Trasversales
Consejo editorial

Pirómanos en Oriente Medio


Revista Trasversales número 4,  otoño 2006




Incendios provocados por estrategias de dominación. Mucho sufrimiento. Palestinos bajo ocupación israelí, libaneses bombardeados, mujeres sometidas a un esclavismo patriarcal, iraquíes asesinados por invasores o por milicias religiosas…
Los más activos pirómanos del Gran Oriente Medio son  movimientos políticos globales con ideologías y ambiciones reaccionarias: neoconservadores y extremistas islamistas.

El núcleo neocon reside en la Administración Bush y cuenta con adeptos fieles, como Aznar, e interesados aliados, como los dirigentes israelíes. Ansia de poder, mesianismo ideológico e intereses mezquinos. Su estrategia, agresiva, autoritaria y belicista, se dice "guerra al terror" tras los salvajes atentados del 11-S, pero marcan sus prioridades las fobias de una camarilla y el olor del petróleo, lo que permite comprender el escaso interés puesto en perseguir a Bin Laden o el casero desvarío que en España difumina la autoría islamista de la masacre del 11-M pero se exalta con la "invasión musulmana" del siglo ocho.
¿Guerra al terror? Recorte de derechos civiles, torturas, secuestros, detenciones indefinidas, guerras injustificadas, racismo… La "democratización" neocon del Gran Oriente Medio consiste en la creación de una red de heterogéneos gobiernos amigos impuestos por la fuerza, respaldados si es posible por algún proceso electoral con ganador "adecuado", pero sin compromiso con la democracia y los derechos humanos.
Los aparentes éxitos militares de esta estrategia han sido fracasos políticos que resaltan su capacidad de destruir y su incapacidad de crear hegemonía política-cultural. En Irak, donde la situación de la mujer ha tenido un notable retroceso y miles de civiles han sido asesinados por fuerzas de ocupación, milicias religiosas, escuadrones de la muerte, Al Qaeda y otros grupos armados, la invasión ha entregado la mayor cuota de poder a los aliados de Ahmadineyad y de los ayatolas iraníes, pese a que éstos sean para la Casa Blanca el nuevo "eje del mal". En Palestina, los gobernantes israelíes, alentados por Bush, han recrudecido el conflicto y lo ha extendido hacia Líbano, dando otro giro de tuerca a la intolerable opresión de la población palestina sin que por ello la israelí esté más segura. En Afganistán, pese al efecto positivo que tuvo la expulsión del poder de los talibanes y el restablecimiento legal de algunos derechos de las mujeres, la situación se deteriora ante la total indiferencia de Bush.

Los extremismos islamistas representan otro proyecto imperial de dominación, feroz, con voluntad de permanencia y expansión. En cada hogar, comunidad, sociedad o Estado, quieren un poder totalitario, un brutal sistema de dominación teocrática y patriarcalfascista bajo la coartada de cumplir la "palabra" de Alá. Ese islamismo es una amenaza global a la igualdad, a la libertad, a la autonomía personal y colectiva, a todas las mujeres. No es reacción a la opresión, sino una opresión absoluta… que se beneficia de cada injusticia causada a la población árabe o islámica del mundo, su principal víctima.

La descabellada y brutal estrategia neocon ha favorecido el ascenso de estos movimientos islamistas a partir de la invasión de Irak, donde las milicias religiosas hacen estragos impunemente. Al Qaeda, aislada tras el 11S, ha incrementado después su fuerza y capacidad de reclutamiento. El comportamiento de los líderes israelíes, que siguen cerrando el paso a la convivencia entre Israel y un Estado palestino conexo, viable y soberano, ha sido factor decisivo para el fortalecimiento de Hezbolá en Líbano y de Hamás en Palestina. La influencia islamista se ha convertido en un fenómeno global, en Sudán y Somalia, en Pakistán y Egipto, en Arabia Saudí y Afganistán, en Marruecos e Indonesia, e incluso en las comunidades islámicas europeas. En Irán, la aspiración de civilidad y libertad presente en su sociedad urbana ha sufrido una dura derrota, y las bravuconadas intervencionistas de Bush la dañan.
Neocon e islamistas se "reciproalimentan". Las estrategias de alineación con la política exterior con Bush o de "frente anti-imperialista" con los teócratas patriarcales no favorecen democracia o liberación alguna, no ayudan a palestinos ni a libaneses, ni a las mujeres esclavizadas ni a los demócratas iraquíes. El Gran Oriente Medio requiere una vía que no está "entre" neocon e islamistas, sino contra ambos, sabiendo adaptarse a peculiaridades y combinar urgencias pero sin echarse en brazos de corrientes de opresión y explotación. Allí mismo hay mujeres y hombres construyendo ese camino, arriesgando sus vidas, calumniados y perseguidos por unos y otros. No les abandonemos.

Desde la Unión Europea se han dado pasos en ese camino, con cierto distanciamiento respecto a EEUU, pero, dada la gravedad de los retos, son pasos insuficientes y tímidos, como muestran las oscilaciones y paradojas de la actitud europea ante Palestina, especialmente las sanciones a su gobierno electo -sufridas por su sociedad- sin que con los gobernantes israelíes se haya ido más allá de las recomendaciones y peticiones de rigor. Se requiere un giro mucho más decidido, tanto en el papel autónomo a jugar por la diplomacia europea en la comunidad internacional frente a la estrategia neocon y frente a las presiones liberticidas de las diversas "iglesias", como en la política interior europea, donde el urgente combate contra el racismo y la exclusión debe marchar de la mano de la indeclinable tarea de crear una sociedad laica, sin privilegios para nadie ni cotos cerrados en los que la autonomía personal sea abolida y las creencias personales de unos se conviertan en normas obligadas para otros y, sobre todo, otras.

Como bien sabemos, para que los gobiernos se muevan hay que empujarles. Hagámoslo.



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