Trasversales
Alfredo Carralero

Reflexión en torno a la victoria del PSOE de marzo 2008

Revista Trasversales número 10, abril 2008




Resumen: en el presente articulo se pone de manifiesto que los resultados electorales, se deciden por un margen muy reducido en general. Se plantea que ello es debido en  gran medida a la sustitución de la acción política por el marketing político y el abandono del “reformismo transformador” por parte de la socialdemocracia. Ante la falta de proyecto político, redefinicion de la acción política. Por ultimo somero análisis de la campaña electoral. Propuestas del PP racistas, aferramiento a la critica de la política territorial y antiterrorista.

Hay varios factores que llaman continuamente la atencion en los procesos electorales no solo en España sino en todo “el mundo occidental”, en donde los sistemas liberales de partidos están asentados y funcionando de forma normal “para producir” mediante elecciones  las mayorías necesarias para gobernar.

Una de las primeras cosas que llama la atencion de inmediato son las ajustadas victorias obtenidas por unos sobre otros. Las diferencias vienen siendo de uno a cinco puntos porcentuales. Esto ha venido a crear las famosas derrotas dulces y las no menos victorias agridulces.

Esto viene ocurriendo en nuestro país con frecuencia excepto en momentos que la mayoría lo entendimos de especial trascendencia histórica como fue la victoria del PSOE en el 82 con el 48% de los votos o la segunda victoria del PP con el 45% de los votos ante un PSOE  en crisis, que había destruido su posibilidad de regeneración (el linchamiento de Borrell) con un  candidato escorado muy a la derecha (Almunia), dando bandazos oportunistas (recuérdese el pacto “in extremis” con IU).

Ya en 1993, con los Gobiernos de Felipe González instalados en el descrédito de la corrupción y el escándalo, el PSOE gana al PP por cuatro puntos (38% a 34%). Después en el año 1996 el PP logra ganar las elecciones por un ajustado punto (38% a 37%). En 2004 gana Zapatero por cinco puntos (42,6% a 37,6%), en 2008 el PSOE aumenta un punto porcentual y el PP disminuye su distancia al partido ganador  de cinco puntos a tres y medio. Por no abundar en exceso, solo recordar el estrecho margen de maniobra que existía cuando la derecha da el golpe de estado en Madrid en 2003 comprando a dos diputados, con ellos dos solo, fue posible modificar los resultados.

Todo ello por no hablar de lo exiguo de la victoria de Busch, solo de unos miles de votos, posiblemente manipulados, por cierto tanto en los censos como en las maquinas electrónicas de votar y que finalmente le auparon con una inmerecida victoria. Y esto lleva por cierto a otro tema: la manipulación y el pucherazo electoral de la derecha que sabe que un pequeño numero de votos pueden decidir unas elecciones que quieren ganar a cualquier precio, no importando el método. Esto, de todas formas tiene entidad para un estudio aparte.

Así pues como venimos comentando victorias y derrotas que hacen que los partidos se alternen en el poder se vienen produciendo en general en un rango de cinco a un punto porcentual. Y es pertinente hacerse una pregunta  ¿por qué, esa distancia tan estrecha?, ¿por qué una derecha como la española claramente reaccionaria y debutando incluso como racista, no es arrinconada definitivamente?. Una derecha que no esconde ni su procedencia familiar, ni la ascendencia cultural del fascismo, que vivió el franquismo “con suma placidez”, según un líder del PP, una derecha que tiene una noción de la Nación  Española absolutamente franquista: centralista, uniformista, en fin cuartelera. Pues bien ésta esta derecha debería ser posible irla aislando de la sociedad hasta que no representase sino a un grupo de nostálgicos y no a una parte importante de la sociedad como ocurre actualmente.

Lo primero que viene a la mente para dar una primera explicación es la indiferenciacion política o el “todos son iguales” popular. Así pues si no existe una diferencia real en cuanto a proyectos políticos percibidos por los ciudadanos, esto haría que una gran masa despolitizada, los que se suelen denominar apolíticos voten “a la gente de orden,  a los de los valores de toda la vida” es decir a la derecha.

Pero ante la pregunta ¿es verdad que todos son iguales?, ¿qué los proyectos políticos de izquierda y derecha son intercambiables, en gran medida?. Pues la respuesta es que en gran medida así es. Lo explicare: la izquierda ha ido perdiendo las posiciones políticas, culturales e ideológicas, que le permitió en la posguerra hacer un reformismo transformador, a pasar,  a gerenciar según los criterios que dimanan de una derecha triunfadora política, cultural e ideológicamente que ha decretado la vuelta al Estado mínimo, la maldad e ineficacia de lo publico, y la preponderancia absoluta del mercado como rector de la vida economica y política, a lo que todo se ha de plegar.

Y frente a los valores de la izquierda de solidaridad activa: seguridad social y seguro de desempleo e impuestos progresivos para financiar todo lo anterior y que protegen en los momentos de adversidad  en la vida a gran numero de personas, la derecha defiende la insolidaridad, el individualismo, el seguro privado, la sociedad medica privada que cada uno se pueda pagar, la inutilidad de los impuestos directos, mas aun la maldad e inconveniencia de éstos, pues lo único que hacen es impedir la vida economica, pues impiden la acumulación empresarial. Por la misma vía de análisis se aplaude la desaparición del impuesto de sucesiones, que históricamente ha sido una bandera de la izquierda frente a la desigualdad, así como la desaparición del impuesto de sociedades por similares “motivos” a los anteriormente expuestos.

Así pues parece claro que ante una cierta  indiferenciacion política en el mensaje y una gran masa de personas desafectas y desinteresadas de la actividad política pues no se ven reflejadas en una acción política, los partidos de izquierda sustituyen la acción política como nervio central de su acción por el marketing  político y éste es núcleo del problema: una nueva forma de acción política que sustituye la acción política de las masas por la acción de dirección de un grupo muy profesionalizado, cuyo interés básico son el crear un aparato de expertos electorales que les permita acceder al poder y mantenerse en él, abandonando la acción de masas y lo que se ha venido en denominar “el reformismo transformador”, esto es, un  reformismo que con su acción constante focaliza la acción política en las clases obreras y medias y en sus intereses y en cierta forma hace que la sociedad adopte los valores de éstas, la hace participar en la vida política y produce conquistas sociales que nadie se atreve a poner en discusión por la hegemonía política y cultural de una izquierda en conquista de nuevos ámbitos de libertad y parcelas de poder.

Y aquí llegamos al núcleo del problema: ¿cómo definiríamos la acción política en las democracias modernas, en las que está inserto nuestro país?. Lo definiríamos como el análisis y la organización y la acción de masas tendentes a conseguir la preponderancia cultural, ideológica y social que permite la conquista del poder político mediante las elecciones a las diversas opciones de la izquierda (la izquierda plural). Dicho en otra forma un fuerte movimiento social, que cristaliza en múltiples organizaciones de la izquierda y que termina en una oferta electoral potente y solvente con capacidad de gobierno.

Somos conscientes de que un análisis político de éstas características, puede ser tildado de “antiguo y sobrepasado” por los dirigentes de los partidos de izquierdas actuales. Y frente a ello se habla de la sociedad de la información y de la necesidad de actuar como los rivales en un “star system” y en la consiguiente sociedad del espectáculo en la que vivimos inmersos  y no es una critica menor, ciertamente. Pero creo que existe una razón mas poderosa, los dirigentes de los partidos de izquierdas no ven peligrar su posición con el marketing político, sino que son sus beneficiarios. A lo mejor no están tan seguros de que su posición con un amplio movimiento de masas fuera tan estable como ahora.

En este recorrido (desde el proceso organizador, a ganar las elecciones) existen evidentemente diversas situaciones: desde luego, hay una inicial que es la de la organización de las clases populares: sindicatos,  partidos, asociaciones de vecinos, ecologistas, mujeres, etc. Y en la medida en que se van consolidando por las luchas sociales y/o las plataformas electorales, se van ampliando las alianzas electorales. Alianzas que en suma representan nuevas relaciones de fuerzas. Porque una izquierda consolidada tiene que incluir en ella como aliados a profesionales, artistas, clases medias, pequeños propietarios y empresarios, que tienen que ser participes de un proyecto ilusionaste. En suma una izquierda que avanza tiene que ir aumentando cualitativamente y cuantitativamente hasta ir arrinconando a una derecha  a la que se le arrebaten banderas y proyectos.

Un ejemplo muy interesante de lo anterior, es el crecimiento del poder sindical en Italia en los años setenta y ochenta del pasado siglo, cuando mediante los convenios colectivos los sindicatos ejercían el reformista transformador, exigiendo inversiones publicas, disminuyendo las escalas salariales, etc.

Pero hagamos una descripción de lo que se ha producido en ésta campaña electoral, por parte del PSOE. Se inicia haciendo guiños constantes al electorado de derechas y centro, si, los famosos “caladeros del centro” los cheques por hijo, aparcamiento de la ley del aborto, guarderías en los centros de trabajo, es decir un conjunto de recetas neoliberales que como es de preveer ni alientan ni ilusionan al electorado de izquierdas, se fía todo en  los “famosos” debates entre los lideres que sin duda sirven para que conozcamos sus caras y sus gustos respecto a las corbatas pero que sin duda crea un cuerpo social que asiste pasivo al combate de “sus paladines”, luego no se sabe porque ciencia infusa los detentadores de las verdades dirán quien ha ganado y quien ha perdido.

Pero entre tanto el PP introduce de forma machacona y continua el debate de la política territorial y antiterrorista. Y ello porque se saben ganadores en unos temas en que la izquierda no es capaz de fijar sus posiciones y hacerlas entender (Estado Federal y búsqueda de la paz en el País Vasco).

El otro tema que introducen es demoledor, el racismo y la xenofobia frente a los emigrantes. Primero derechos para los españoles, después para los demás, dicen. Y ambos discursos calan en donde pueden hacerlo: entre quienes creen, incluso de buena fe que la Nación Española esta en peligro de ruptura, hasta los que ven en peligro su trabajo y prestaciones sociales por unos emigrantes que copan los unos y los otros. Y esto ultimo se produce básicamente entre las clases obreras mas bajas que compiten con los emigrantes.

Y se da la paradoja de una derecha maniobrare y venal que busca el abstencionismo inducido, según confiesa uno de sus dirigentes (declaraciones de Gabriel Elorriaga) y que la vez en el culmen del travestido político y la impostura se declara defensora de los trabajadores y de los que menos ganan.

Entre tanto el PSOE tiene que tocar a rebato para movilizar a un electorado de izquierdas que le estaba dando la espalda, para nuevamente gritar ¡ que viene la derechona! Y convertir las elecciones en un plebiscito, en el que se vota contra la derecha, no al programa electoral del PSOE, que no parece ser es otra cosa que una serie de ocurrencias sin mucho orden ni concierto. La izquierda social da nuevamente la victoria a la izquierda política, como ya hizo en 2004. Además en éste caso llegando a un bipartidismo casi perfecto del que no somos capaces de predecir sus consecuencias en éste momento.

Mientras tanto los teóricos de los “caladeros de la derecha” vuelven a la carga en sus análisis poselectorales, dicen que al PP le voto el centro porque el PSOE era demasiado radical. ¿No será que al PP le voto, el electorado tradicional de la izquierda pero no en sus clases medias sino segmentos de la clase obrera en que cuajó el llamamiento racista del PP, aquellos que  se sienten huérfanos pues la izquierda no se ha preocupado de los que son mucho menos que mileuristas?

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