Trasversales
Lois Valsa

Redacted o cómo contar la guerra

Revista Trasversales número 10, primavera 2008

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En Estados Unidos la violencia sólo se ve en la ficción. Pero en los telediarios no hay muertos, la violencia se muestra con cuentagotas.
Brian de Palma

Redacted (Editado/Expurgado por la censura), la última película (2007) del conocido y reconocido director Brian de Palma (1940), a veces alabado por sus excelencias cinematográficas, a veces denostado por su desmesura y su sensacionalismo, ha tenido de entrada la indudable virtud de romper algunos lugares comunes y ciertos convencionalismos al uso. En primer lugar, ha dividido a los críticos, incluso en la valoración del premio (León de Plata) al mejor director que obtuvo en la 64ª Mostra de Venecia: unos la criticaron acerbamente sin reconocer sus méritos mientras que otros la alabaron totalmente sin reconocer defectos. Indudablemente, hubo críticos más “objetivos” entre los unos y los otros. También entre los espectadores creó desconcierto e incomodidad por sus límites tan sutiles entre realidad y ficción. Tengo que reconocer que a mí me ha parecido muy interesante su particular manera de enfrentarse a la guerra de Irak, tanto en su punto de vista sobre el tema como en el formato cinematográfico elegido para presentarlo al espectador. Desde luego algo que no se le puede reprochar al director es que siempre esté empeñado en cuestionar las enfermedades de una época marcada por la compulsión de devorar imágenes, y sobre todo de grabarlas, cayendo muchas veces él mismo también en esa trampa.
 
Sin embargo, en esta ocasión, me parece muy pertinente, por cuestionable que sea y por algunos lo ha sido, su forma de abordar un tema tan polémico como es el de la guerra de Irak. Brian de Palma es consciente de que hoy la misma realidad llega a superar a cualquier ficción (véase también Promesas del Este como ejemplo del giro radical dado por el director David Cronemberg acudiendo a mafiosos hechos de nuestra realidad cotidiana). Por ello, en Redacted, indaga en el territorio de lo real y levanta un testimonio fiel de hechos reales sangrantes: la violación de una niña y la posterior matanza de su familia llevada a cabo por unos soldados estadounidenses en Mahmudiya, al sur de Bagdad, Irak, el 12/03/2006. Pero, para representar esa cruel realidad, él realiza un falso documental (fake) en el que ficciona la realidad, contando hechos verdaderos con un lenguaje de ficción, también por imperativos legales que le advirtieron de que podía ser demandado si no filmaba los hechos con actores. Esto hay que recalcarlo: Brian de Palma, famoso y premiado en Hollywood, ha rozado límites legales al querer realizar su película. ¡Qué tiempos vivimos!

En 1989 ya había realizado otra película, mucho más cruda, Corazones de hierro, de la que esta última película es casi una reescritura puesto que trataba también de una violación de una niña por tres soldados estadounidenses, más uno cómplice por cobardía, en Vietnam. En aquella se reflejaban más las coacciones para silenciar a un quinto soldado que no había querido participar en la barbarie y que la acababa denunciando. En esta película, en la que de los cinco dos son los que llevan a cabo la masacre, los personajes son más complejos. En ambas, al ser, finalmente, juzgados por tribunales militares, los soldados, por creerse impunes, se sienten traicionados. Ahora, en Irak, e incluso en otras guerras anteriores, a diferencia de lo que sucedió en Vietnam, una guerra de la que se mostraba aún el dolor de la gente y a soldados heridos y cadáveres traídos de vuelta en bolsas, no se puede ver nada de esto en los medios de comunicación que controlan la total realidad de los hechos. Por ello, el director trata de realizar unas imágenes más efectivas, unas imágenes que den cuenta de lo que de verdad está sucediendo allí, saltando la censura impuesta por los medios: la película es un intento de llevar al pueblo estadounidense la realidad de lo que está sucediendo en Irak… son las imágenes las que detendrán la guerra. El director confiaba así en que las imágenes ayudarían a detener la guerra, como sucedió en Vietnam.

Paradójicamente, el laureado Brian de Palma se ha visto enfrentado, por su “atrevimiento antipatriota”, a los poderes político-militares-mediáticos, llegando incluso a ser perseguido por el ultra conservador Bill O’Reilly y Fox Tv News. Curiosamente, se ha visto expulsado al territorio “libre” (¿Hasta cuando?) de Internet: Yo sabía que cualquier representación negativa de la guerra de Irak iba a ser criticada, pero me he limitado a reflejar cómo los propios soldados se dibujan a sí mismos a través de Internet… Todo lo que no podemos ver en la prensa porque está demasiado higienizada lo podemos ver online. Está todo en Internet. Se puede encontrar si se busca, pero no está en los medios más importantes. Los medios son ahora parte del sistema. Esa es la primera lección de lo ocurrido con Redacted: su rechazo y censura por el gran poder de los medios de comunicación que no admiten disidencias. La disidencia crítica en EEUU se desarrolla en el mundo de la cultura y no en los grandes medios de comunicación. Se convierte así en una película contra la censura, que, irónicamente, ha sido censurada. El gran Brian de Palma ha tenido que pasar nada menos que a la contra-información. Entonces, la película se promociona contra Bush (la película que Bush no quiere que veas) y pasa a ser una proclama antibelicista (el director se mostró antibelicista desde sus primeras películas).

Brian de Palma, para llevar a cabo su propuesta, va más allá del formato clásico cinematográfico y hace una película postclásica al abrir ventanas a nuevas formas narrativas. Recurre, pues, a un collage bien ensamblado de imágenes de diferentes procedencias y distintos soportes audiovisuales: imágenes de cámaras domésticas de los soldados, cámaras de video vigilancia, conversaciones con las familias a través de Internet, videos colgados en la página web de Al qaeda, reportajes de televisión, cámaras ocultas e incluso un supuesto documental francés de calidad. Articula un nuevo relato cinematográfico a partir de las “cámaras” que vemos por todas partes (lo cual marca una gran diferencia, por ejemplo, con La Chaqueta Metálica de Kubrik). En Redacted se yuxtaponen imágenes reales como proclama antibelicista de cine clásico con imágenes recreadas, tan o más agresivas que cualquier relato periodístico. Así se muestra “lo que ha acontecido” de una realidad no sólo fragmentada sino también deslocalizada, reconstruida como ficción con intención política. Un simulacro, pues, contra los simulacros que nos venden los medios de comunicación. Un simulacro, pues, de la guerra para denunciar la violencia de “los buenos” (algunos la han tachado de maniquea), aunque haya personajes de todo tipo. La guerra real y la guerra “mediática” se interpenetran: las grandes batallas de la era de la información se libran en los medios de comunicación, señalaba el sociólogo Manuel Castells.

 Por último, en medio de bastantes “conservadoras” películas procedentes de EEUU, sea en la onda del liberalismo “progre” como por ejemplo la muy interesante y más clásica en el mejor sentido En El Valle de Elah, que en el fondo retrotrae a las viejas y caducas esencias patrias y desplaza el victimismo con un discurso engañoso; o sea en la onda del cine independiente que nos traen, paradójicamente, grandes distribuidoras, con simpáticas y estimables películas como Pequeña Miss Sunshine o Juno, que no van más allá del antiabortismo o de finales felices, creo que, por lo menos, Brian de Palma, supongo que por convicción moral y no por cálculo, se ha “arriesgado comercialmente”, y es un hecho que su película ha durado bien poco en la cartelera. Por otra parte, ha levantado ampollas, “antipatrióticas” en la bienpensante sociedad estadounidense, cosa que no sucede con las otras citadas que no han provocado al parecer polémica alguna por lo que han debido ser bien digeridas por el “sistema”. Palma, por el contrario, ha provocado las iras de ultraconservadores como O’Reilly que ha pedido el boicoteo del filme y de algún comentarista del Canal Fox. Además, está enfrentado con su productora (Magnolia Pictures) ya que la película se cierra con imágenes reales de víctimas a las que la productora ha cubierto el rostro con bandas negras pese a la oposición del director. La productora quiere que le pague el coste de la película, nada menos que cinco millones de dólares, a lo que el director se niega.

Finalmente, lo que siempre se debe tener presente, como señalaba, a mi parecer acertadamente, Tomás Eloy Martínez en un artículo sobre la película, es la difícil cuestión planteada por Susan Sontag en su libro Ante el dolor de los demás, de “cómo representar visualmente lo atroz” sin corromperse en el intento, o sea, sin que la representación acabe siendo también otra forma de corrupción.
 

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