Trasversales
Jérôme Relinger

Liberemos del liberalismo a los bienes comunes

Revista Trasversales número 11, verano 2008

Jérôme Relinger anima el sector "revoluciones digitales y sociedad del conocimiento" del Partido Comunista Francés.



La economía inmaterial y la sociedad del conocimiento están en el centro de nuestra vida cotidiana. Biogenética, educación, arte, periodismo, el mundo editorial, las nanotecnologías, la cultura, los programas informáticos… trozos enteros de nuestra civilización están respaldados por riquezas inmateriales que dependen de la manipulación y la difusión de la información digital. Esta realidad da lugar a un nuevo mundo, pero también a modos antagónicos de producción que libran entre sí una guerra sin cuartel.

Modelo abierto y licencias libres

Por un lado, el modelo abierto, basado en el libre uso compartido de las riquezas informacionales, el intercambio y su mejora redistribuida sin restricción alguna, adoptando su retribución la forma de donaciones. Este es el modelo del Software Libre, los medicamentos genéricos, las licencias Creative Commons… Gracias a las licencias libres que los protegen [licencias reconocidas por la Free Software Foundation que garantizan las cuatro libertades fundamentales (utilizar, copiar, estudiar y modificar)], los bienes inmateriales que se elaboran y circulan bajo esa modalidad se emancipan de la verticalidad y de la privatización, siendo producidos y distribuidos como bienes comunes protegidos [Philippe Aigrain].
Este modelo produce resultados sociales por la redistribución de su producción: los descubrimientos y el trabajo de cada uno beneficiará a todos. Crea un círculo virtuoso: gracias al software libre, Internet existe; gracias a Internet, las riquezas informacionales se comparten sin empobrecerse. De forma natural, desmercantiliza los bienes informacionales. También es viable económicamente gracias a la valorización de los servicios que hace posible, como el mercado del Software Libre. Prefigura una extensión del concepto de servicio público y de interés colectivo, poniendo la colaboración en el centro del contrato social. Por último, obliga a los agentes económicos privados a desarrollar externalidades positivas (expresión de Hervé le Crosnier: si Google quiere proponerme publicidad, en primer lugar debe ofrecerme servicios útiles.

Apropiación de lo inmaterial

Por otra parte, está el modelo de extensión ilimitada de la mal llamada "propiedad intelectual", que pretende sistematizar y después imponer economías rentistas. Armados con patentes, apropiándose de todo, este modelo rarifica,  degradada y sobre mercantiliza las obras culturales y, por extensión, toda la riqueza informacional (la biosfera, la genética…). A modo de atraco planetario sobre lo inmaterial, consiste en la venta incesante y a alto precio de lo que ya no cuesta nada. Priva a la comunidad humana del progreso propio de lo informacional: el coste marginal nulo de la reproducción. De este modo, el agricultor debe comprar cada año sus propias semillas, el internauta pagar por el uso de bienes que ya ha adquirido, la colectividad pública hacer un interminable gasto en nuevas el gasto público sin fin de nuevas e inútiles licencias de software.
Así, es explotado sistemáticamente nuestro patrimonio cognitivo, histórico, imaginario, genético, nuestra memoria colectiva, nuestras culturas compartidas, nada menos que los estratos acumulados en el proceso de hominización,  que ahora son privatizados de esta forma. La nueva utopía capitalista sueña en vendernos la luz del sol, proletarizando al ser humano respecto a su propia creación inmaterial ["La verdadera lección de mayo del 68", Slavoj Zizek].
Corolario necesario de esta obsesión desenfrenada de bloqueo y control, se instala la hipervigilancia totalitaria, a través de las escuchas digitales sistematizadas y fuera del alcance de los ciudadanos. Espionaje de la navegación, chips espías, redes bajo escucha, software bajo control… ya están ahí. Ya sólo falta que sean ineludibles y que se creen oficinas privadas con derechos propios de la policía y de la justicia, tal y como, por ejemplo, proyecta la Directiva "Paquet Telecom" discutida con gran prisa en el Parlamento Europeo y ardientemente defendida por una presidencia francesa, bajo las órdenes de los grandes financieros de lo digital. El derecho público se ha convertido en víctima colateral del ataque contra las ideas públicas.

Ignorancia masiva y empobrecimiento

De la misma manera que una "sociedad de consumo" engendró lo inverso de lo prometido (dando lugar a una sociedad en la que una gran parte de la población apenas tiene medios para consumir), la sociedad del conocimiento, dejada en manos del capitalismo, podría producir todo lo contrario: una sociedad de la ignorancia masiva, entregada a las transnacionales del entretenimiento [Pierre Musso, "Une critique de l’économie de l’immatériel vue par le rapport Jouyet-Lévy"]. Una sociedad privada de su capacidad para la imaginación y la creatividad, vigilada y reglamentada por los mercaderes, castigada por sus milicias privadas.
Estos dos modelos, abierto y privativo, no pueden coexistir. Lo atestigua la guerra que el segundo ha declarado al primero. Los esfuerzos del Capital para imponer el cercamiento de la riqueza informacional son considerables, sobre todo en los organismos internacionales con la próxima reforma de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual o la entrada en vigor del Acuerdo Comercial Antifalsificación. Nada debe oponerse a la privatización de la riqueza natural y cultural. India se vio obligada a legislar sobre la patentabilidad de los medicamentos. La única condición puesta a Rusia para unirse a la OMC ha sido el cierre  de un sitio en el que se podía descargar MP3 a precios realistas. Las semillas requieren ahora cierres biológicos (GURTS, o "tecnología Terminator]"). Y en el arsenal legislativo francés, en diez años nos han impuesto no menos de cinco leyes (LCEN, DADVSI, LSQ, MEP, HADOPI…) que dibujan un totalitarismo digital "a la francesa": un dibujo digital totalitarismo "francés" [ver, por ejemplo, Quadrature du Net].

Modelo abierto contra capitalismo cognitivo


Este enfrentamiento, por su magnitud y consecuencias, resulta cardinal en nuestra etapa de desarrollo histórico. La estructuración de la humanidad alrededor de la propiedad agraria trajo la privatización de la tierra y después, las luchas para su reconquista en interés común. El desarrollo industrial y el control del Capital sobre la economía de mercado trajeron las luchas revolucionarias por la propiedad colectiva de los medios de producción. La revolución digital también debe estructurarse por las luchas contra el capitalismo  digital y por la universalización de la riqueza informacional.
Se trata de la supervivencia colectiva, porque en este mundo cada vez más complejo el reto de compartir el conocimiento no afecta sólo al modelo económico o a la distribución de los poderes, sino que es un prerrequisito  del vivir en convivencia. Reclamar como propiedad común la biosfera, el genoma, el espacio público, el software, las normas y estándares debe ser el objetivo y el proceso de lo que podría llamarse el "comunismo informacional" [Bill Gates llamó comunistas a los partidarios del software libre] que tendría por objetivo y por medios la gestión democrática de la inteligencia colectiva.

Compartir el conocimiento para la convivencia

Para llegar allí, hay propuestas concretas, que son también una fuente de renovación programática de la base común de la vieja izquierda. Pueden amenazar seriamente al capitalismo cognitivo [expresión de Yann Moulier Boutang]. Plataforma pública de intercambio público que permita la universalización de los conocimientos a través de la socialización de los beneficios; nuevos servicios públicos de creación y difusión de saberes inmateriales en formatos públicos inalienables; fomento de la elaboración del conocimiento colaborativo; educación permanente y formación popular; financiación pública condicionada  a los formatos de realización; libre difusión de la cultura científica; derechos de autor de los trabajadores asalariados. Muchas maneras de incorporar estos usos inmediatos y realistas Por lo tanto, muchas maneras de lograr finalmente la incorporación de usos inmediatos y realistas en la conducta de los medios revolucionarios y de combatir realmente la hegemonía cultural del capitalismo.
Esta concierne a toda la humanidad. Es la lucha por restablecimiento de una relación política de fuerzas que permita superar una sociedad de peajes y sus nuevos feudalismos, para crear la sociedad de lo compartido, la del comunismo informacional. La humanidad tiene todo por ganar en ello. Y lo que tiene por perder en esta ocasión es nada menos que la sustancia del mundo.


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