Trasversales
Adrienne Rich

La poesía es un derecho humano
La palabra de... Adrienne Rich


Revista Trasversales número 2,  primavera 2006

ADRIENNE RICH (1929, Baltimore) es poeta y destacada teórica del feminismo y, en particular, del feminismo lesbiano, autora de ensayos tan influyentes como Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence. Este poema ha sido extraído del libro Poemas (1963-2000), editorial Renacimiento, 2002, con autorización de María Soledad Sánchez Gómez, autora del prólogo, la traducción y las notas, de quien publicamos en esta misma revistal  una breve introducción a la figura de Adrienne Rich escrita especialmente para este número de Trasversales. © Adrienne Rich ©  2002. Editorial Renacimiento. © de la edición María Soledad Sánchez Gómez.





TIEMPO NORTEAMERICANO

I
Cuando mis tiempos dieron signos
de volverse
políticamente correctos
no imágenes indómitas
que escapan de los límites
cuando al caminar por la calle vi
que se elegían temas por mí
supe de qué cosas no hablaría
por miedo del uso que les dieran los enemigos
entonces empecé a hacerme preguntas

II
Todo lo que escribamos
será usado contra nosotros
o contra quienes amamos.
Estas son las condiciones,
las tomas o las dejas.
La poesía nunca tuvo ocasión
de estar lejos de la historia.
Un verso mecanografiado hace veinte años
puede ser una pintada que brilla en una pared
para exaltar el arte distanciado
o tortura de quienes
no amábamos pero tampoco
queríamos matar.
Cambiamos   pero nuestras palabras permanecen
se hacen responsables
de más de lo que pretendíamos
y esto es privilegio verbal.

III
Intentar sentarse a la máquina de escribir
una cálida tarde de verano
en una mesa junto a una ventana
en el campo, intentar fingir
que tu tiempo no existe
que tú eres simplemente tú
que la imaginación se extravía simplemente
como una gran polilla, sin intención
intentar decirte a ti misma
que no tienes compromiso
con la vida de tu tribu
el aliento de tu planeta.

IV
No importa lo que piensas.
Las palabras serán consideradas responsables
cuanto puedes hacer es elegirlas
o elegir
seguir en silencio. O nunca tuviste elección,
que es por lo que las palabras que perduran
son responsables
y esto es privilegio verbal.

V
Imagina que quieres escribir
sobre una mujer que entreteje
el pelo de otra mujer-
dejando que cuelgue, o con cuentas y conchas
en trenzas de tres cabos o como filas de granos-
mejor sería que supieras el grosor
la largura     el modelo
por qué decide trenzarse el pelo
cómo se lo hacen
en qué país sucede
qué más sucede en ese país
Tienes que saber estas cosas

VI
Poeta: hermana:   palabras-
nos guste o no-
perduran en un tiempo propio.
No sirve lamentarse   Lo escribí
antes de que Kollontai fuese exiliada
Rosa Luxemburg, Malcolm,
Anna Mae Aquash, asesinados,
antes de Treblinka, Birkenau,
Hiroshima, antes de Sharpeville,
Biafra, Bangladesh, Boston,
Atlanta, Soweto, Beirut, Assam

-esos rostros, nombres de lugares
cercenados del calendario
del tiempo norteamericano

VII
Pienso esto en un país
donde las palabras se quitan de las bocas
como el pan se quita de las bocas
donde los poetas no van a la cárcel
por ser poetas, sino por ser
de piel oscura, mujeres, pobres.
Escribo esto en un tiempo
en el cual lo que escribimos
puede usarse contra quienes amamos
en el que no se da nunca el contexto
aunque intentemos explicarlo, una y otra vez.
Por el bien de la poesía al menos
tengo que saber estas cosas.

VIII
A veces, planeando de noche
en un avión sobre la ciudad de Nueva Yorkb
me he sentido como una mensajera
llamada a entrar, destinada a unirse
a este campo de luz y oscuridad.
Una ambiciosa idea, surgida de volar.
Pero bajo esta ambiciosa idea
se halla la reflexión de que a lo que debo unirme
después de que el avión haya rugido en la pista
después de subir mis viejas escaleras, sentarme
ante mi vieja ventana
va a romperme el corazón y reducirme al silencio.

IX
En Norteamérica el tiempo tropieza
sin avanzar, liberando sólo
un cierto dolor norteamericano.
Julia de Burgos escribió:
Que mi padre fuera esclavo
es mi dolor;   que hubiera sido amo
habría sido mi vergüenza.

Palabras de una poeta, colgadas de una puerta
en Norteamérica, en el año
mil novecientos ochenta y tres.
La luna casi llena se levanta
hablando eternamente de cambio
por encima del Bronx, el río Harlem
las ciudades sumergidas de Quabbin
los túmulos funerarios saqueados
las ciénagas tóxicas, los campos de pruebas
y empiezo a hablar otra vez.



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