Trasversales
Rosa Regàs
Sin protección

revista Iniciativa Socialista 77, otoño 2005

Rosa Regàs (www.rosaregas.net) es escritora y directora de la Biblioteca Nacional

¿Qué otra cosa se puede añadir a todo lo que se ha dicho sobre el horror del huracán Katrina en las costas del golfo de México que ha devastado inmensas extensiones de los Estados Unidos de América, el país más poderoso y rico de la tierra?
Sabemos que Bush retiró los fondos destinados a reforzar los diques que protegían Nueva Orleáns y los desvió a Irak. Que su administración no hizo caso de las voces que anunciaban el desastre. Que cuando llegó se dio la orden de evacuar pero no los medios ni la organización para hacerlo. Que ha habido más víctimas que en el peor ataque terrorista. Que se prestó atención a la hecatombe cuando lo peor había pasado. Y que para enmendar los errores sólo se les ocurrió desplazar soldados de Irak para que dispararan contra los rateros que invadían los supermercados y las tiendas. Incluso sabemos que los damnificados eran en su gran mayoría pobres y negros.
Pero aún siendo estos cargos de difícil comprensión y de más difícil aún aceptación, no nos dan cuenta del error social que subyace en lo que ha ocurrido: dejar la protección de la ciudadanía a los medios de cada cual, como la sanidad y la educación, defendiendo el principio de la privatización de los servicios públicos, o lo que es lo mismo, que quien tenga dinero se lo pague y quien no lo tenga se aguante. Los que se pudieron pagar transportes, los que tenían coches, salieron del infierno del huracán y de la inundación, pero los pobres, que en aquel país son también en su mayoría los negros, tuvieron que quedarse para ver morir a los suyos o morir ellos mismos. Sin un plan de emergencia para casos de la catástrofe no hay forma ni de ayudar ni de organizar, ni siquiera de acudir al lugar del desastre. ¿Cómo podría haber sido de otro modo si para la seguridad pública sólo se dispone de armamento? ¿De qué sirven las armas para huir del huracán?
Al mismo tiempo tenemos que oír críticas de tantos tertulianos que acusan a los españoles de no haber sido solidarios con las víctimas del Katrina. Pero ¿cómo vamos a dar dinero para el país más rico del mundo, quitándoselo a los pobres desgraciados a los que nadie ayuda? ¿Qué sentido tiene ahorrarle dinero a la Administración Bush que es la que debería hacerse cargo de los alimentos, la seguridad y el cobijo de las víctimas, para que guarde estos ahorros para la guerra de Irak o para más guerras que tiene en mente? Incluso la mayoría de ONG han preferido no hacer campaña para lo que a todas luces es un despropósito: dar a quien tiene y no lo utiliza para las necesidades de la población. En Estados Unidos hay 45 millones de personas que no tienen ningún tipo de seguro médico porque el neoliberalismo imperante en aquel país no contempla gastar fondos públicos en la salud de los ciudadanos. De ellos 35 millones viven por debajo del umbral de la miseria. ¿A dónde acuden cuando asoma la vejez, la enfermedad? ¿Quién los cuida? Nadie. Del mismo modo que nadie los ha ayudado cuando ha llegado el huracán.
Ahora sí. Ahora que no se puede devolver la vida a los muertos. ¿De qué le ha servido al país tanta riqueza? ¿Cómo puede querer organizar el mundo quien no sabe siquiera cómo acudir en auxilio de sus propios ciudadanos?
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