Trasversales
David Hammerstein

Preguntas sobre la crisis (entre lo absurdo y lo real)

Revista Trasversales número 12, otoño 2008


David Hammerstein es eurodiputado inscrito en el grupo verde del Parlamento europeo


1. ¡Viva el libre mercado! ¿Por qué sufren una repentina afonía el gran coro de  conservadores y liberales de todos los colores políticos que llevan años sermoneándonos sobre las bondades de la desregulación de la economía, la no intervención del Estado y las maravillas del libre flujo de capitales?

2. ¡Salvemos los bancos! (¿y después el planeta?) ¿Por qué el Gobierno de EEUU y casi todos los dirigentes europeos apoyan el Plan Bush para salvar con el dinero público las instituciones financieras irresponsables y corruptas en lugar de utilizar el dinero para ayudar a las personas que sufren las consecuencias de la crisis? ¿Por qué la supervivencia de algunos bancos es más importante (en inversiones públicas) que la del planeta y de sus habitantes pobres?

3. La bolsa sube, la vida baja ¿Estábamos realmente en el mejor de los mundos posibles hace unos años en medio de los boom urbanísticos, la creación de empleo en las obras y la subida de la bolsa?

4. ¡Más madera!  ¿Hay que hacer lo que sea para acelerar y calentar la economía y el consumo, como dice casi toda la clase política y sindical? ¿Es la cura o la enfermedad? ¿Hay peligro de que el tren de la economía vaya demasiado lento o demasiado deprisa? ¿Quién gana? ¿Quién pierde? ¿Si no ahora, cuando?

5. ¡Crisis económica contra la crisis climática! Si el resultado de la crisis es mucho menos destrucción ambiental, ¿es posible que hayamos encontrado por fin la forma de combatir el cambio climático y reducir las emisiones contaminantes? O, en otras palabras: si conseguimos que haya menos préstamos basura y menos bancos tóxicos, ¿habrá menos basura y menos tóxicos?

Algunas muy breves respuestas (pronto haré un análisis más extenso)

 1.  Regular para orientar el dinero hacia fines justos y ecológicos Hay que regular fuertemente a nivel mundial el sector financiero y el flujo de capitales para obligar unos mínimos objetivos sociales y ambientales y de estabilidad financiera no especulativa. Es imprescindible controlar estrictamente la concesión de créditos y operaciones financieras de todo tipo. Hace falta tomar en serio de una vez el blanqueo de capitales, los paraísos fiscales y la evasión fiscal.

2. Los bancos que han creado la crisis no merecen ser salvados, la mayoría de sus clientes corrientes, sí.  El dinero público se necesita para luchar en contra del cambio climático y la desigualdad social, no para regalar a la banca. Es un escándalo que en España nuestros depósitos sólo tienen un seguro hasta los 20 mil euros en caso de una quiebra bancaria mientras en EEUU ahora será 10 veces más.  Hay que construir otro modelo de sistema financiero sobre unas nuevas bases seguras y democráticas.

 3. Volver a las andadas especulativas del boom inmobiliario sería volver al problema y no a la solución.  La burbuja urbanística y los créditos que la hinchaba han sido unos de los motivos de la actual crisis. No queremos volver a la época de beneficios espectaculares en la bolsa que poco tienen que ver con la economía real. Hay que redimensionar y relocalizar la economía, creando unas reglas claras en contra de operaciones financieras y constructivas desbocadas y alejadas de las necesidades reales.

4. Como con la comida y el amor, “slow is beautiful” (lo lento es bello).  La temeraria actividad frenética de la globalización financiera  tiene efectos contradictorios y autodestructivos: da vértigo para seguir el ritmo mientras que da miedo para frenar y, quizás, descarrilar. En cambio, hay que aceptar una economía más lenta y segura que también puede ser más justa y verde al no basarse en el crecer por crecer.

 5. El crédito excesivo hipoteca el planeta. ¡Sí, el planeta gana con esta crisis! Conforme la burbuja crediticia ha crecido, ha avanzado más deprisa la destrucción del medio ambiente por la locura de la sobreproducción y el sobreconsumo. Los préstamos fáciles y de basura han posibilitado un consumo muy desmesurado y obsceno que ha ido mucho más allá de nuestras posibilidades económicas y ecológicas. Por paradójico que parezca, esta crisis favorece los ecosistemas que dan soporte a nuestras sociedades. Hay que “decrecer de forma sostenible”, lo que quiere decir que la economía física de materiales de la naturaleza tiene que encogerse mientras la economía de las personas y su entorno puede prosperar si somos capaces de aplicar unos cambios políticos y culturales sabios que priorizan la vida, la salud y el futuro.



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