Trasversales
Miquel Monserrat

El otro cine: Amos Gitai
Revista Trasversales número 4,  otoño 2006


 
Amos Gitai (1950) es un  cineasta israelí muy ausente y muy presente en España. Presente, pues es habitual de la Semana de Cine de Valladolid. Ausente, porque sus películas o no llegan o pasan rápidamente por alguna sala de ciertas grandes ciudades, aunque la última, la excelente Zona libre, haya durado algo más.
No obstante, una caja con cuatro de sus películas en vídeo, editada por Divisa, permite un acercamiento más reposado. Para mí, Gitai es un gran cineasta, y siento que tiene varios puntos de contacto con un enorme maestro del cine contemporáneo, Theo Angelopoulos.

El pack citado está compuesto de Kadosh (“sagrado”), Kippour (“perdón”), Kedma (“hacia Oriente”) y Alila (no sé muy bien qué quiere decir, quizá algo así como “entramado”).

Kadosh (1999) pone de relieve el machismo de las “religiones del libro”, esta vez a través de un comunidad ultraortodoxa judía de Jerusalén, cuyos hombres, al levantarse dan gracias a su dios por no haber nacido mujer. Nos muestra la cara más despiadada de “los piadosos”, el horror de la opresión más duradera y extendida.

En Kippour (2000) vemos la vida de algunos jóvenes judíos en 1973, durante la guerra de Yom Kippur, en una unidad aerotransportada de salvamento. No hay análisis sobre causas, ni sobre razones de unos u otros. Muestra, con serenidad, los horrores de la guerra, el desprecio que los soldados van adquiriendo hacia los capitostes militares. No emite juicio sobre si en ciertos casos la guerra puede ser necesaria, pero desprecia a quien la ame.

Kedma (2002) nos coloca en 1948. Dos exilios, dos huidas, con destinos muy diferentes pero enlazados. Judíos embarcados hacia Palestina, tratando de alejarse del horror que les había deparado Europa; nos recuerdan entonces a los albaneses que retrata Amelio en Lamerica. Palestinos árabes expulsados de sus tierras por los recién llegados, que son convertidos en soldados invasores antes de ni siquiera saberlo. Y dos voces estremecedoras y proféticas, la de Yussuf, palestino, y Janusz, judío, el derrotado dispuesto a resistir hasta el fin de sus días y el vencedor horrorizado de serlo y de negarse a sí mismo con ello.

Alila (2003) quizá sea de las películas menos valoradas de Gitai, aunque creo que es una de sus mejores y más demoledoras obras. Un viejo y destartalado edificio de vecinos. Israelíes que se mueven en la frontera social, solitarios, empobrecidos o escondidos, y, más bajo, los “sin papeles” asiáticos, utilizados o expulsados arbitrariamente, sustitutos de la mano de obra palestina, barata pero temida. Más abajo aún, o tal vez más arriba, sobre sus cabezas, los no-vistos e ignorados, pero siempre presentes. Aquellos que, como última barrera ante la humillación, les permiten decir “ni que yo fuese árabe”. En la mierda, pero con el “honor” de “no ser árabes”.

Las películas de Gitai son gran cine y nos ayudan, sin soflamas, a entender algo mejor la tragedia que arrasa a palestinos e israelíes.

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