Trasversales
José M. Roca

El pecado original

Revista Trasversales número 4,  otoño 2006



El empecinamiento de los dirigentes del Partido Popular en seguir utilizando los atentados del 11 de marzo como argumento en su labor opositora se puede calificar de obsesión. Al cabo de dos años y medio de aquel terrible suceso, tras concluir sus trabajos la comisión de investigación del Congreso y quedar el sumario judicial a la espera de fijar la fecha del juicio -probablemente, en febrero próximo- a las 28 personas acusadas de participar en él, el PP insiste en que no se quiere investigar a fondo y que se tapa la verdad, la única “verdad” que al PP le interesa: que ETA, en grado de autora intelectual, agente colaborador o instigador, aparezca implicada de alguna manera.


En el PP necesitan como el aire hallar algún indicio, algún rastro por nimio que sea que permita abrigar alguna duda sobre las conclusiones de la comisión de investigación y sobre el sumario judicial instruido por el juez Del Olmo. Algo a lo que aferrarse que vincule a ETA, que lleve hasta ETA, por muy tortuoso que sea el camino; algo que huela a ETA, para justificar el antidemocrático y alevoso comportamiento del Gobierno de Aznar, entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, al atribuir a ETA la autoría del atentado por cálculo electoral. Ése es el pecado original que el PP arrastra en esta legislatura y que trata como sea de tapar o de borrar.
En gente creyente, lo mejor para lavar el pecado original es el agua clara (y bendecida), pero en el PP son creyentes a su manera y prefieren el fango.
En su ayuda acudió bien pronto una legión de escribanos, que desde La Razón, El Mundo, la emisora episcopal y otros medios, pusieron en circulación una historia delirante en la que todo el mundo (el PSOE, la policía, los servicios secretos, el gobierno francés y el marroquí) conspiraba, menos el PP, justo lo contrario de lo ocurrido, porque, si hay que hablar de conspiración, hay que citar al Gobierno de Aznar montando entre el 11 y el 14 de marzo una colosal mentira sobre la autoría del atentado, cuando ya la prensa nacional no adicta, prensa y agencias extranjeras, las cadenas de televisión internacionales y los gobiernos de otros países señalaban a fanáticos islamistas como autores de la matanza de Madrid.

El diario El Mundo no ha escatimado fantasía en su esfuerzo por ayudar al PP a salir del brete en el que se había metido por sus acrisoladas malas artes (hagamos memoria). Y desde bien pronto proporcionó una serie de “indicios” que, según sus autores, invalidaban la investigación judicial y la parlamentaria. Los datos “incontestables”, como aseguró Aznar en la comisión de investigación, que mostraban los vínculos entre ETA y los yihadistas resultaron ser unos ocasionales encuentros en los patios de las cárceles; un contacto con las cooperativas de Mondragón resultó ser una cinta de la orquesta del mismo nombre hallada en la furgoneta Kangoo; una mochila que alguien habría puesto en el lugar de los hechos para despistar, pero que se demostró que estaba allí desde el principio; más tarde, las confidencias de un delincuente, al que se piden cientos de años de cárcel y que, como luego se ha sabido, cobraba por contar lo que fuera, y de cuyas declaraciones se conocen, al menos, seis versiones distintas.
Otro elemento de duda introducido por el peculiar periodismo de investigación ha sido señalar que no se conocía el explosivo utilizado el 11-M. Lo cual ha sido desmentido por la Audiencia Nacional, que ha acreditado que la dinamita Geco procedía de la mina “Conchita”, facilitada por Trashorras. Contradiciendo a El Mundo, el diario ABC señalaba (15-9-2006) que, estando el PP en el Gobierno, la policía no pudo establecer el explosivo utilizado por ETA en nueve atentados.

El último descubrimiento aportado por El Mundo han sido los informes de unos peritos sobre la fabricación de explosivos con ácido bórico, sustancia hallada en el domicilio de un islamista en Lanzarote, en 2004, en el de un miembro de un grupo radical, en 1999, y en la casa alquilada en Salamanca por el comando Madrid, en 2001. La pista del boro ya había sido desestimada, en 2004, por la Audiencia Nacional como componente en la fabricación de explosivos. El ácido bórico se utiliza en la higiene íntima y para aliviar la sudoración de los pies, lo cual pudiera probar que tuviera ese uso tan habitual por parte de los detenidos, pero no que estuvieran conjurados y lo utilizaran para fabricar explosivos, pero eso no amilanó al PP, y Zaplana, apoyándose en estos informes, exigió en el Congreso la dimisión del ministro del Interior, Pérez Rubalcaba. Luego se ha conocido que los informes estaban amañados, no sabemos si a conveniencia de El Mundo o del PP, y sus autores han sido procesados por el juez Garzón.
Cada una de estas mamarrachadas, puestas en marcha por un editor con pocos escrúpulos y magnificadas por la emisora de los obispos, ha sido seguida dócilmente por el PP, que las ha convertido en la base de sus intervenciones parlamentarias para acusar al Gobierno de ocultar pruebas y de no querer investigar, hasta que el día 20 de septiembre, en el Congreso, diez partidos decidieron oponerse conjuntamente a los intentos de los populares para intoxicar las sesiones parlamentarias tratando de forzar que el Congreso se pronuncie sobre los delirios de unos periodistas y las ansias de revancha de los dirigentes del Partido Popular.
El dislate es monstruoso. Los diarios de la derecha (ya extrema) y la emisora episcopal van amontonando mentiras, que los demás deben esforzarse en desmontar con pruebas, para mostrar que ha existido una conspiración tan bien urdida que no hay pruebas para probar que existió, porque se han hecho desaparecer o han sido amañadas para incriminar a otros. Esos “otros” son los fanáticos islamistas, contra los cuales Aznar lanza, en el extranjero, todo tipo de denuestos en su cruzada particular. Pero en el PP hasta ahora han podido soportar bien esa contradicción -en el extranjero, los autores del 11M son islamistas, porque conviene para apoyar la política de Bush, y, en España, son etarras para encubrir las mentiras del Gobierno de Aznar-, porque el objetivo merece la pena: reabrir el sumario del 11-M para investigar las fantasías sugeridas por El Mundo y la COPE y así posponer el juicio hasta después de las próximas elecciones generales.

La independencia del País Vasco: el pago de la conspiración


La teoría de la conspiración, que inicialmente conjuraba etarras e islamistas, agentes secretos españoles, marroquíes y franceses y policías españoles amigos del PSOE, para producir un vuelco electoral que echase al PP del Gobierno, se ha ampliado luego, a medida que la investigación no relacionaba a ETA con los atentados, a los cuerpos de seguridad, judicatura, parlamento y prensa. En realidad, según el PP están conjuradas todas las instituciones del Estado que han participado en las investigaciones y señalado como autores de la masacre a los yihadistas. Con lo cual, los dirigentes del PP, con tal de salvarse y apoyándose en fábulas, no han dudado en despreciar el trabajo de quienes han estado investigando los atentados. Y, en un gesto muy propio de gente irresponsable, no han dudado en descargar su responsabilidad en los cuerpos de seguridad y justicia que ellos dirigieron cuando gobernaban. Debe recordarse que, en la comisión de investigación, Aznar descargó la suya en Acebes y que éste, mansamente, la aceptó, pero ha hecho lo mismo con los mandos policiales que estuvieron a sus órdenes.

Pero la teoría de la conspiración va más lejos. Cuando se ha entrado en un proceso de negociación con ETA, que puede acabar con la violencia en el País Vasco y el terrorismo en el resto del país, desde el PP se desacredita este intento con el argumento de que supone la rendición del Estado ante ETA. Es decir, el PSOE agradece a ETA el haberle llevado al Gobierno, aún de manera tan cruenta, y paga el favor cediendo a los requerimientos de la banda. De ahí vienen las ideas de la entrega de España, de la ruptura de España, de rendirse ante ETA, que aparecen en boca de los dirigentes del PP un día sí y otro también, y la insistente pregunta sobre si se permitirá la anexión de Navarra al País vasco, como reclaman los etarras. Y así, un disparate tras otro.
Estos disparates han creado un clima de inquietud en la derecha -ahí está el artículo de Hernández Mancha en El País, “España no se rompe”, pidiendo a Rajoy que reaccione- que se trasluce en sus medios de expresión. Y uno de ellos, el diario ABC, ha decido plantar cara a esa estrategia, en la que han coincidido las necesidades del PP de tapar su pecado original y las del diario El Mundo de aumentar el número de sus lectores a base de amarillismo político, arrebatando con ello lectores al ABC, con la ayuda de la COPE que hace unos meses invitaba a los suscriptores del diario de los Luca de Tena a darse de baja, lo cual provocó que Vocento, el grupo editor de ABC, demandara a la COPE ante el Tribunal de Defensa de la Competencia por denigrar a un competidor.

El editorial del día 15 de septiembre titulado “ABC, Jiménez y Ramírez”, dejaba clara la diferencia entre la larga tradición de decencia del diario y la caricatura de periodismo que practican tanto Ramírez como Jiménez Losantos. Y además advertía al Partido Popular del peligro para la causa del centro derecha si se sumaba al debilitamiento de las instituciones del Estado arrastrado por una operación comercial. Ese mismo día, un artículo en la “tercera” acusaba a la dirección del PP, y particularmente a Rajoy, de haber sido secuestrada por el discurso radical de unos fanáticos, que conduce a la derrota electoral.

Y, efectivamente, cuesta entender que en el PP, salvo los suaves desmarques de Gallardón y de Piqué, no hayan reaccionado, pero la fijación compulsiva en el 11-M les lleva a creer a pies juntillas lo que diga cualquier periodista o agitador social y a fundar su estrategia en el doble y complementario objetivo de erosionar a un gobierno salido “ilegítimamente” de las urnas, en marzo de 2004, y tratar de rehabilitarse por lo que hicieron entre el 11 y el 14 de ese mes. Y con ello, llegamos a una disyuntiva. O en el PP están secos de ideas y carecen de otro programa que no sea negarse a todo y volver una y otra vez sobre el 11-M, o se trata de abrasar al actual equipo dirigente dejándole que al defenderse a sí mismo defienda el mandato de Aznar. Entonces, si ese equipo, que mintió en marzo de 2004 para intentar ganar las elecciones tramposamente y ha seguido mintiendo después para tapar aquellas mentiras, perdiera las próximas elecciones estaría justificando su relevo por sus reconocidos fracasos. Sería un equipo amortizado, cuyo trabajo primordial en esta legislatura habría sido tratar de tapar las responsabilidades de Aznar y erosionar al Gobierno de Zapatero.



Trasversales