Trasversales
Beatriz Gimeno (entrevista)

Una revolución en los derechos civiles

Beatriz Gimeno es presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales. Este diálogo tuvo lugar dos días antes de la celebración del tercer congreso de la FELGT (20 a 22 de mayo de 2005), en el que Beatriz ha sido reelegida como presidenta. Aprovechamos la ocasión para expresar nuestro agradecimiento a Beatriz y a todo el activismo LGTB, por su decisiva contribución a la libertad de todas y todos. Publicado en Iniciativa Socialista número 76, verano 2005


Iniciativa Socialista.- Beatriz, ¿cuando el segundo congreso de la FELGT te eligió como presidenta de la federación, pensaste que te tocaría gestionar desde allí el proceso que en muy corto plazo llevaría al reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo? ¿Qué sientes hoy ante está ya muy cercana realidad?
Beatriz Gimeno.- No, claro, ni lo pensé yo ni lo pensamos ninguno de los que estábamos allí. Entonces parecía muy lejano. El II Congreso de la FELGT fue un congreso de resistencia, el PP estaba cercenando derechos consolidados y nos preparábamos para una dura travesía del desierto. En aquel momento nadie pensaba que las cosas fueran a cambiar tanto.

IS.- Estamos ante una reforma legal. ¿Crees que sería exagerado hablar, sin embargo, de revolución?
BG.- Es una revolución en los derechos civiles. Es una reforma legal que convierte a España en el país más avanzado del mundo en relación a las personas LGTB. Sin duda es una pequeña revolución en la concepción de la familia que hasta ahora ha tenido el Estado.

IS.- Esta ley ha contado en el Congreso de diputados con el apoyo de todas las fuerzas políticas, salvo el PP y UDC. Sin embargo, hace no tanto tiempo parecía que el horizonte máximo era una ley de parejas de hecho, y una vez que desde la izquierda política se comenzó por fin a hablar del derecho al matrimonio seguían expresándose dudas y vacilaciones respecto a la adopción. ¿Qué ha ocurrido para que haya tenido lugar un avance tan rápido?
BG.- Cuando se escriba la historia se verá el papel que la FELGT tuvo en este cambio. Hace diez años el movimiento se partió en dos: los que eran partidarios de luchar por una ley de parejas porque pensaban que el país no estaba preparado para el matrimonio y los que pensábamos (la FELGT) que la igualdad no admite paradas intermedias y que, en todo caso, nunca estaría la sociedad preparada si no hablábamos de ello. Desde entonces, la FELGT se convirtió en el único interlocutor político y, como tal, nunca admitimos una ley de parejas. Eso hizo inevitable que llegara el matrimonio. Finalmente, la izquierda no podía hablar de una ley de parejas sin encontrarnos enfrente. Era ridículo aprobar una ley de parejas que el movimiento iba a rechazar incluso en la calle. Convertimos el matrimonio en la única opción viable. Sólo los grupos más de derechas hablaban de ley de parejas y la izquierda no podía tenerles a ellos como interlocutores válidos.

IS.- A nuestro entender, hay reformas legales que deben atender necesidades sociales perjudicando algunos intereses y recortando privilegios. Sin embargo, la reforma del matrimonio parece que no daña a nadie y beneficia a muchas personas hoy discriminadas. Sin embargo, la reacción de la jerarquía católica y de la parte más ultramontana del PP ha sido feroz, con un lenguaje muy agresivo, juntado firmas, poniendo zancadillas institucionales y llegando a llamar a la insumisión de jueces y cargos políticos electos. ¿A qué viene esto?
BG.- En que sí que les perjudica. Hasta ahora la Iglesia ha podido mantener la ficción de que el matrimonio civil tiene algo que ver con ellos. Es cierto que es civil, pero dado que el matrimonio eclesiástico tiene efectos civiles automáticos (cosa que no ocurre en los demás países europeos) y dado que la mayoría de la gente se casa “por la iglesia” (la primera vez que se casa) hay una cierta apariencia “sacramental” en el matrimonio. Ahora eso se acaba. Esta ley pone de manifiesto de manera palmaria que el matrimonio es una ley civil y que el sacramento del matrimonio es otra cosa. Se pone de manifiesto que quien casa es el Estado, y el Estado decide quien puede acceder al matrimonio y quien no y en qué condiciones. Eso abre una puerta, es cierto, que en el futuro podría impulsar otras modificaciones del matrimonio.

IS.- Tenemos la impresión de que ha habido un cambio social en la actitud ante la diversidad sexual, y que el mérito de su logro ha recaído sobre los colectivos de lesbianas, gays y transexuales, sin una implicación profunda de otras organizaciones y movimientos, con la excepción, quizá, de una parte del movimiento feminista, y no todo. Pero no quiero comprometerte pidiendo tu opinión al respecto. En positivo, ¿animarías a organizaciones sociales que se mueven en otros ámbitos a participar de forma activa y expresa en la acción contra la homofobia, al igual que la FELGT aparece en campañas muy diversas que en principio no tienen nada que ver con vuestros objetivos específicos pero sí con la libertad y la convivencia común?
BG.- Es imprescindible. En estos años nos hemos sentido muy solos. Hemos estado en todo lo que nos parecían causas justas y que fomentaran la igualdad y los derechos civiles. No hemos recibido lo mismo. La homofobia es transversal y hemos percibido mucha homofobia en gente que se deja la piel luchando por otras causas. La homofobia está aquí, entre nosotros y en todas partes. A veces camuflada en gente de izquierdas. Está en el colegio donde se hace al niño la vida imposible, en el acoso escolar, en los trabajos, en las familias, y eso por no hablar de la cultura o la sociedad en general. Y, sin embargo, eso no concita indignación ni solidaridad evidente de mucha gente que debería estar con nosotros. La ley de matrimonio tiene muchas cosas buenas, pero una de ellas es que ha obligado a la gente a posicionarse, y eso nos ha permitido no sentirnos tan solos como en todos estos años.

IS.- Esperamos que la ley será aprobada durante el mes de junio. Con ello, quizá quede abolida legalmente en España toda discriminación por orientación e identidad sexual, salvo en lo que se refiere a la condición transexual cuyos derechos no han sido aún reconocidos. Quiero preguntarte dos cosas al respecto: la primera, si esperas que la ley de identidad de género será conseguida en esta legislatura.
BG.- He tenido mis dudas porque he hablado con gente del PSOE y a veces he tenido la impresión de que consideraban que con la ley de matrimonio ya habían cumplido. Por otra parte, la ley de identidad de género está en su programa electoral y, por ahora, el PSOE va cumpliendo. Espero que salga, nosotros vamos a trabajar por ello porque nadie está más discriminado y estigmatizado que las personas transexuales. Es de justicia.

IS.- La otra pregunta es: ¿la desaparición de la discriminación legal implica también la desaparición automática de la homofobia y de formas cotidianas de estigmatización y discriminación? Dicho de otra forma: ¿se acabó aquí una larga historia de lucha y emancipación, o bien queda mucho curre por hacer, en España y en el mundo?
BG.- Queda mucho por hacer. La igualdad legal es como el voto para las mujeres. Imprescindible desde luego, pero no nos trajo la igualdad real. La homofobia y la misoginia son casi dos pilares de nuestra cultura. Acabar con ellos no es cuestión de años, sino de siglos.

IS.- Para terminar, nuestro agradecimiento por concedernos la entrevista en días de tanto trajín, pero sobre todo por el trabajo que tú, como tantas lesbianas y tantos gays de todo el mundo, habéis hecho para que todas y todos, homos o heteros, seamos más libres. Y una pregunta curiosa: ¿hay ya lema para el Día del orgullo 2005? Sin duda va a ser un gran día, inolvidable, la fiesta de la libertad y de la igualdad en la diversidad.
BG.- Sí, el lema este año indica que seguimos en la lucha. “Y ahora l@s transexuales”. No hemos querido ni esperar un mes para ponernos a ello.

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