Trasversales
Asamblea de Estudiantes de la Universidad Carlos III

Carta al rector a propósito de Bolonia

Revista Trasversales número 11, verano 2008




Estimado Rector:

En primer lugar queremos agradecerle el mensaje sobre Bolonia que nos ha enviado a todas y todos los alumnos. Desconocemos los motivos por los cuales, en un contexto de reforma integral de la universidad, la máxima autoridad de esta universidad hasta ahora no se había pronunciado.

A pesar de saludar su comunicación, muchos estudiantes lamentamos que se quede en un mensaje autocomplaciente, muy lejos de saldar el déficit informativo que existe sobre la reforma, y más lejos aún de hacer la más mínima autocrítica sobre cómo se ha completado. Otras universidades públicas de Madrid están siendo mucho más cautelosas con la aplicación de Bolonia, y aun encontrándose en una fase muy anterior de la reforma, los rectores se han sometido a debates e intervenciones públicas, habilitando fórmulas varias de participación de la comunidad universitaria. Entendemos que la excelencia, de la que a menudo hace gala la Universidad Carlos II, no está reñida con la participación y la reflexión colectiva.

Lamentamos por ello que después de todo un año de rumores sobre propuestas de planes de estudios, eliminación de asignaturas, supervivencia de títulos, plazos de aplicación, calendarios, nuevas metodologías, etc., nos adentremos en el periodo de exámenes sin haber hecho una pausa consciente para abordar una reflexión colectiva sobre el futuro de la universidad. Durante los últimos años se ha insistido en numerosas ocasiones sobre la necesidad de hacer unas jornadas, varios debates y demás propuestas, que las autoridades académicas de esta universidad negaron sistemáticamente. Antes se nos decía que no había información suficiente, ahora que ya no hay nada sobre lo qué discutir.

Desde luego, consecuencia directa de toda la precipitación con la que se ha actuado en la Universidad Carlos III es el rechazo reciente de la ANECA a la propuesta inicial de los planes de estudios. Estamos a finales de mayo y aún se desconoce cuáles serán los planes de estudios definitivos del año siguiente. Al menos, después del rechazo de la ANECA, han tenido la elegancia de colgar en la página web de la universidad “Planes de estudio en proceso de verificación por la ANECA y el Consejo de Universidades”. Quizá no habría ocurrido lo mismo si en lugar de diseñarse los grados en función del poder y de los intereses de los diferentes departamentos, se hubieran diseñado haciendo una reflexión pausada y sobre todo, haciendo extensiva la participación REAL de los estudiantes, sin secretismos, y dejando un plazo de alegaciones efectivo (por ejemplo, no haciéndolo coincidir con las vacaciones de navidad).

Esta asamblea de estudiantes, que ha ido creciendo en número y que ha logrado por primera vez coordinar estudiantes de los tres campus, no puede resignarse y guardar silencio después de que en su mensaje nos haya calificado como “grupos que sienten sus intereses amenazados por el cambio”. Salvo que medie un propósito de descalificación y desacreditación, no entendemos la categorización que hace de una parte de sus estudiantes como grupo de presión, precisamente cuando se dirige a uno de los sectores de la comunidad universitaria que más vive la universidad como un espacio de interacción, de reflexión y de transmisión del conocimiento. Probablemente, cualquier intento de explicarle que somos simple y llanamente defensores de la universidad pública y que vemos en la globalidad del proceso de Bolonia una clara amenaza, se tornaría imposible. Usted ha preferido categorizarnos desde ya en lo que le ha convenido, pero es tan disparatada la analogía, que ni si quiera merecería una aclaración.

Como en lugar de habilitar un espacio para la discusión, que sería lo propio de una universidad, ha preferido hablar por nosotros atribuyéndonos una mezcla de consignas políticas (alguna de ellas sin ningún sentido), no queremos dejar pasar la oportunidad de dirigirnos a usted y al resto de la comunidad universitaria para explicar brevemente por qué estamos en contra del proceso de Bolonia y por qué nos hemos movilizado.

En primer lugar, los estudiantes que nos hemos movilizado entendemos el proceso de Bolonia como una reforma integral, y no únicamente como un cambio en la estructura de las titulaciones. La poca información que ustedes han ofrecido, en la misma línea de la opacidad con la que se ha acometido toda la reforma, únicamente hacía referencia a la nueva estructuración de grados y posgrados, obviando elementos de fondo del proceso de Bolonia como el cambio en los modelos de financiación, la flagrante devaluación de contenidos y de la exigencia en los grados, el nuevo sistema de créditos, las nuevas metodologías docentes bajo el paraguas de una presunta revolución pedagógica con tintes de LOGSE, el cambio radical hacia una mayor incidencia de las empresas en la universidad, etc.

Por supuesto, esta generalidad de la reforma sólo se puede concluir después de analizar la totalidad del proceso desde el principio, leyendo todas y cada una de las declaraciones de los Gobiernos (Bolonia, Praga, Berlín, Bergen, Londres), los informes de los diferentes actores del proceso (empezando por el Informe Universidad 2000 en el Estado español, hasta los diferentes informes de la Comisión Europea o de la Asociación Europea de Universidades), así como los borradores de los proyectos normativos, y finalmente todos y cada uno de los instrumentos legales que han formalizado la reforma (LOU 2001, cuyo título XIII ya se titulaba Espacio Europeo de Educación Superior, el RD 1125/2003 por el que se establece el sistema europeo de créditos, la reforma de la LOU 4/2007 y finalmente los reales decretos de grado y posgrado 55/2005 y 56/2005, que han sido recientemente modificados por el RD 1397/2007, que regula ambas modalidades de enseñanzas).

Son estos textos a los que todo el mundo debería dirigirse para hacerse una idea cabal del proceso, más allá de los llamamientos a la confianza que usted proclama en su mensaje. Señaladas las fuentes, los principales motivos por los que nos oponemos al proceso de Bolonia son los siguientes:

* En relación con la estructura de grados y posgrados:


El RD 1397/2007 configura el grado como una enseñanza enfocada principalmente a garantizar la “empleabilidad” (como reconoce la exposición de motivos), y por ello tiene por objeto exclusivamente la obtención de una formación general (artículo 9.1). Así, de los 240 ECTS que tienen los grados, 60 como mínimo tienen que ser de formación básica o competencias transversales (art. 12.5). Además, se habilita para que las prácticas externas (por supuesto no remuneradas) puedan tener una extensión de hasta 60 ECTS (es decir, un curso completo), y finalmente debe realizarse un trabajo fin de grado que puede ser de hasta 30 ECTS. Hay, por tanto, una reducción absoluta de formación específica propia del grado, es decir, de enseñanza universitaria tal y como hoy la entendemos. Así se entiende perfectamente que el objetivo del grado sea, como repiten insistentemente los documentos oficiales, la formación de profesionales perfectamente adaptables “a un mercado de trabajo cada vez más cambiante”. La formación que se pretende es tan deficitaria que, a modo de ejemplo, las propuestas de dobles grados (la continuación de los estudios conjuntos) buscan una duración ridícula de cinco años. ¿Cómo se puede comprimir aún más las materias si no es con un recorte drástico de las mismas? ¿No se supone que un grado y una licenciatura son equivalentes?

La formación específica, característica de los segundos ciclos de las anteriores licenciaturas, se trasvasa al posgrado, que, como dice el artículo 10 del Real Decreto, tiene como finalidad la adquisición de una formación avanzada, de carácter especializado o multidisciplinar. Sólo quienes superen la barrera económica y académica que supone cursar un máster estarán en condiciones de adquirir unos conocimientos que antes garantizaban mayoritariamente las licenciaturas. Por no hablar de todos aquellos posgrados que habilitan profesionalmente para el ejercicio de una profesión que antes no eran requisito previo (por ejemplo: máster de habilitación del profesorado, máster de psicología clínica, máster para el ejercicio de la abogacía y prócura) y del aumento generalizado de las tasas de los posgrados.

Nosotros estamos absolutamente en contra de esta dualidad en los estudios. No es casual que todos los informes de la Comisión o de la Asociación Europea de Universidades citen constantemente el sistema universitario estadounidense como modelo a seguir. Y en efecto, la aplicación de esta dualidad dará lugar a una situación similar a la americana: devaluación de los graduados y elitización de los posgrados, a los que sólo un pequeño porcentaje puede acceder. Por eso, señor rector, desde hace dos años gritamos bien alto ¡Ni fábrica de precarios, ni escuela de élites! ¡Universidad para todas y todos!

* En relación con los créditos ECTS y las nuevas metodologías docentes:

El sistema de créditos ECTS se viene aplicando desde el año 2003, en el que se aprobó el real decreto que los regula. Los créditos ECTS suponen una novedad con respecto al sistema anterior: en lugar de computar las horas de clase, computan las horas de estudio. En principio, como señala usted, un sistema encaminado a eliminar las arbitrariedades del profesor sería positivo. Pero hay dos objeciones que prácticamente inhabilitan el nuevo sistema: ni la carga de trabajo en casa es mesurable, ni por supuesto, se habilitan sistemas de control que eliminen las arbitrariedades y excesos de carga de trabajo. Más bien, todos los estudiantes saben que desde la puesta en práctica de las nuevas metodologías docentes, los profesores han aumentado exponencialmente el número de trabajos y prácticas, llegando a la situación ridícula de tener que adentrarnos en junio sin prácticamente tiempo para estudiar los exámenes, precisamente por la obligación de hacer todas las prácticas y trabajos. Y aún así, si tan positivo le parece el nuevo sistema, estará de acuerdo en que no ha habido una aplicación ni medianamente coherente del mismo: allí donde había 6 créditos actuales, se han puesto 6 créditos ECTS (y si no, basta comprobar la mayoría de los nuevos planes de estudio). Entendemos que no se puede hacer una defensa de las bondades del nuevo sistema, y al mismo tiempo hacer una aplicación analógica accidentada, cutre y poco meditada, como si apenas hubiese diferencia entre ambos sistemas.

Además, no sólo es una cuestión de computación del trabajo, también lo es de cuantificación. El artículo 4 del RD 1125/2003 señala que cada crédito debe suponer un mínimo de 25 horas de trabajo, y un máximo de 30 horas. Traducido a horas por semana, este sistema supone una dedicación superior a 40 horas de trabajo a la semana. Con razón se especifica que el sistema está diseñado para que el estudiante lo sea a tiempo completo, imposibilitando cualquier tipo de compatibilización entre trabajo y estudios. Señor rector, ¿sabe usted cuántos de sus alumnos compatibilizan trabajo y estudios para financiarse la carrera? O mejor, ¿sabe usted a cuántos de sus mejores alumnos perdería precisamente con la aplicación estricta del nuevo sistema?

* En relación con las nuevas fórmulas de financiación:


Pese a que, en relación con el problema de la financiación, es usual la contestación de las autoridades académicas de que no está directamente vinculada al proceso, un rápido vistazo a los diversos informes de los actores del proceso permite concluir que sí, que está directamente relacionada y que además constituye uno de los pilares básicos en la búsqueda de esa universidad que no dé la espalda al mercado, como ustedes argumentan. En relación con la financiación individual que un estudiante tiene que hacer de su carrera, la insistencia del Ministerio en el nuevo modelo de becas-préstamo supone una sustitución paulatina de las tradicionales becas a fondo perdido. De nuevo se mira a Estados Unidos y se utiliza el recurrido argumento de la eficiencia (que en estos casos, como en la mayoría, opera como cajón de sastre) para intentar justificar que las becas van a ser progresivamente sustituidas por préstamos, que como todo préstamo, tiene que ser devuelto al final de la carrera, además con intereses que el Estado abona en nombre de los estudiantes a las entidades bancarias privadas.
Pues bien, en el caso de los posgrados, el Ministerio no oferta más becas que este tipo de créditos-renta. Y por supuesto, no es generalizable el argumento –como algunos profesores hacen- de que los propios departamentos de las universidades pueden ofertar becas, pues ni es garantía, ni, sencillamente, es realista. Las excepciones no pueden esgrimirse como argumento general.


Éstos son algunos de los argumentos que tiene esta Asamblea de Estudiantes contra Bolonia. En general, estamos convencidos de que hay un cambio de orientación de los estudios universitarios, más dirigidos a la adquisición de competencias y habilidades que a la adquisición de conocimientos. La incursión de lo empresarial es en ocasiones soterrada (bajo las nuevas fórmulas de financiación, las nuevas metodologías docentes, muchos de los nuevos másteres, etc), pero en otras ocasiones es realmente grosera (como la intervención de las empresas en el Consejo Social, cuya creación en el 2001 también estaba dentro de la misma lógica).

No queremos terminar la carta sin denunciar el oscurantismo informativo que ha habido en torno a la aplicación, no sólo para los estudiantes (incluyendo por supuesto a los delegados), sino también para los profesores y órganos universitarios. En este año, tan importante en la concreción del proceso y adaptación de los nuevos títulos, usted no ha convocado ni un solo claustro que pudiera fiscalizar cómo se estaban haciendo las cosas. La obsesión neurótica de querer ser los primeros en aplicar las reformas ha sido un arma de doble filo. Cientos de estudiantes, especialmente de los primeros cursos, aún están en un mar de dudas o directamente confundidos, y muchos profesores, como los estudiantes hemos podido comprobar, no tienen ni idea de las implicaciones que Bolonia tiene en la impartición de sus asignaturas. Queremos recordarle que aún no se ha garantizado algo tan básico y de sentido común como el derecho a docencia (y no sólo a examen) de aquellas y aquellos que quieran permanecer en el plan antiguo y suspendan en septiembre, coincidiendo al año siguiente con las asignaturas de los nuevos grados.

Señor rector, estos son nuestros argumentos. ¿Son los argumentos propios de un grupo de presión al estilo “Olson”? Son ni más ni menos que argumentos en defensa de una universidad pública y exigente. Siendo usted rector de una universidad pública, lo lamentable no es que no los comparta, sino que le parezcan tan extraños y que intente manipularlos. Volvemos a exigir que se consulte a la comunidad universitaria, que se reoriente el camino andado y que toda reforma, como mínimo, cuente con la habilitación de espacios democráticos de participación.

Reiteramos una vez más nuestro interés como parte activa de la Universidad en confrontar argumentos pública y democráticamente con usted, nuestra máxima autoridad académica.
¿Todo por el pueblo pero sin el pueblo? Homo hominis sacra res.

 

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