Trasversales
Carlos Artola

La nueva etapa política

Revista Trasversales número 10,  primavera 2008

Textos del autor
en Trasversales


Una primera versión de este artículo sirvió de base a una reflexión del consejo editorial sobre la perspectiva de la legislatura 2008-2012, compartiendo las personas asistentes a la reunión la línea general en él expresada.



El resultado de las elecciones generales del pasado 9 de marzo fue muy positivo. Sin entrar en análisis más detallados, hay un hecho político fundamental de las mismas, el voto mayoritario hacia la izquierda.
La izquierda de ámbito estatal (PSOE e IU) obtuvo 12.245.00 votos (11.282.000 el PSOE y 963.000 IU-ICV) frente a los 10.276.000 del Partido Popular. Incluyendo a los partidos nacionalistas netamente de izquierdas (ERC y BNG), el voto total de la izquierda se aproximó a los 12.750.000 de votos.
La traslación de los votos al mapa parlamentario también es clara y refleja esa mayoría de izquierdas. En el periodo 2008-2012 hay una mayoría parlamentaria del PSOE que permite la continuidad del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Sin embargo, a causa de la ley electoral, la composición política de la representación de la izquierda resulta desvirtuada por la infra-representación de IU-ICV, cuyo número de votos cercano al millón sólo les ha asegurado dos diputados.

La izquierda ha vencido, pero la derecha ha crecido en número de votos y diputados, y ha consolidado sus principales feudos. Las victorias socialistas en Cataluña, Euskadi, Andalucía o Aragón se contraponen a los éxitos del PP en Valencia, Murcia y Madrid.
Sería un profundo error pensar que está garantizado un ciclo largo de mayorías progresistas. A partir de ahora el Gobierno Zapatero va a ser sometido al juicio crítico de muchos votantes que no han querido que gobernara la derecha, y que esperan medidas progresistas.

Fracaso de la derecha en el marco de una notable polarización social


El ciclo político que se inició aproximadamente en 2002 se caracteriza por una fuerte polarización de la sociedad española. La primera ola del ciclo, de 2002 a 2004, fue protagonizada por la mayor movilización social y política de la izquierda desde la Transición. La lucha contra la guerra de Irak, la huelga general, las movilizaciones contra el trasvase del Ebro o la gestión del caso Prestige, etc. abrieron el camino a la victoria electoral de Zapatero. Este triunfo se hizo realidad tras el catastrófico intento, en 2004, del último gobierno Aznar de manipular el atentado del 11-M.
La segunda ola del ciclo polarizador y movilizador ha opuesto a un gobierno socialista, fuertemente deudor del giro a la izquierda, con una oleada inédita de ocupación masiva de la calle por la derecha, y en algunos momentos al borde de conquistar la hegemonía en la opinión pública, ante la pasividad de la izquierda.
La derecha ha fracasado en su intento de completar una etapa de movilización social contra Zapatero con una victoria electoral. Sin embargo, no puede minusvalorarse su gran capacidad de convocatoria electoral y en la calle de las fuerzas más conservadoras y reaccionarias de la sociedad. Entre 2004 y 2008 la derecha española ha completado un ciclo de movilización basada en importantes manifestaciones, en la crispación a través de unos medios de comunicación próximos a la extrema derecha, en su capacidad de obstrucción institucional y en una radicalización evidente de las posiciones sociales y políticas de una parte significativa de sus electores.
Todo ello explica el elevado grado de identificación izquierda-derecha, la fuerte polarización y el inédito grado de confrontación entre izquierda y derecha que, en ambos casos, movilizan casi al máximo sus recursos, que hemos vivido en la pasada legislatura, y que se han expresado claramente en los resultados electorales.
A diferencia de otros países europeos, en España, ese realce de las identidades ideológicas, la polarización entre izquierda y derecha, no se expresa en la emergencia de un voto hacia fuerzas más radicales sino en la acentuación del bipartidismo. En el modelo político-electoral español, en coyunturas de esta naturaleza, los ciudadanos buscan y apoyan la fuerza más eficaz para expresar la fuerza de su polo social de referencia.

Debilitamiento paulatino del proyecto de cambio

El Gobierno de Zapatero marcó un bienio claramente progresista (2004-2006), que impulsó las principales medidas de desarrollo de los derechos sociales de la legislatura y que constituye su principal activo. La segunda parte de la legislatura mostró una preocupante pérdida de iniciativa progresista y un debilitamiento general del proyecto de cambio asumido en los primeros tiempos. La mala gestión de la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña, el fracaso de la negociación con ETA y una notoria incapacidad de respuesta a la presión del Partido Popular, fueron desdibujando la gestión de Zapatero.
El debilitamiento del proyecto progresista de Zapatero se reflejó claramente en el abandono progresivo del discurso sobre la España plural y del intento de construir una hegemonía de izquierda basado en la idea de ciudadanía. A medida que trascurría la pasada legislatura, Zapatero mostraba un menor interés por el impulso de nuevas políticas basadas en los derechos sociales, se debilitaba el impulso laicista ante las feroces acometidas de la Conferencia Episcopal y se consolidaban los rasgos más conservadores del modelo económico y fiscal que representa el ministro Solbes. En la propia campaña electoral quedó patente una cierta confusión del proyecto Zapatero, al convertir en propuesta estrella una devolución fiscal en el IRPF de 400 euros, supuestamente orientada al centro político, a pesar de que todas las señales y las encuesta reflejan que no es ese tipo de propuestas las que ilusionan al electorado progresista.
La nueva legislatura nos parece marcada por una notable ambigüedad política. Zapatero no parece decidido a asumir un rumbo claro hacia la izquierda, a pesar de que su victoria electoral se apoya en una mayoría evidente de la izquierda social, temeroso de tener que enfrentarse de nuevo a una oleada de resistencia social de la derecha. Su discurso de investidura ha carecido de la fuerza política y de los compromisos hacia la izquierda que exigiría la mayoría electoral. Especialmente lamentable es la falta de respuesta a cambios imprescindibles como los que se refieren a la ley del aborto, a la regulación de la eutanasia o a la respuesta a las agresiones de la Conferencia Episcopal.
Por otra parte, la formación del nuevo Gobierno presenta también algunas señales preocupantes. La salida de tres de los ministros más eficaces de la anterior etapa (Jesús Caldera, Cristina Narbona y José Luis Alonso), mientras se mantiene a la justamente cuestionada Magdalena Álvarez, permite dibujar un ejecutivo menos marcado hacia políticas sociales y ecológicas de izquierda, y con un cierto retorno hacia las formas de gobierno de la época de Felipe González.
Ante esa situación, parece evidente que el signo de las políticas de Zapatero va a depender en gran medida de la capacidad de movilización desde la izquierda para incorporar sus principales temas de preocupación a la agenda del Gobierno. Tras cuatro años de una izquierda que asistía a los cambios impulsados desde el Gobierno, y no se movilizaba frente a la derecha, parece evidente que si la izquierda no impone su propia agenda, puede producirse una deriva de las iniciativas del Gobierno hacia la búsqueda de consensos básicos con la derecha, tanto estatal como nacionalista.

La agenda de la izquierda

La agenda de la izquierda social española nos parece que en los próximos años debe estar marcada por seis grandes ejes:
- La necesidad de respuestas basadas en la solidaridad social ante el deterioro de la situación económica, que puede devenir en una auténtica crisis.
- La reforma de modelo de administración pública y el establecimiento de un modelo territorial de competencias y de financiación suficientemente estable y definido.
- El compromiso con un modelo económico de crecimiento no especulativo y sostenible ecológicamente y con propuestas fiscales favorables para los asalariados y las rentas medias y bajas.
- El impulso del laicismo frente a la prepotencia de la Conferencia Episcopal, estableciendo un nuevo marco de relaciones con la iglesia católica.
- El impulso de los derechos civiles a través de medidas como la despenalización del aborto o la legalización de la eutanasia.
- La consolidación de una política de inmigración, con soluciones a los problemas generados por los efectos sociales del intenso cambio demográfico producido en determinadas zonas del país, oponiéndose activamente a los discursos xenófobos que la derecha ha empezado a ensayar en las pasadas elecciones.

La base social de un proyecto de gobierno de izquierdas se fundamenta en la existencia de una mayoría de izquierdas, abierta a posibles acuerdos con las fuerzas nacionalistas democráticas. En este sentido, las ideas de izquierda plural y de España plural siguen siendo básicas para enfrentarse a una derecha con un proyecto reaccionario cada vez más nítido.
Si existe la base social de un proyecto de izquierda, resulta imprescindible un esfuerzo trasversal de movilización de la izquierda social en torno a cada uno de los principales ejes de identidad de la izquierda y las principales tareas pendientes. La izquierda sindical, los movimientos de mujeres, las asociaciones laicistas, el ecologismo, representan potencialidades que deben incrementar su presencia pública, presionando para que Zapatero advierta que el voto de la izquierda del 9 de marzo no ha sido un cheque en blanco, sino expresión de un deseo de un gobierno de izquierdas que desarrolle políticas de izquierda.


Trasversales