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Luis M. Sáenz

Karadzic, genocida

Revista Trasversales número 11, julio 2008, versión electrónica

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Radovan Karadzic es un genocida. Su detención es un acontecimiento extraordinariamente positivo, aunque también extraordinariamente tardío, lo que limita considerablemente sus saludables efectos políticos.

Radovan Karadzic es un genocida. Por descontado, tiene derecho a un juicio con garantías y, jurídicamente, a la presunción de inocencia. Pero políticamente sería una indecencia callar que es un genocida hasta que haya sentencia, entre otras cosas porque si nadie lo estuviese diciendo desde hace muchos años tampoco habría sido hoy detenido. ¿Acaso no se podía denunciar el genocidio judío por el nazismo hasta que Hitler hubiese sido detenido y condenado? ¿No podemos decir que Pinochet fue un genocida por no haber llegado a ser condenado? La denuncia de los genocidas cuando son poderosos o incluso cuando ya no lo son pero siguen impunes es la condición previa y necesaria para que algún día puedan llegar a ser considerados tales jurídicamente.

Es una gran alegría, aunque no tan grande como si a este canalla se le hubierán parado los pies a tiempo y se hubieran evitado los horrores de los que es culpable. Quedan muchos genocidas o criminales de guerra sueltos, algunos extraordinariamente poderosos y hoy más peligrosos que el escondido Karadzic, pero eso no empaña la alegría de saber que éste será juzgado. Quienes se enfadan cuando cae un genocida alegando que otros muchos están impunes dan la impresión de que, al menos, piensan que será un genocida pero que es "su" genocida.


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