Trasversales
Fernando Gil

Rajoy se queda

Revista Trasversales número 9, marzo 2008

Textos del autor en Trasversales


Rajoy espera seguir al frente del PP tras un congreso previsto para el mes de  junio. Desoyendo voces del aparato de propaganda anejo -Losantos, Ramírez, Anson y Dragó- que piden su dimisión, Rajoy, invocando la oportunidad de perder dos veces, como Aznar y González, se queda y se postula candidato para las elecciones de 2012. Falta mucho tiempo para eso y muchas cosas pueden pasar, pero puede aportar en su favor los resultados obtenidos el día 9: 5 diputados (de 148 a 153) y 400.000 votos más, aunque un senador menos (de 102 a 101). Conserva la misma distancia con el PSOE, que tiene 5 diputados y 8 senadores más que en la anterior legislatura, pero que sólo ha obtenido 40.000 nuevos votos sobre los de 2004.

¡Qué país éste, donde se remunera menos a quienes gobiernan que a quienes han estado cuatro años haciendo el bestia!  Pero eso no es lo que preocupa en el PP, que creían que "la gente normal" debía de haber premiado sus desmanes con una victoria absoluta. Desde ese punto de vista, a pesar del (alarmante) crecimiento del voto crispado, la legislatura se ha saldado con un doble fracaso de Rajoy, si tenemos en cuenta que el objetivo perseguido con tanta bronca era desalojar al PSOE del Gobierno, primero, tratando de provocar un adelanto electoral, y después, cuando la legislatura llegó a su justo término, alcanzando la mayoría absoluta. Ninguno de los dos objetivos se ha logrado, y Zapatero, el presidente más denigrado desde 1977, sigue en La Moncloa.

Rajoy ha indicado que concurrirá con su equipo, pero no ha indicado con qué modos. Si prescinde de los hoolligans que hasta ahora le han acompañado y cambia de formas, podremos decir que hasta aquí llegó al aznarismo. Y si en 2012 logra vencer, siempre podrá dejar ver que, en 2004, su derrota fue en realidad la derrota de Aznar y que la de 2008 lo fue también por haber seguido dócilmente el camino señalado por FAES. Con lo cual, se demostraría que la belicosa doctrina del gran estadista trilingüe -inglés (in the World), castellano (in the Moncloa’s Palace) y catalán (at home)- es tan perjudicial para él como para sus seguidores.
 

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