reportaje y desde entonces no he parado de buscar explicaciones, de enterarme y de trabajar sobre el tema, por eso digo que es un proceso, en el que te vas implicando cada vez más. Al final, la editorial me propuso sacar el libro.

IS.- La derecha y las iglesias tienden a ver la violencia contra las mujeres como algo “privado”, un conflicto doméstico; incluso cuando la condenan la miran como una patología, o un acto individual. Los grupos feministas, y ahora también la izquierda gracias a la lucha de las mujeres, prefieren hablar de violencia de género, y tú llegas a escribir que “La violencia de género es un ejercicio de poder”...

NV.- Hablamos de violencia de género porque es una violencia estructural que sufrimos las mujeres por el mero hecho de serlo. No se trata de actos de violencia individual sino de una violencia estructural y una violencia ideológica. Y, precisamente, utilizar el término género, que es tremendamente discutido por ser un término que nace del feminismo y que por ello es rechazado por la sociedad en la que vivimos, nos sirve como instrumento para aclararnos. No podemos hablar de violencia doméstica porque es un absurdo. Cuando hablamos de violencia doméstica estamos refiriéndonos al lugar donde se produce la violencia, pero no a qué tipo de violencia, es como si hablamos de violencia callejera, es una apreciación de lugar. La violencia doméstica puede ser la violencia que sufren los niños, los ancianos o la violencia que puede sufrir un hombre porque tiene una mujer con muy mala leche que le atormenta la vida, y no estamos hablando de eso, no hablamos de violencia doméstica sino de violencia de género, precisamente por eso, para dejar claro el carácter ideológico y estructural que tiene la violencia que sufrimos las mujeres. Efectivamente hay un componente de poder; la violencia contra las mujeres es ideológica porque es el instrumento que utilizan los varones como poseedores; es verdad que hay que hacer matices, que no todos los hombres son iguales, pero lo cierto es que incluso entre quienes rechazan esta violencia suele haber demasiado silencio y pasividad, están como a la defensiva, no se involucran en esta lucha.

El poder es masculino al margen de quien lo ejerza e incluso hay mujeres que están ejerciendo ese poder masculino. Tendríamos que profundizar en el concepto de poder que tenemos. Pero hablamos de que es masculino porque mayoritariamente lo tienen los hombres y porque las reglas del juego son masculinas: la legislación, los recursos económicos, cómo se distribuyen, qué prioridades hay, todo es aún masculino. Así que en la violencia de género el componente de poder es fundamental, tanto como colectivo, como grupo social, como individual. El hombre es maltratador porque considera que su mujer es suya, una propiedad, y entonces lo ejerce y lo ejerce con naturalidad, creyendo que está en su derecho y, encima, cada día es reforzado porque esta sociedad no transmite un mensaje nítido de que eso es un delito, sino que refuerza esa imagen a través de los medios de comunicación, la publicidad, los mensajes políticos, el lenguaje, los chistes, los refranes, la cultura en general que nos rodea.

IS.- Las organizaciones feministas reclaman un plan integral contra la violencia de género, pero el PP rechazó en el Congreso tomar en consideración una propuesta de ley integral. Aznar ha dicho que es mejor tomar algunas medidas separadas...

NV.- Lo que han reclamado las organizaciones feministas no es un plan, es una ley integral contra la violencia de género. El plantear una ley es fundamental por varias razones. Una, en lo simbólico. Aprobar una ley integral contra la violencia de género tiene la simbología de que no es un problema minoritario o “de segunda”, sino que es un problema de Estado ante el que se articula una ley. Además, no es posible acabar con la violencia de género si no la atacamos de forma integral, no conseguimos nada parcheando, que es lo que estamos viviendo. Llevamos muchos años trabajando este problema sin que existan resultados positivos. Por mucho que digan, la violencia sigue aumentando y el que diga lo contrario miente. Hay gente que se escuda en que antes había mucha más violencia, aunque no sabemos nunca cuando es antes, si en la Edad Media o en el franquismo. Desde que tenemos datos en este país, mediados de los 80, la violencia de género está aumentando año tras año. Vemos, pues, que lo que se está haciendo no funciona y sólo puede funcionar si se ataja de una forma integral, con tres pilares básicos, recogidos en las propuesta del PSOE, pues aunque se puedan discutir determinados puntos de su articulado y probablemente sea mejorable en algunos aspectos, sí tiene la concepción global del problema, lo pone en su sitio, como problema de Estado y como problema ideológico. Esos tres pilares a los que me refería son, en primer lugar, la prevención, la parte educativa y transversal, empezando por el colegio, pues la violencia hay que prevenirla, sabemos ya que los planes de rehabilitación no funcionan. En segundo lugar, está la ley, que tiene que acabar con las ambigüedades e interpretaciones de los jueces y fiscales, tiene que ser nítida. Por último, está el pilar presupuestario, un problema así no se ataja sin presupuestos.

Aquí hay que criticar muchísimo al Partido Popular. El PP no apoyó esta ley, en primer lugar, me imagino, como estrategia política, porque fue propuesta por el PSOE. Pero al margen de eso, lo que está haciendo el PP es mentir presupuestariamente. El PP ha hecho dos planes contra la violencia y al segundo lo ha titulado “Plan Integral” para crear más confusión, jugando con el nombre. Un plan integral no se parece en nada a una ley integral. El segundo Plan está en vigor y todavía no tenemos datos para ver en qué se están empleando las partidas. Pero del primer Plan sí que hay datos y ha sido una tomadura de pelo. Te encuentras, ministerio por ministerio, con cosas que rozan el escándalo. Por ejemplo, la partida del Ministerio de Justicia se ha gastado en la creación de nuevos juzgados,. El dinero que ha ido a la creación de nuevos juzgados se contabiliza como dinero gastado en el primer Plan contra la Violencia de Género. Nos están tomando el pelo, por lo tanto es fundamental que haya una ley con un presupuesto adjudicado y que haya un control serio sobre ese presupuesto.

Están haciendo publicidad de que están dedicando muchísimo dinero y muchísimos esfuerzos contra la violencia, pero han cambiado el antiguo SAM, Servicio de Atención a la Mujer, por el nuevo SAF, Servicio de Atención a la Familia. Eso significa que el mismo dinero y los mismos efectivos que se dedicaban a la atención a la mujer ahora se dedica a atención a mujeres más atención a ancianos, atención a minusválidos, menores afectados por la Ley del Menor, tanto “delicuentes” como víctimas. Es de escándalo. Mientras la sociedad cree que se están aumentando recursos, la realidad es que disminuyen. Todos los días recibo llamadas de mujeres para preguntarme qué hacer, porque están en no sé que pueblo y no saben dónde ir, y no hay nada. Hay pocas casas de acogida, y en muchos casos no son una solución porque el periodo de tiempo duramte el que se puede permanecer es reducido, en muchos casos no dan seguridad a las mujeres porque habría que sacarlas de su provincia, de su comunidad y no tienen convenios todas. Otras casas de acogida no funcionan bien o surgen dificultades como la no admisión de hijos varones mayores de 16 años. Si eres una mujer maltratada y, como ocurre en la mayoría de los casos, tienes otros problemas añadidos provocados por el maltrato, como alcoholismo, toxicología, no puedes entrar en las casas de acogida, pero tampoco hay centros especiales para eso, con lo cual es vergonzoso.

En muchos casos la Administración está delegando en entidades privadas o ONGs que, como mínimo, resultan bastante cuestionables. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Madrid, al igual que otros, está firmando acuerdos con entidades religiosas, que es exactamente lo que no necesita una mujer maltratada para mejorar. Una mujer maltratada lo que necesita fundamentalmente, además de seguridad, es recuperarse como persona, como mujer, recuperar la autoestima, quererse a sí misma, valorarse, sentirse persona íntegramente. Pero si va a una entidad religiosa, todas sabemos lo que significa y las enseñanzas de subordinación y de sumisión que transmiten, ése es el sitio menos adecuado para que vaya una mujer maltratada. Bueno, pues este Ayuntamiento, el de Madrid, y otros muchos en España, pero concretamente el de Madrid, acaba de firmar un acuerdo con una entidad religiosa –y lo firmó en plenas vacaciones, con alevosía-. En esta ciudad hay tan pocos recursos que hay mujeres a las que mandan a un hostal cuando salen de una situación de emergencia. Una mujer que sale corriendo de su casa como mínimo tiene una depresión, pero te puedes encontrar con cuadros de suicidio o de mil historias similares. A una mujer cuando abandona su casa no se la puede meter en un hostal, y eso es lo que está pasando en este Ayuntamiento.

No sé porqué Aznar propone medidas aisladas, pero, desde luego, es una barbaridad. Las medidas aisladas son parches que no solucionan nada y que en muchos casos lo empeoran, porque a una mujer que está en esa situación, la metes en algunas de las entidades que conocemos en esta Comunidad y puedes acabar con ella directamente.

IS.- En “Íbamos a ser reinas” dices que el silencio de la Iglesia Católica respecto a la violencia de género es demasiado sonoro, y señalas que “las religiones patriarcales subordinan a las mujeres y niñas al hombre”

NV.- Al margen de lo que hablábamos antes, que yo sepa no hay ningún documento del Vaticano, o de algún arzobispado u obispado en España, con una clara declaración condenando la violencia de género. Todo lo contrario, las únicas declaraciones que hemos escuchado es que el maltrato no es motivo de anulación matrimonial y sabemos que muchas parroquias siguen recomendando resignación y sumisión. La Iglesia, en ese sentido, no sólo no ayuda sino que realmente hace mucho daño.

IS.- ¿No hay una gran hipocresía social en cuanto a la violencia y al abuso sexual sobre las niñas en entornos familiares, tema sobre el que apenas se habla mientras que no para de alertarse contra los riesgos de navegar por Internet, de la participación en chats, etc., como si la amenaza siempre estuviese “fuera”?

NV.- Todos los niños y niñas, hijos e hijas de maltratadores, son niños maltratados, hayan recibido un cachete en su vida o no, porque un niño o una niña que se educa en un hogar así, como mínimo está aprendiendo los roles tradicionales, si es varón que los problemas se solucionan con violencia y si es mujer que su papel en la vida es la sumisión, perpetuando el ciclo. Eso, insisto, como mínimo. En las casas de acogida esto se ve con mucha claridad; niños de 5 años que levantan la mano a su madre. Hay expertos que dicen que más allá de los 7 años es bastante difícil recuperar a los niños... Los niños son como esponjitas. Muchísimas mujeres maltratadas te cuentan que se casaron jóvenes para salir corriendo de casa de sus padres por la violencia que estaban viviendo en sus casas, y repiten porque forman su pareja con hombres así y ellas han aprendido sumisión e indefensión, incluso aunque no hayan sufrido nunca un maltrato, así que sólo por eso ya son niños maltratados. Se crian en hogares absolutamente desestructurados, pues donde hay violencia no hay nada seguro, las cosas cambian de un momento a otro dependiendo del humor del maltratador. Las psicólogas lo dicen, son niños que terminan enfadándose con sus madres porque confían en ellas para que les saquen de allí y estas mujeres tardan años en muchos casos en salir, con lo cual les provocas una confusión y un lío de lealtades muy serio respecto a su padre y a su madre. Nacen y se crian con carencias afectivas muy importantes, y no digamos ya los que reciben maltrato directo.

Hay que hacer muchísimo hincapié en que un maltratador no puede tener derecho a visitas y que todos esos niños son niños maltratados. Esa es la última de las grandes polémicas: se supone que un padre es un padre y que tiene derecho; pero es que no estamos hablando de padres, por supuesto que un padre tiene todo el derecho del mundo a estar con su hijo, a educarle y a criarle, pero un maltratador no, y hay que diferenciar con mucha nitidez. En los juzgados a veces se dan situaciones de terror, hay niños que lloran y se desesperan porque no quieren ver a ese hombre y los jueces les obligan a verlos. Hay niños en tratamiento psicológico, mentalizándoles para que vean a esos padres porque los jueces les han concedido el derecho a visita. Además sabemos que en muchísimos casos los maltratadores utilizan a los niños para seguir maltratando a sus mujeres. Estas situaciones en las que los niños rechazan a los padres maltratadores suelen darse más en los niños más pequeños, porque en adolescentes y preadolescentes ya empieza a darse el conflicto de echarle la culpa a la madre porque no acaba de romper, que es lo mismo que al final hace la sociedad, incluso las propias familias: “si es que la culpa es tuya, ¿por qué has aguantado tanto?”. Los niños también, y ya empiezan conflictos más serios: “¿cómo vas a mandar a mi padre a la cárcel?”. En poblaciones pequeñas eso es muy complejo, porque además es un mensaje muy arraigado socialmente, no se dice que este tipo va a la cárcel porque es un delincuente, sino que va a la cárcel porque lo ha enviado su mujer porque puso una denuncia. Los niños no son ajenos a eso, ni a la presión social, ni a las presiones familiares, de las dos familias. Yo tengo declaraciones delante de un juez en donde el niño dice que él se va con su padre que es el que tiene el coche y el dinero.

El abuso dentro de la propia familia es un tema tremendamente complejo. Al igual que la violencia contra las mujeres se da dentro de los entornos de conocidos en el 90% de los casos, con los niños pasa lo mismo. Me llama mucho la atención una frase que utilizan muchísimas mujeres maltratadas porque no dice nada pero lo dice todo: “es que la familia es la familia”. Esa educación, que tiene mucho que ver la tradición católica y todo lo que conforma nuestra sociedad, es muy difícil de desmarañar, es lo que hace que los vecinos no entren en una casa cuando hay una historia clara de violencia. Llevamos muchos años diciendo que lo privado es público, es político. Pues parece que la democracia termina en la puerta de las casas, nos olvidamos que existe un régimen jurídico, unas reglas del juego, unos valores sociales que influyen en lo que ocurre y afectan a las mujeres, a las personas dependientes y, por supuesto, a los niños. Y estamos viendo cómo eso no se ataja, porque “la familia es la familia”, y eso lo defiende la derecha, lo defiende la iglesia. Sí, la familia es la familia, siempre y cuando que la familia sea unas relaciones de bienestar para los individuos que la forman y se entienda que puede haber mil quinientas formas de familia, pero nos encontramos con que lo que ocurre en las casas se tapa, hay muchísimo recelo, no se quiere regular, no se cree la palabra de la mujer, no tenemos autoridad como colectivo, con lo cual no tenemos autoridad individualmente. A los niños les pasa lo mismo, los niños no mienten y eso lo dicen los psicólogos, pero en muchos casos se cree que son manipulados por sus madres y no se les cree... Son muchas cosas instaladas en la mentalidad colectiva, muy difíciles de romper, contra las que estamos combatiendo. No estamos luchando contra las leyes o contra un sistema político, estamos combatiendo contra una tradición muy arraigada y compleja que ni siquiera los hombres de izquierda tienen muy clara o, más bien, nada clara.

IS.- Tenemos la impresión de que las mujeres maltratadas tienen una gran desconfianza hacia la Justicia...

NV.- La vergüenza, la culpabilidad, siempre recae sobre la víctima, como en esos “crímenes de honor” que todavía se practican en muchos países, sobre todo islámicos. Los niños y las mujeres maltratadas necesitan tratamiento profesional, no se sale de un maltrato con carácter, ni con ganas. O tienes un tratamiento profesional adecuado o no sales. Hay una falta de confianza en la Justicia porque el juez te puede salir por cualquier lado, no sé si os acordáis de la sentencia del policía que había violado a una menor a punta de pistola, la condena que le puso el juez fue ridícula porque la niña, que tenía 13 ó 14 años, no era virgen. Ya no sólo hay un sentimiento de indefensión en mujeres adultas, es que incluso en menores no tienes muy claro qué hacer, porque están victimizando triplemente a esa niña que ha sufrido la agresión, que ha pasado por todo el proceso, ha contado un montón de veces lo ocurrido, para terminar con esa condena en la que se la vuelve a echar la culpa. La han agredido tres veces. Es como cuando dicen que las mujeres maltratadas denuncien. Claro, pero para denunciar tienen que estar arropadas, no vale querer heroínas y “tú, que estás maltratada, que estás hecha una mierda, con depresión, con la autoestima por los suelos, con problemas físicos, vete, denuncia y enfréntate a todo, incluida la sociedad y los jueces y protege tu vida”. Estamos en la gran mentira, hay que hacer campañas focalizadas sobre los agresores, dejando de hablar de las mujeres, porque la violencia es un problema masculino y tenemos que empezar a decirlo y a trabajarlo, la violencia es un problema masculino que sufrimos las mujeres, pero todas las campañas y todo lo que se hace se centra sobre la víctima. Creo que es un error, hay que empezar a focalizar en los delincuentes y condenarlos y castigarlos para que haya un rechazo social nítido y medidas claras para cortar todo esto.

IS.- Ya que estamos en Madrid... Nuestro Alcalde, Álvarez del Manzano, culpó de la violencia contra las mujeres a los vínculos extramatrimoniales, y muy recientemente ha “descubierto” que el origen de esa violencia es el “desamor” y el no mirarse a los ojos.

NV.-  Me parece tan demencial que no sé cómo calificarlo. Habla de la violencia como habla de los mazapanes. Es como si hubiera venido de Marte, aterrizado en Madrid y encima tiene la alcaldía y entonces pasan esas cosas, que las mujeres maltratadas en Madrid se van a un hostal o que tenemos casas de acogida como Florencia que las están machacando, o convenios del Ayuntamiento con entidades religiosas. Este alcalde llega a lo grotesco, es vergonzoso que este señor sea alcalde de Madrid y que se atreva con impunidad a decir estas cosas, porque al margen de lo que duele que diga eso, está haciendo mucho daño, está mandando un mensaje de impunidad a los agresores y está mandando un mensaje de sumisión a las mujeres, de culpabilidad. Esas mujeres para mí son muy valientes porque están aguantando con la equivocada idea de salvar su familia y no fracasar, porque tienen esa idea de que tienen que salvar su matrimonio y su familia, y con esas barbaridades el señor alcalde menudo favor que las está haciendo. Es que si lo trasladamos y lo ponemos en que los políticos del País Vasco mirasen a los ojos a los etarras, entonces no haría tanta gracia, pero es lo mismo, me parece vergonzoso y de una ignorancia tremenda. Todo lo que dice respecto a la violencia de género es de una ignorancia con la que quizá no se atrevería a opinar de ningún otro tema.


Trasversales