Trasversales
Josu Montalbán

¿TIEMPO PERDIDO?

Revista Trasversales número 7,  versión electrónica, verano 2007


El Tiempo ha sido siempre uno de los bienes más preciados. Quizás por eso no nos gusta perderlo. Podremos desaprovecharlo, incluso utilizarlo mal, pero no debemos perderlo. Viene a cuento esta introducción con el llamado proceso de paz que se inició con el Acuerdo del Parlamento Español (Mayo, 2005), avalado por todos los grupos políticos españoles a excepción del PP, y continuó con el anuncio de una tregua permanente por parte de ETA. Pasado el tiempo, casi dos años, la ruptura de la tregua nos ha devuelto al punto de partida, lo cual lleva a la conclusión de que hemos desaprovechado ese tiempo o lo hemos perdido, en todo caso, bien pudiéramos estar celebrando el éxito quienes ahora discutimos sobre si al desenlace de todos los trámites iniciados se le debe llamar fracaso.
Ahora que ETA ha anunciado que ya está de nuevo dispuesta a matar y extorsionar, los líderes políticos y mediáticos no paran de felicitarse por el hecho de que Rajoy se haya avenido a colaborar con el Presidente Zapatero contra ETA y el terrorismo. Es difícil de comprender este juicio tan elemental. ¿Cabía acaso alguna otra alternativa? “Contra Franco vivíamos mejor”, decían algunos pesimistas demócratas o demócratas pesimistas. ¿Habremos de admitir, en el mismo sentido, que contra ETA también vivimos mejor los demócratas, nos entendemos y somos capaces de abordar iniciativas en común? No es verdad que ahora estemos mejor porque quien era nuestro enemigo, con el cual se había iniciado un proceso de cese de hostilidades que debía culminar en la consecución de la paz y la mejora de la convivencia, vuelve a ser nuestro enemigo y a actuar como tal. Cierto es que nunca podrían llegar a ser amigos, pero entre la enemistad activa y la indiferencia nostálgica y enrabietada debemos preferir la segunda, máxime teniendo en cuenta que ese tótem -con tanta ligereza esgrimido por algunos- llamado Estado de Derecho tiene un destino inalienable: preservar la vida y los derechos básicos de los ciudadanos a los que gobierna y sirve.

Pasado el tiempo nos hemos enterado de que, mientras el PP y Rajoy desarrollaban su perversa estrategia de acoso al Gobierno y a Zapatero, valiéndose de falsedades, verdades a medias y ejercicios de moralina, los partidarios del proceso hacían esfuerzos denodados por sacar de los representantes de ETA el pronunciamiento definitivo a favor de la paz. ¿Cuál de ambas misiones es más noble? La actitud del PP, ahora que la tregua se ha roto, sólo es la única posible, no cabe otra. Pero en el inicio del proceso sí le cabían varias actitudes que podían ir desde el apoyo al Gobierno en base al texto aprobado por todos en el Parlamento, hasta el planteamiento de algunas condiciones. Optó por la más indigna, porque su objetivo era y es, exclusivamente, la conquista del poder. A la derecha siempre le ha atraído más el poder que el gobierno, pero es necesario el gobierno para convertirlo en un instrumento de su poder. Cuando la derecha persigue el poder, casi nunca duda en poner en peligro el buen gobierno, sobre todo cuando está en otras manos. Así lo ha hecho, a pesar de que el presidente Zapatero haya mimado a Rajoy durante todo el proceso con reuniones e informaciones que han sido utilizadas en su contra de modo vergonzoso. Tal ha sido el celo y la perversa voluntad del PP que no ha dudado en provocar protestas callejeras que han costado muchos millones salidos de las arcas públicas en forma de subvenciones destinadas a asociaciones de su ámbito, mucho más entregadas a la agitación social que al compromiso.

Por todo esto, no creo que debamos valorar en exceso la respuesta de Rajoy a Zapatero. Llegarán tiempos, cercanos ya, en que volverá a blandir su espada justiciera para romper esta unidad de todos contra la violencia y contra ETA. No cabe el desánimo, pero tampoco es bueno que nos quedemos inmóviles igual que hace tres años. El Pacto por las Libertades tiene que ser ampliado y revisado para que siga siendo creíble. ¿Aún tiene dudas el PP de las posiciones democráticas de todos los grupos políticos presentes en el Parlamento español? ¿Aún cree que hay quien se beneficia de que ETA mate y extorsione, fuera de ellos mismos (que lo dudo)? ¿Aún cree que los nacionalistas vascos, -ya, desgraciadamente, amenazados explícitamente por los terroristas-, no quieren la paz? Es evidente que el tiempo de la tregua ha servido para analizar y valorar las actitudes de los líderes políticos y de los ciudadanos. En la larga travesía Zapatero sólo ha podido sentir la compañía de los suyos, y el consentimiento y complicidad de todos, a excepción del PP. Bien sé que la gran mayoría de los votantes del PP querían que el proceso que tanto criticaban sus líderes tuviera un desenlace feliz, pero la dirección, que se habría beneficiado en mayor medida del éxito, ha jugado un papel obstruccionista y miserable que bien puede haber llevado a muchos a pensar que hemos perdido dos años de nuestro tiempo.

Yo no tengo ninguna duda de que son los asesinos de ETA los culpables de la violencia y de las muertes. Pero tampoco la tengo de que el PP, con su dirección al frente (nunca mejor dicho), es el responsable del fracaso del proceso, su dinamitador. Puede ser que haya sido abordado con excesivas precauciones pero ¿ha de ser valorada como un error la prudencia? Zapatero no se equivocó. Rajoy tampoco. Buscaban cosas bien diferentes: Zapatero, la paz; Rajoy, el poder. Este tiempo -¿perdido?- ha permitido al menos que las máscaras se caigan.



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