Trasversales
José Luis Redondo

Las armas nucleares y el caso de Irán


Revista Trasversales número 2,  primavera 2006



La pluralidad de los conflictos que vive el mundo después de la caída del muro de Berlín ha dejado en segundo plano la atención sobre el desarme nuclear.
La disminución de este tipo de armamentos, que había comenzado en EEUU y Rusia, se ha detenido. La existencia del Tratado de no proliferación de armas nucleares (TNP) no ha impedido su extensión a nuevos países que no han firmado dicho tratado, como India, Pakistán e Israel. Actualmente tienen armas nucleares y medios para lanzarlas EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán e Israel (aunque sin declararlo). Los últimos tres casos, armas en manos de países tradicionalmente enfrentados o en áreas conflictivas como Oriente Medio, abren una gran amenaza para la humanidad. Es verdad que India y Pakistán están acercando posiciones, pero la situación puede empeorar mientras exista el conflicto por Cachemira. Por último, Corea del Norte e Irán se convierten en los nuevos aspirantes a la posesión de la bomba atómica.

Es necesario afirmar tajantemente, como reconoce el TNP, que la difusión del armamento nuclear es un peligro para la humanidad. Hay quien utiliza razonamientos sobre el derecho hipotético de que las tenga cualquier país, no permitiendo la exclusividad de los que ya las habían conseguido. Los que así razonan menosprecian el potencial destructivo del empleo de dichas armas, con efectos radiactivos no controlables. Basta recordar Hiroshima y Nagasaki. Cuanto más extendida esté su posesión, mayor peligro habrá de que sean empleadas en conflictos entre Estados enfrentados, además de su cada vez más difícil control. Grupos terroristas como Al Qaeda han estudiado su utilización. Se trata, por tanto, de contener su extensión, procediendo además a su reducción y control por acuerdos internacionales. Entre los despropósitos que se han oído últimamente están las declaraciones de Chirac sobre el derecho de Francia a utilizarlas. La comunidad internacional debe presionar ante declaraciones irresponsables y avanzar en el desarme nuclear y en el cumplimiento íntegro del TNP.

El caso de Corea del Norte ha supuesto una amenaza a la no proliferación. Ante ella, Corea del Sur ha intentado afrontar el desafío a través de negociaciones, mientras EEUU ha favorecido el enfrentamiento. Afortunadamente, parece que con la mediación china tiende a solucionarse, apoyando el uso de la energía nuclear en centrales eléctricas.
La incorporación de Irán al control del enriquecimiento del uranio ha abierto una crisis de más difícil solución. Se sabe que Irán ha adquirido conocimientos en esta materia a partir de los científicos paquistaníes y que ha comenzado, en secreto, a realizar procesos que pueden conducir a la fabricación de una bomba de fisión. Por ello está siendo investigado por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), encargada de revisar la situación de seguridad nuclear según indica el TNP.

¿Por qué puede considerarse peligroso el proceso iraní? Irán dice que sólo quiere producir centrales eléctricas de energía nuclear. Esto ya es sospechoso en un país que es uno de los mayores productores de petróleo, que sin embargo apenas refina, teniendo que comprar los derivados después de exportarlo y con sobrecoste.
Para una central nuclear de uranio se necesita aumentar la concentración del uranio 235 hasta máximos del 20%. El uranio 238 no se fisiona y no produce energía, es el mayoritario en la naturaleza, teniendo proporciones muy bajas del uranio 235. Sin embargo, una bomba de fisión tiene que tener hasta un 90% de uranio 235. La única diferencia, si se controla la tecnología de separación, es el tiempo y los medios para producir la “bomba”. Parece que Irán está usando la centrifugación del gas hexafluoruro de uranio para ir separando las moléculas del formado por el isótopo U(235) frente al U(238).
Irán ha ocultado a la OIEA los pasos que ha dado en el proceso de enriquecimiento y ha producido sospechas fundadas sobre sus fines. Ante esta situación se produce de nuevo la diferencia de enfoque entre EEUU, dispuesta a denunciar a Irán ante el Consejo de Seguridad de la ONU, y la UE, Rusia y China, pretendiendo agotar todos los pasos en una negociación previa. La propuesta de Rusia de producir el uranio enriquecido en consorcio con Irán podría ser una solución, sin embargo en Teherán pretenden poder controlar la tecnología del enriquecimiento y, por lo tanto, poder hacer una bomba de fisión, aunque declaran que no quieren producirla. La OIEA deberá examinar la situación y plantear sanciones, si así lo estima, al Consejo de Seguridad de la ONU. Los informes previos son desfavorables a Irán.

Las sanciones diplomáticas o económicas pueden ser difíciles de aprobar y más todavía de aplicar. Irán tiene la llave de la producción petrolífera que puede manejar subiendo los precios; Rusia está montando una central nuclear en el país, China tiene acuerdos comerciales y, por si faltaba algo, EEUU acaba de acordar ayudas en tecnología nuclear civil a India, que no ha firmado el TNP y tiene armas nucleares. Las sanciones, en el caso de que se impongan, no van a afectar demasiado a Irán y puede robustecer el nacionalismo iraní. Por otra parte, dejar progresar el control tecnológico sería dar una carta en blanco a cualquier país que pretenda desarrollar el armamento nuclear.
El presidente de Irán, Ahmadinejad, vomita truculencias, desde negar el derecho a la existencia de Israel hasta convocar un congreso sobre la no existencia del holocausto. Las posiciones antisionistas han provocado el apoyo de la ultraderecha europea con posiciones comunes. Quiere esto decir que la política actual de Teherán aparece como un foco de desestabilización, que se convertiría en muy peligroso si controlara el armamento nuclear. El que Irán se convierta en potencia nuclear no va a ser aceptado por Israel y tampoco puede ser bien recibida por los países árabes colindantes, suníes frente al chiísmo iraní. Cabe esperar que puedan triunfar los partidarios de la negociación como la UE, pero para eso debe cambiar la posición iraní. Si no hay acuerdo y se produce una escalada, podría darse el bombardeo del centro de investigación nuclear de Natanz por los israelitas, con el beneplácito de EEUU. No debe esperarse que Israel se quede de brazos cruzados, Irán está demasiado cerca. Así que parece probable que este conflicto sea uno de los focos de mayor desestabilización del mundo en el futuro.

En cualquiera de los escenarios la posesión de armas nucleares debe volver a ocupar el interés y la preocupación de los gobiernos y de las opiniones públicas. Se deberían volver a activar los movimientos antinucleares, impulsar el cumplimiento efectivo del TNP. Por el porvenir de la humanidad, la utilización de la bomba atómica debería ser imposible en  cualquier conflicto bélico futuro.


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