Trasversales
Fernando Gil

La fe de Lamela

Revista Trasversales número 9, febrero 2008

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Al ordenar archivar el caso, la  Audiencia Provincial de Madrid ha confirmado la decisión del juzgado de instrucción que investigó las supuestas sedaciones con resultado de muerte en el hospital “Severo Ochoa” de Leganés. Así pues, no hay caso. Los supuestos 400 homicidios producidos por el equipo del doctor Montes han quedado en humo. La eutanasia, como se dijo, no tuvo lugar. Ni siquiera una mala praxis médica en el servicio de urgencias, convertido en improvisada unidad de cuidados paliativos.

Mientras el más directo responsable, Manuel Lamela, se quita de en medio y Esperanza Aguirre y el Consejero de Sanidad, J.J. Güemes, se llaman andanas hay que preguntarse porqué pusieron entonces tanto celo en cesar y denigrar al equipo médico del doctor Montes. ¿Qué fe les movía? ¿Por qué dieron tanto crédito a una denuncia anónima? A no ser que el ignoto denunciante fuera de toda garantía para la gente del PP. ¿Existió realmente esa denuncia o fue sólo un pretexto para fabricar el caso y emprender una purga de personas poco gratas, contribuir a privatizar la sanidad pública e imponer la fe católica en los protocolos de actuación sanitaria?

Lamela puede ser un hombre católico, una persona de profunda fe, pero aquí, movido por ella y por otros propósitos, ha actuado con mala fe pero de acuerdo con los católicos propósitos del Gobierno de Aguirre: privatizar los bienes que son públicos e imponer como pública una moral privada por la vía de durísimas represalias laborales que sirvan de ejemplo.

Desde 2005, quienes, privados de los cuidados paliativos necesarios, han muerto rabiando de dolor, y además en un pasillo, son mártires de la fe. De la fe de Lamela. Los obispos estarán contentos.


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