Trasversales
Lourdes Muñoz Santamaría

La experiencia en New Orleans:
una oportunidad de reflexión para la política


revista Iniciativa Socialista 77, otoño 2005. Lourdes Muñoz es diputada en el Congreso de diputados por Barcelona y responsable de la secretaría de mujer en la ejecutiva del PSC. Presente en New Orleans durante la catástrofe, mantiene un espacio en el que ha dado amplia información al respecto en http://lourdesmunozsantamaria.blogspot.com/

Estos días he intentado volver a la normalidad – el trabajo- y también descansar algo. Por otra parte creo que hace falta transformar la vivencia en análisis y reflexión y aprovechar las lecciones de esta experiencia.
No puedo dejar de pensar que lo que hemos vivido no ha sido tan sólo las circunstancias de una catástrofe natural sino síntoma de otra catástrofe sin duda más grave: la crisis de la ética en la política que ha provocado un sufrimiento innecesario en miles de personas.
Varios factores y circunstancias son claves por analizar la situación:
La responsabilidad compartida entre los tres niveles de la administración norteamericana. Era decepcionante escuchar y ver en los medios de comunicación las peleas entre ellas, mientras se deterioraban las condiciones de las personas.
Las decisiones políticas previas que se toman y que convierten un huracán en una gran catástrofe:
-el no destinar fondos a reforzar los diques, cuando los informes indicaban que no aguantarían un huracán,
-derogar la norma que declaraba no edificable una amplia zona,
-incrementar la erosión de la protección natural de las marismas y la carencia de un plan de evacuación por parte de las tres administraciones: local, estatal y federal.

Una cuestión más global ha sido la constatación de la carencia “de Estado.” Hay una falta de infrastructuras y de inversión en protección civil fruto de una política ultra-liberal. Un Estado tan raquítico que no prevé ni siquiera tener efectivos para atender a las personas en una crisis. Por cierto, que lo que más nos sorprendió fue la ausencia de crítica a la falta de respuesta del gobierno; no eran demasiado exigentes porque aquellas personas no esperaban nada de su gobierno.
Existe un enorme cuarto mundo en el interior de EEUU que vive en condiciones muy precarias, resultado de un modelo con ausencia de políticas sociales. La opinión pública mundial lo ha podido observar; de hecho, el último informe de las Naciones Unidas sobre pobreza ya incluye datos claves sobre este aspecto. La mayoría de las personas que no pudieron marcharse fue por no tener recursos para hacerlo y eran mayoritariamente negras.
Además, en este modelo de reducir “lo público” al mínimo, hace falta tener en cuenta el presupuesto destinado a la guerra de Irak, incluidos efectivos de protección civil como una parte importante de la guardia nacional de Louisiana.
La cuestión racial ha sido un factor clave,  especialmente en Louisiana. No puedo dejar de preguntarme si hubieran tardado tanto en reaccionar si las víctimas hubieran sido “blancos de clase media”. ¿Eran ciudadanos/as de primera para la autoridad federal? En los últimos días muchas voces lo han planteado también desde los EEUU y era un sentimiento palpable entre las personas hacinadas en el Centro de Convenciones. Algunos defensores de derechos civiles lo han denunciado. Ahora, en las encuestas 6 de cada 10 negros creen que la tardía respuesta es por la raza (más datos).

Por otra parte, el paso de los días y las horas no me pueden sacar de la cabeza que este huracán ha provocado también otra catástrofe: la de la ética de la política pública de EEUU, sumada a los factores de falta de efectivos, el modelo de Estado mínimo, las decisiones previas y la falta de coordinación entre las administraciones.
No tengo ninguna duda que en EEUU hay suficientes recursos para trasladar en pocas horas a soldados y equipos de protección civil a la zona, para garantizar la situación digna de las 100.000 personas y evacuarlas de forma ordenada. De hecho cuando se dedicaron los efectivos necesarios, la evacuación fue rápida... pero pasaron seis días en los que mucha gente enfermó y murió.
Recuerdo que en aquel momento pensé... “haría falta hacer un examen de humanidad a la gente antes de poder acceder a una responsabilidad”.
Hablo de una crisis de ética en la política porque las decisiones de las autoridades no tan sólo no tuvieron como centro a las personas, sino que algunas de las decisiones generaron un mayor sufrimiento a las personas.
Me resultó especialmente impactante escuchar frases en las que la gente denunciaba que la situación era un genocidio moderno, decían que agrupaban a los negros para que murieran, pensaban que los iban a dejar morir o incluso los juntaban para que se mataran entre ellos. Quizás desde fuera pueden parecer frases exageradas, pero era lo que decía la gente y así lo intenté transmitir con fidelidad en mis intervenciones en los medios de comunicación de aquellos días.
A medida que pasaban las horas estas frases eran fruto de la desesperación, porque la gente se sentía  -nos sentíamos- perseguidos, maltratados, torturados, a discreción y voluntad de las autoridades.
¿Pensáis que es extraño sentirlo?
La gente veía como las autoridades traían en camiones de mudanzas a los ancianos -muchos de ellos tuvieron que bajar arrastrándose- y los dejaron en la “selva” en la que en muy pocas horas empezaron a morir.
La policía no respondía cuando le pedían la retirada de los primeros cadáveres. Los primeros efectivos del ejército de los primeros días se dedicaron a patrullar para evitar robos en vez de ayudar y proteger a las miles de personas que seguían sin agua, comida y rodeados de disparos; no nos dejaban salir del Centro aún cuando estábamos sin agua a temperaturas de 35ªC y 90% de humedad, y que los más débiles ya se empezaban a deshidratar.
¿Por qué no anunciaron que no se romperían más diques , ni se inundaría lo que no se había inundado ya cuando el peligro pasó? Mientras, en el interior del Centro de Convenciones y en otras centros de evacuación, se seguía padeciendo la tortura en cada “avalancha” pensando que nos podíamos inundar y ahogar. No anunciarlo provocó heridos, muertes y el pánico de la gente.
¿No creéis que es difícil de entender que el primer cordón policial que se forma en la zona es para proteger el helicóptero presidencial y no para proteger o ayudar a las personas?
En esta crisis no solamente no se han garantizado los Derechos Humanos: se han tomado decisiones que directamente han vulnerado los Derechos Humanos.
La prioridad era vigilar, controlar, patrullar, evitar que se robara, mientras las gente padecía y se empezaba a morir. Sin duda para mí son signos evidentes de la catástrofe más profunda, de la pérdida de la ética en la política, en las decisiones políticas. No hay nada que pueda ponerse por encima de la vida de miles de personas.
No hay ninguna teoría política democrática que apoye que en un caso de emergencia las cosas materiales estén por encima de las víctimas.
Es posible que el hecho de no creer en el Estado, en lo público, al tener como prioridad siempre la propiedad privada y una sociedad individualista donde la política se fundamenta en la imagen y la prioridad en la seguridad entendida solamente como represión, haya conducido al desastre en la ética política.
Se priorizaron las tiendas y las oficinas, la imagen de los dirigentes frente las personas, el concepto de seguridad basado en vigilar a la gente con una mirada puramente represiva.
Intentando sacar aprendizajes de toda esta experiencia, además de la importancia de lo público y de las políticas que evitan que se formen grandes masas de pobreza, lo más importante es que hace falta que el humanismo impregne las decisiones políticas, y que las personas y su bienestar siempre sean en el centro de sus decisiones.
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