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consejo editorial Trasversales

Contra el terrorismo, ni ETA ni fascismo

Revista Trasversales número 9, invierno 2007-2008



El 16 de noviembre un nazi asesinó en Madrid al joven antifascista Carlos Palomino. El 1 de diciembre, ETA asesinó en Francia a los guardias civiles, también jóvenes, Raúl Centeno y Fernando Trapero. Sea cual sea el lugar que ocupe el terrorismo en la lista de preocupaciones de los españoles, se trata de un gravísimo problema y de una seria amenaza. El terrorismo mata y es liberticida.

El terror etarra procede de un foco claramente identificado, una organización armada única y centralizada, apoyada  por un movimiento político que, de una u otra manera,  ejerce otras formas de coherción intimidatoria y que no respeta la voluntad de la sociedad vasca. En la ideología etarra sus opiniones no son posturas políticas a defender, sino "derechos de la tierra" eternos de los que ellos son sumos sacerdotes y que deben realizarse incluso contra la mayoría de la sociedad vasca. Para ETA “Euskal Herria” no es un conjunto de personas libres, sino un ente mitológico.

El terror fascista y su movimiento político es más difuso, con decenas de siglas aparentemente inconexas y muy cambiantes. No reivindica sus crímenes ni los vincula a sus proyectos políticos, que hoy tienen como eje agitativo la xenofobia. Sin embargo, mata y está mucho más cohesionado de lo que se piensa. El terror fascista ha matado a no menos de 70 personas en los últimos 15 años, pero ha logrado pasar desapercibido, por culpa de las autoridades políticas, que se niegan a reconocer el problema, y de los prejuicios sociales, que ayudan a que sean ignorados los actos de violencia contra mendigos, transexuales, homosexuales, inmigrantes, prostitutas, jóvenes radicales de izquierda, etc. Al igual que en el caso de ETA, los asesinatos son la punta del iceberg de una violencia más extendida. Recordemos la bomba en el teatro Alfil, las agresiones a personal de clínicas en las que se realizan abortos y los ataques contra dichas clínicas.

Ambos terrorismos requerirían una acción policial y judicial decidida (contra ETA ya la hay, y muy eficaz, pero no contra la ultraderecha), iniciativas jurídicas (¿no es el momento de aprobar una ley integral contra la xenofobia y los crímenes de odio?), un amplio acuerdo político contra el terror (posibilidad quebrada por la despreciable estrategia del PP, pero también por la inquietante deriva del PNV- "ala Ibarretxe") y una movilización social unitaria hoy extremadamente mermada, en el caso de ETA, por la fractura política sectaria existente y, en el caso de la violencia fascista, por el no reconocimiento del problema y el intento, cuando aparece, de reducirlo a choques de bandas (en Madrid, tras el asesinato de Carlos, ¡se prohibieron manifestaciones antifascistas!) o actos individuales.

¡Vosotros, etarras, también sois fascistas!
¡Vosotros, fascistas, también sois terroristas! 

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