Trasversales
Manuela de Madre

Retos inmediatos
para los progresistas en España


Revista Trasversales, número 1, invierno 2005-2006.   Manuela de Madre es vicepresidenta del Partit dels Socialistes de Catalunya y presidenta del Grup Parlamentari Socialistes-Ciutadans pel Canvi en el Parlamento catalán.

Dos años después de la victoria de las izquierdas catalanistas, dos años después del cambio en Catalunya y en España –ahora también en Galicia–, asistimos a una brutal ofensiva de la derecha extrema contra los presidentes Zapatero y Maragall, contra el PSC y el PSOE y contra las fuerzas progresistas.
La derecha extrema que ha secuestrado al PP, al amparo de su dirección, es la pesada hipoteca de Aznar, de la financiación de su partido, de su aparato ideológico y cultural, de quienes definen su estrategia mediática, del entramado digital que une a ultracatólicos, ultraliberales y ultraconservadores. Se inspiran en los “neocons” de Estados Unidos y en el fundamentalismo religioso que está condicionando la política norteamericana.
Todo ello en un contexto internacional preocupante para las políticas progresistas: freno al proceso de integración y consolidación política europea (incertidumbre respecto a la Constitución europea); victoria de los conservadores alemanes, mitigada por la resistencia electoral del SPD; victoria conservadora en Polonia e incremento de la popularidad de peligrosos populismos, como el de Sarkozy en Francia. Y con una situación internacional dominada por el unilateralismo norteamericano. Los retos no se detienen ni esperan, como hemos visto, por ejemplo, en la Cumbre Barcelona+10 o en la Cumbre sobre Kioto, y constatamos –una vez más– que vamos hacia atrás.

La resistencia antidemocrática de la derecha extrema, que pretende monopolizar, secuestrar o silenciar instituciones y partidos, no lo logrará si los progresistas estamos preparados y dispuestos a defender políticamente y democráticamente la propuesta de cambio y de reformas que las mayorías parlamentarias de izquierdas impulsan en España y en Catalunya.

La responsabilidad de los socialistas catalanes en este combate. Debemos acertar en el diagnóstico y en las soluciones para presentar a la sociedad catalana una oferta renovada que actualice nuestra opción permanente para la justicia social. Somos el partido de la justicia social. Pero nuevas exclusiones amenazan nuestra sociedad. Nuevas divisiones tecnológicas, culturales, informativas y generacionales se añaden a las brechas sociales y económicas. Divisiones que crean diferencias entre ciudadanos, que limitan su potencial pleno de ciudadanía y que les excluyen de los circuitos de desarrollo personal y profesional.
Debemos saber encontrar nuevas respuestas a estos nuevos retos fortaleciendo y modernizando el Estado del bienestar. La proximidad y la eficiencia pueden ser clave para atender las demandas sociales y los retos. Nuestro modelo social europeo debe fortalecerse y renovarse. La pobreza tiene rostro pero no tiene fronteras definidas. Sus consecuencias y el debilitamiento del Estado nos afectan a todos y son una amenaza –la más seria– a la estabilidad y al progreso económico.

Lecciones del Katrina y de las banlieues. Debemos sacar conclusiones de las consecuencias de un modelo económico que no entienda y atienda la dimensión social y humana de la actividad económica.
Debemos sacar conclusiones de la crisis del Katrina en  Estados Unidos. Joseph E. Stiglitz analizó el comportamiento de respuesta de la Administración Bush y alertaba:
“A menudo los mercados, con todas sus virtudes, no funcionan bien en una crisis. De hecho, con frecuencia, el mecanismo del mercado se comporta repugnantemente en las emergencias. El mercado no respondió a la necesidad de evacuación enviando enormes convoys de autobuses para sacar a la gente; en algunos lugares, respondió triplicando el precio de los hoteles en áreas vecinas, hecho que, si bien refleja el cambio marcado en la oferta y la demanda, se califica de extorsión en los precios. Un comportamiento así resulta tan odioso porque aporta poco beneficio de reparto y supone un enorme coste distributivo, ya que los que disponen de recursos se aprovechan de los que no tienen.”
Los datos son tozudos y claros. Como Saturno devorando a sus hijos, nos estamos comiendo el planeta con el actual modelo. Es urgente que la capacidad de liderazgo e innovación del mundo empresarial y su voluntad de pervivencia se unan al conjunto de actores políticos e institucionales en un nuevo paradigma empresarial para el nuevo milenio. Sin un compromiso real y evaluable por parte de las empresas, muchas políticas transformadoras no llegan a buen puerto. Es necesario explorar más y mejor estas nuevas alianzas políticas y empresariales para la globalización de los derechos y la sostenibilidad del planeta. Nos hace falta mucho por hacer en este sentido.

Debemos sacar, también, conclusiones de Francia. Esta revuelta no concierne sólo a los habitantes de Seine-Saint-Denis; es contagiosa y se está generalizando; viene de lejos. Es la consecuencia de una falta de atención y de interés por una juventud que malvive. “Estos jóvenes –nos recordaba Tahar Ben Jelloun– no son extranjeros, no son inmigrantes, son franceses venidos a menos, con un destino frustrado por la pobreza, por un entorno social malsano y por una historia que se ha convertido en una desventaja. Son franceses de segunda clase por ser hijos de inmigrantes, por no ser completamente blancos de piel y per no sacar buenas notas…”
El Presidente Maragall lo vio claro antes que nadie: barrios seguros, escuelas dignas, más maestros y más médicos. Los últimos veinticinco años, los pueblos y ciudades de Catalunya han tenido una evolución que debemos considerar positiva. Ahora bien, muchas áreas de ciudades catalanas sufren problemas urbanísticos y sociales importantes que, en algunos casos, han tendido a agravarse: problemas demográficos, carencias económicas y sociales, etc.,  confluyen a menudo con problemas de tipología diversa, que afectan negativamente el bienestar de los ciudadanos que viven en ellas y son un impedimento para la cohesión social y el desarrollo económico.

Acertar los diagnósticos es la base del acierto en las respuestas. Debemos exigirnos más para encontrar las fórmulas que, a la vez que gobernamos, amplíen la base cultural, conceptual y política de modelos progresistas. Los retos de gestión, los retos políticos, no los superaremos sin una gran capacidad de creación, mantenimiento y refuerzo de los valores progresistas y solidarios de nuestra sociedad. No nos jugamos una u otra reforma. Ni tan sólo un resultado electoral. Está en juego la hegemonía política y cultural para los próximos 25 años. Años básicos. Años determinantes. Y debemos estar preparados. El combate es ahora y aquí, pero la propuesta debe de mirar a medio y largo plazo. Los socialistas catalanes estaremos allí.
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