Trasversales
José Luis Redondo

¿Hay vida fuera de la economía?

Revista Trasversales número 11,  verano 2008

Textos del autor
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España, mejor dicho los españoles, estamos dentro de una crisis económica. Crisis, porque crecía el PIB y se ha estancado, pudiendo decrecer en los próximos meses. Es verdad que el proceso es mundial, partiendo de las hipotecas subprime en EEUU y afecta todavía mas a nuestros vecinos europeos. Crisis que, además del desastre de un sistema financiero opaco, está fortalecida por la subida de los precios de las materias primas. Sobre todo del petróleo, que es la base del consumo energético mundial e incide en todas las producciones, desde los alimentos a los productos industriales, desde el transporte al turismo.
Es verdad que además de la incidencia del proceso mundial, en España se dan factores específicos, sobre todo la construcción desbocada de viviendas y el crédito fácil para su compra, que hace dependiente de las hipotecas a una parte importante de la población. Es verdad que el gobierno, especialmente su presidente, no ha querido reconocer la situación, como si no nombrarla produjera efectos o retrasara su percepción por los ciudadanos. Es verdad que algunas medidas demagógicas, como los 400 euros, se han mantenido en contra de la evidencia de su sin sentido. Todo esto es verdad, así como la imposibilidad que tiene el gobierno de tomar medidas que resuelvan realmente la crisis.
Puede también ser verdad que, ante la dificultad de dar respuestas, el gobierno haya lanzado propuestas al aire, debates -y no disposiciones- en orden disperso, el aborto, la formación profesional por la práctica, el suicidio asistido, la recuperación de los desaparecidos de la guerra civil...

Lo que no puede aceptarse como verdad es que tenemos un problema único, el económico. Esta tesis del PP se repite desde Rajoy a su último vocero. Estamos de nuevo en el machaconeo, la crisis es todo y el gobierno no hace nada, está inactivo, hasta la culpa de la crisis es de Zapatero, esta letanía cada vez más irreal, cada vez más desaforada intenta reproducir la línea de crispación de la anterior legislatura. Afortunadamente es un tema menos emocional que el de España se rompe o Zapatero se entrega a los terroristas de ETA.
Afortunadamente, la vida y los problemas de cada persona no son sólo la situación económica, aunque esta sea muy importante. La salud, los acontecimientos que tocan a la familia o amigos, las ideas y las creencias, forman parte de nuestra vida.

¿Alguien duda de la angustia de las mujeres que han abortado sometidas a la persecución judicial? ¿de la inseguridad jurídica de los médicos y sanitarios que han intervenido en los abortos? Así que la necesidad de una ley del aborto que lo despenalice realmente y que lo haga posible en la sanidad pública, parece evidente y ya venía reclamándosela. Ha costado que el PSOE y el gobierno lo admitiera, sólo cabe reprocharle la lentitud del proceso.

¿Alguien duda de que tenemos derecho a morir sin sufrimientos, a decidir nuestra muerte? Parece que la Iglesia católica sí, ella quiere tener la propiedad de la vida de católicos y no católicos, y parece que también de la muerte (basta ver una película como “Los girasoles ciegos”). Los cuidados paliativos para la muerte sin dolor se están aplicando en muchos hospitales, pero el caso de Leganés muestra que pueden depender de políticos sin conciencia, fanáticos de su catolicismo o manipuladores de las creencias. Así que hay que crear seguridad jurídica para el personal sanitario. Además hay que explorar la posibilidad de la eutanasia activa y del suicidio asistido con las debidas garantías, tal como ha planteado el Ministro de Sanidad, Bernat Soria. También venía reclamándose, especialmente a través de casos sangrantes.

Hay un grave problema educativo en el país, un fracaso escolar de un 30% en la ESO, una falta de formación profesional, como acaba de reconocer el informe de la OCDE. Sin una formación adecuada no puede relanzarse un crecimiento basado en industrias y servicios más cualificados y competitivos a nivel mundial, no puede darse un desarrollo basado en I+D. Así que plantearse la educación infantil, revisar la Formación Profesional y sus acreditaciones, es imprescindible y es lo que ha hecho el gobierno.

Ya está bien que 70 años después de la guerra civil las familias de los asesinados no puedan recuperar los cuerpos, no puedan cerrar el duelo. La debilidad de la Ley de la memoria histórica ha hecho que la Asociaciones de las víctimas tengan que recurrir a la vía judicial y el juez Garzón ha pedido los datos, lo que tenía que haber hecho el Estado por propia iniciativa, desde el Gobierno a los ayuntamientos, pasando por instituciones como la Iglesia o el Ejército. Cuando el PP reprocha esta búsqueda, no hace mas que identificarse con los verdugos y es un triste mensaje para sus votantes.

Está claro que hay vida después de la crisis económica, además en momentos de escasez de recursos también puede avanzarse en el desarrollo de una sociedad mas abierta, mas progresista. Lo que hay que reprochar al Gobierno es la falta de un discurso político, tanto frente a la crisis como en los problemas que aborda como si fueran ocurrencias. Un discurso que manifieste lo que se quiere hacer, una llamada también de austeridad ante la situación económica, alguna propuesta articulada de otro modelo de sociedad civil. Parece que Zapatero es un gran pragmático que responde coyunturalmente, pero si no se justifican las medidas y las propuestas ante los ciudadanos, el mensaje del PP puede realmente incidir en la opinión pública.




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