Trasversales
Fernando Gil

La última mentira y la primera pregunta y viceversa

Revista Trasversales número 9, marzo 2008

Textos del autor en Trasversales


No podía ser de otra manera. Rajoy estuvo en el segundo debate tan agresivo y faltón como en el primero. Como colofón a su actuación durante cuatro años, convirtió la primera pregunta que formuló a Zapatero en el Congreso en la última mentira. El círculo se cerró y mostró a Rajoy tal como es: un tipo oportunista, capaz de insultar y de mentir lo que haga falta para desacreditar al contrario, porque en la primera pregunta, tan repetida en el debate que daba vergüenza oírle, que formuló a Zapatero no habló de precios. Circula por Internet un video de esa sesión en el Congreso y la primera interpelación de Rajoy al jefe del Gobierno es antológica: no pregunta por los precios, alude a un montón de cosas y acusa a Zapatero de no tener palabra. Esa primera sesión anticipaba lo que iba a ser la legislatura, donde Rajoy, secundado por otros personajes dignos de su compañía, se ha superado a sí mismo.

En el debate, mientras acusó a Zapatero de mentir más de una docena de veces, se empecinó en defender que había preguntado por los precios desde el primer momento. No lo hizo y mintió para tapar su falta de interés por los temas económicos. Aclaró luego que como la herencia recibida por Zapatero era buena, no había tenido que preocuparse, pero en realidad era porque su frente principal de oposición al Gobierno era el terrorismo: eran los años en que en el PP defendían que ETA (que según ellos estaba derrotada) había sido la autora intelectual del atentado del 11 de marzo. Y como se ocuparon de eso hasta la obsesión, mintiendo, claro, se olvidaron de la economía.

Los dos debates han resumido en poco más de tres horas, toda la actividad del PP en cuatro años. Rajoy, como un boxeador sonado, se ha centrado en unos pocos temas tratando de alcanzar al contrario con un movimiento espasmódico de brazos, volviendo una y otra vez sobre los mismos asuntos, en lo que, a pesar de la apariencia, ha sido una estrategia defensiva para tapar la falta de programa, pero es que no tienen otra

La actual dirección del PP tiene resentimiento, mala intención y ganas de bronca, pero no tiene programa. Y tiene, sobre todo, un miedo cerval a perder las elecciones y ser depurada por los suyos, porque un partido que representa a más de 9 millones de votantes no puede estar dirigido tanto tiempo por gente incompetente. Pero quisieron comenzar la legislatura mintiendo sobre el mayor atentado terrorista de Europa para ganar las elecciones y durante 4 años han pretendido tapar tal monstruosidad acusando a todo el mundo de mentir, aunque para eso hayan tenido que denigrar a personas e instituciones.

La legislatura que tan mal empezaron, la termina un Rajoy desesperado -y Aznar, que sigue mintiendo por ahí (¡Zapatero sigue negociando con ETA!)- con nuevas mentiras que cualquier puede comprobar.

Están desesperados. Y los desesperados son peligrosos. No deben ganar. 
 

Trasversales