Trasversales
David Casacuberta

Aprendizaje Remixed
Educar en valores y ciudadanía a partir de sistemas digitales descentralizados


Revista Trasversales número 6,  primavera 2007


 

Es sorprendente lo poco que ha cambiado el proceso educativo a lo largo de nuestra historia. Aulas, pizarras y tarimas siguen siendo el componente central del proceso. Quizás hayamos cambiado algunos elementos tecnológicos, y así la presentación digital va quitándole terreno a la pizarra, pero el método de base sigue siendo el mismo. Al igual que Platón o Aristóteles en sus respectivas escuelas, seguimos defendiendo un modelo puramente transmisor de conocimiento en el que el profesor que sabe mucho de un tema transmite de forma unidireccional ese saber a sus discípulos, que no saben tanto -o quizás nada- del tema. Las preguntas y aclaraciones están ciertamente permitidas por el proceso, que potencia básicamente los mecanismos unidireccionales y pasivos por parte del alumno para acceder al conocimiento.
Buena parte del desarrollo del aprendizaje a distancia o e-learning utiliza un modelo similar. El alumno recibe ciertos textos o material multimedia que supuestamente codifican todo el conocimiento que necesita saber y el alumno los estudia en casa con la posibilidad de preguntar al profesor vía correo electrónico. Pero el sistema sigue estando basado en la transmisión unidireccional y gira complemente alrededor de la premisa del profesor como único poseedor del conocimiento.

Nada más lejos de mi intención que criticar la efectividad de este sistema. Evidentemente, es una forma sencilla y eficaz de transmitir conocimiento. Si nos enfrentamos a informaciones muy especializadas, seguramente es la solución más sencilla. Sin embargo, no es ni mucho menos la única. Cualquier enseñanza puede mejorarse abandonando este modelo tan rígido de la comunicación unidireccional. Sin embargo, cuando hablamos de educación en valores, ciudadanía y en general de toda la información implicada en nuestra actividad política, la necesidad de abandonar el modelo del experto que comunica unidireccionalmente no es simplemente una mejora, es algo clave sin lo cual el proceso educativo no tiene sentido.

El problema


Ciertos tipos de enseñanza aparecen claramente contradictorios cuando se presentan en el modelo tradicional de aprendizaje. Como en la famosa paradoja de “mi destino es ser libre”, resulta ciertamente extraño escuchar a un profesor diciéndonos que tenemos que ser críticos y no aceptar informaciones que no han sido contrastadas, cuando él o ella en clase actúan precisamente de la forma contraria, sin especificar esas fuentes alternativas y creando en general el ambiente de que la verdad es algo que se conseguirá pasivamente, escuchando al profesor y nada más.
Lo mismo sucede en los procesos de enseñanza de valores o de ciudadanía. ¿Qué clase de impresión se va a llevar un estudiante al que se le dice que se le va a enseñar a ser un buen ciudadano y a entender valores como la tolerancia y el respeto para luego sufrir un curso en el que simplemente se espera de él o ella que acríticamente memorizen los artículos de la Constitución?

Educar en política, educar para la acción y reflexión, implica no simplemente transmitir datos, algo para lo que el modelo tradicional funciona estupendamente, sino muchas más cosas. Entre otras, implica enseñar a usar el pensamiento crítico, a no tomar las afirmaciones que oímos de manera directa sino a pensar nosotros mismos y en valorar la credibilidad de lo que se nos dice. Ésta es una habilidad que no parece excesivamente extendida en nuestro país, cuando se piensa en que, según una encuesta reciente, un tercio de los ciudadanos encuestados creían que había “gato encerrado” y algún tipo de conspiración en los atentados del 11-M en Madrid. Un fenómeno así habría sido imposible sin el consciente uso por parte de la derecha más reaccionaria de la tendencia de los ciudadanos a aceptar de forma acrítica informaciones que surgen de ciertos puestos de autoridad, sin cuestionarse si realmente son informaciones lógicas y consistentes o no.
Para que ello sea posible, necesitamos crear hábitos de contrastar la información, buscando múltiples fuentes para así tener más opciones a la hora de intentar establecer la verdad. Finalmente, tratándose la política de algo eminentemente complejo, que implica la revisión de muchos datos en paralelo para poder hacer una comparativa, necesitamos diseñar sistemas de presentación de la información que faciliten las decisiones y acciones a nivel político.

Todos estos procesos pueden organizarse sin necesidad de las nuevas tecnologías, claro está. Ejemplos de pedagogías alternativas así las podemos encontrar a lo largo de la historia. Pero claramente las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) pueden ser poderosas facilitadoras de este tipo de procesos. A continuación explicaremos cómo pueden utilizarse en este sentido.

Un precedente: Otto Neurath y el Isotype

Otto Neurath fue un filósofo claramente heterodoxo que se interesó en combinar el marxismo con la nueva filosofía de la ciencia y en darle dimensión ética a las investigaciones lógico-matemáticas de autores tan eminentemente abstractos como Frege, Russell o Wittgenstein. De hecho, sus intereses en los aspectos más sociales de las teorías científicas hicieron de él uno de los padres de la sociología y le hicieron implicarse en diversos proyectos políticos de corte claramente progresista en la curiosa república socialista de Bavaria, nacida tras la Primera Guerra Mundial y rápidamente clausurada por el Gobierno de Weimar. De hecho, Neurath fue acusado de “alta traición” aunque la ayuda de otros pensadores, como el sociólogo Max Weber, le permitió salir libre.
Neurath también estuvo muy interesado en la educación. A él le debemos el “Museo social y económico”, una propuesta para educar en cuestiones socio-económicas a la población vienesa. No se trataba de producir conocimiento académico sino de dar claves económico-políticas para que los ciudadanos pudieran entender como funcionaba realmente su país y actuar en consecuencia. Un concepto de educación activista que ha tardado muchos años en cristalizar. De hecho, a través de los trabajos desarrollados en este museo empieza el proyecto Isotype, siglas de International System of Typographic Picture Education (sistema internacional de educación mediante imágenes tipográficas). Resumiendo, se trataba de un método para producir gráficos capaces de representar información cuantitativa (por ejemplo, la que producen las estadísticas).

El método en sí puede dividirse en cuatro fases: la primera consistía básicamente en recopilar el material que se quería transmitir (una estadística del aumento de la población en el mundo, pongamos por caso). Esa información era identificada, catalogada y transformada para que resultara comprensible para el público. En una tercera fase se seleccionaban los símbolos gráficos y se adaptaban para la función concreta que tuvieran que llevar a cabo o, incluso se desarrollaban algunos símbolos nuevos. Todos estos símbolos tenían que entenderse fácilmente y poderse recordar también fácilmente. En la cuarta y definitiva fase se disponían de forma gráfica y contextual. Siguiendo los postulados de la Bauhaus, este método insistía en abandonar los aspectos irrelevantes y decorativos y centrarse en lo esencial, así como en enfatizar las estructuras como portadoras últimas de significados. Esta parte es de especial importancia. Los diseños de Isotype utilizaban la estructura espacial para transmitir información, una idea revolucionaria en aquel entonces, en un diseño gráfico que todavía estaba muy lastrado por el concepto de ornamentación.
Desgraciadamente, de las ideas de Neurath sólo quedó la propuesta de usar el icono para la señalización: esos muñequitos que indican los lavabos para hombres y mujeres, las señales de tráfico o las indicaciones en los aeropuertos son todos hijos de la propuesta de Neurath. Así, salvo algunas excepciones, nos quedamos sólo con el aspecto externo, olvidando toda la dimensión pedagógica del proyecto de Neurath.

Las nuevas tecnologías también se basan claramente en los iconos. No necesitamos más que revisar nuestro escritorio para darnos cuenta de la cantidad de símbolos que podemos encontrarnos. La plasticidad de las nuevas tecnologías facilita reusar esos símbolos en procesos educativos y pedagógicos, siguiendo los postulados de Otto Neurath.

La construcción colectiva del conocimiento

Otra ventaja clave de las nuevas tecnologías es el acceso rápido a fuentes variadas de información, ya porque conocemos las diferentes direcciones web de los recursos que utilizamos (por ejemplo, la sana costumbre de ver cómo se describe la aparentemente misma noticia en diferentes periódicos), ya a través de buscadores que nos muestran las diferentes fuentes sobre un concepto específico.
Otro elemento que las nuevas tecnologías facilitan es el trabajo en grupo. Cómodamente desde nuestra casa podemos participar en un foro con otras personas, desarrollar un documento de forma conjunta, construir conocimiento de forma colectiva, ofreciendo retazos informativos para discutirlos de manera comunal, sin importar lo físicamente lejanas que estén las personas participando.
Más recientemente, los desarrollos técnicos asociados a la llamada web 2.0 a través de sistemas de codificación de la información como el RSS (o Real Simple Syndication, un sistema para poder identificar formalmente un pedazo de información) o el XML (que permite categorizar la información de forma mucho más detallada que antes) nos encontramos ante lo que en la jerga se conoce como “Mashups”: la posibilidad de construir una web a partir de retazos de otras: una especie de remix informativo en el que podemos tomar los datos estadísticos de un municipio y visualizarlos a través de Google Maps, recuperar los titulares de diversos periódicos y ponerlos en la misma página para poderlos comparar de forma automática, etc.

También del contexto web 2.0 aparece la idea de “la sabiduría de las multitudes”, de cómo del proceso de discusión colectiva del grupo emerge un conocimiento que es superior al que podrían tener los miembros más sabios del grupo. Colaborar en una aplicación web 2.0 a la hora de discutir un problema político nos acerca mucho más a la idea de democracia que aprendernos de memoria una Constitución. La web 2.0 hace bien patente la frase de Abraham Lincoln de que se puede engañar a todos algún tiempo o algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Los procesos de creación colectiva, especialmente aquellos que tratan de establecer un conocimiento común, son especialmente interesantes, ya que permiten experimentar el proceso de creación del conocimiento, en lugar de recibirlo pasivamente. Ello facilita no sólo la memorización sino la habilidad de saberlo aplicar en los contextos necesarios. Los procesos colectivos de creación facilitan también enfrentarse a posiciones muy diferentes de la nuestra, a salir de nuestro “túnel de realidad” para explorar otras posibilidades, fenómeno mucho más difícil cuando sólo tenemos una posición, la del profesor, como válida.
Otro aspecto interesante tanto de los procesos colectivos como del remix de datos o Mashup es el hecho de trabajar con múltiples inteligencias. Si el aprendizaje tradicional básicamente potencia la inteligencia lingüística, el uso de material multimedia y los procesos constructivos del conocimiento permiten trabajar otros campos de nuestra inteligencia, como la social, la emocional, la espacial, etc.
Y, sobre todo, los procesos de construcción colectiva potencian el pensamiento crítico y la creatividad. No hay que simplemente digerir una información. Primero hay que detectar la necesidad de esa información, seguidamente localizar las fuentes posibles de esa información. Hay que procesar esa información para establecer su fiabilidad y, finalmente, reutilizar esas informaciones en nuestro proyecto. Este trabajo claramente potencia tanto la reflexión crítica sobre la información como los procesos creativos.

Algunos ejemplos


Seguramente el más conocido es Wikipedia, esta enciclopedia de fabricación colectiva en la que todos podemos participar y compartir nuestro conocimiento. Mucho se ha escrito sobre la fiabilidad y significativad de la información que uno puede encontrar. Un estudio reciente de Nature demostró que los datos sobre física clásica (cinemática y dinámica) en la Wikipedia contienen un número similar de errores de los que uno puede encontrar en la Encyclopedia Britannica, siendo así equivalentes en ese campo. No todos los campos son, desde luego, comparables. En ese sentido, la Wikipedia es problemática a la hora de recibir información sobre cuestiones humanísticas o problemas cargados política, social o religiosamente, pero su funcionamiento es sin duda fascinante.
Hay un detalle que me gustaría destacar de la Wikipedia por encima de los demás: su plasticidad. A los pocos días de publicar Nature su artículo sobre la Wikipedia, los autores de los artículos leyeron acerca de los errores que se habían cometido y procedieron a corregirlos, de manera que en pocas semanas todos esos errores habían desaparecido de la Wikipedia. No puede decirse lo mismo de la Encyclopedia Britannica, que meses después todavía contenía los mismos errores, incluso en su versión on-line.
De todas formas, lo más interesante de Wikipedia no es si podrá algún día substituir a las enciclopedias tradicionales -ahora mismo no parece probable- sino la tecnología en sí misma, el wiki. Un wiki permite que varias personas colaboren a la vez creando un texto on-line. La facilidad con la que se puede organizar la colaboración permite pasar del modelo cerrado del conocimiento a uno abierto, en el que muchos usuarios colaboran construyendo colectivamente el conocimiento. El hecho de ser una construcción colectiva y desinteresada también facilita su libre distribución, siendo así accesible para todo el mundo.
Por otro lado, no hay nada malo en darse cuenta de que Wikipedia no es fiable. En realidad, nada es 100% fiable. Siempre hay que contrastar nuestras fuentes para establecer qué nos convence más y por qué. Entre informaciones libres on-line que somos conscientes que necesitan revisión y pensamiento crítico y una enciclopedia de expertos que se considera 100% fiable, aunque en realidad no lo sea, claramente me quedo con la primera opción.

El hecho de que Google haya liberado su código para que los usuarios puedan utilizar su sistema en sus propias aplicaciones ha generado una gran cantidad de mashups, muchas con un tono lúdico, pero también muchas otras con intenciones pedagógicas. Un ejemplo muy claro es el blog de la primatóloga Jane Goodall que usa Google Earth para que los usuarios puedan ver el hábitat natural de los diferentes chimpancés en el Parque Nacional de Gombe. Otro ejemplo interesante es la web del proyecto Decameron: una serie de expertos en la colección de cuentos que crean y comparten material multimedia asociado a esos cuentos para facilitar tanto su estudio como su exposición y debate en clase.
En la línea de la visualización deberíamos destacar a Josh On y sus proyectos They Rule y Exxonsecrets  que, partiendo de las ideas de Neurath sobre la visualización, ha desarrollado estos webs interactivos para mostrar compleja información política de forma visualmente útil y pedagógicamente funcional. El primero de los proyectos, “They Rule”, permite a los usuarios captar de forma más intuitiva el hecho de que las principales multinacionales comparten de hecho muchos miembros de la junta directiva para garantizar cierta hegemonía de mercado. Así, Coca-cola y Pepsicola comparten ejecutivos en sus organismos de dirección, y Bill Gates es tanto accionista de Microsoft como de Apple.
Exxonsecrets muestra también de forma gráfica la compleja trama que liga supuestas instituciones científicas que niegan la realidad del cambio climático con empresas petroleras conectadas con Exxon.

Nuestra relación con las TIC y política sigue todavía los modelos obsoletos de la palabra escrita. Partidos y gobiernos parecen ser todavía reacios a utilizar todas las capacidades de construcción colectiva de la red y siguen confiando en el modelo unidireccional. Ello es todavía más palmario en los procesos educativos que supuestamente deberían crear valores y pensamiento crítico y básicamente generan desinterés por la política. Las TIC ofrecen alternativas interesantes para que los ciudadanos sientan que la política tiene todavía algo que ver con ellos, y al mismo tiempo les damos las herramientas para que puedan revisar lo que se les cuenta y votar en consecuencia, y no simplemente siguiendo férreas asociaciones a la “verdad según un partido” que no permiten el pensamiento crítico.
Debemos por tanto potenciar una pedagogía constructivista basada en el libre examen y debate de los conocimientos. Una pedagogía que potencia la revisión crítica de las informaciones y la posibilidad de que cada uno pueda fabricar su propia visión crítica de las cosas en lugar de heredar acríticamente la posición de otro. Las TIC pueden ayudarnos técnicamente a generar este proceso, pero por sí mismas no lo harán posible. Necesitamos sobre todo cambiar de modelo de pensamiento y pasar del sistema unidireccional de transmisión a un proceso colectivo de construcción del conocimiento.



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