Trasversales
Beatriz Gimeno

Esta no es la ley de aborto que queremos

Revista Trasversales número 14, mayo 2008

Textos de la autora
en Trasversales


Texto publicado originalmente en El plural




La política es el arte de la simulación. No sabemos si cuando Rubalcaba le dice a Rajoy que no se ha leído el proyecto de ley de aborto lo dice en un sentido literal, pero es posible, porque lo cierto es que con esta ley el aborto será más restrictivo que antes. Y nadie parece llamar la atención sobre esto porque lo que se está discutiendo no es sobre el derecho en sí, sino otra cosa. La ley es una pantalla de humo que reparte medallas de progresismo. Y todos están confabulados en este juego al parecer, incluidos los medios de comunicación. La ley que ha pergeñado el PSOE es una enorme mentira que no nos gusta nada a las mujeres que venimos luchando por una ley de aborto desde hace años. Es una ley pacata, corta, miedosa...que no es para nada como nos anunció la vicepresidenta “de las más vanguardistas de Europa”. Primera mentira.

Que sea una ley de plazos, es decir, que deje un plazo de libre decisión para la mujer era imprescindible e impensable otra cosa a estas alturas. Así que, bienvenida sea la libertad de decidir. Pero esa libertad es corta y es tutelada. Teniendo en cuenta lo que hemos esperado y que gobierna un partido de izquierdas que se dice feminista; teniendo en cuenta las recomendaciones de los expertos y, sobre todo, teniendo en cuenta las reivindicaciones de las mujeres que luchan por este derecho, 14 semanas es un plazo demasiado corto. Si existen países que fijan el plazo en 24 semanas desde hace años, como Holanda, o Dinamarca... ¿por qué con una ley más moderna tenemos que ser menos? Si nos incorporamos ahora al grupo de países con ley de plazos, lo normal sería que fuéramos a mirarnos en los más avanzados en derechos, y no en los menos.

Después está el plazo de 22 semanas pasado el cual nos convertimos en menores y en meros receptáculos de un feto que parece gozar de más derechos que nosotras mismas. Se supone que estas 22 semanas volverán a ser utilizadas por aquellas mujeres que, por la razón que sea, no hayan podido abortar antes; sólo que ahora se pone más difícil, dos informes médicos en lugar de uno. Y en todo caso se vuelve a dejar a los grupos antiaborto la posibilidad de seguir incordiando y denunciando. Lo mismo pero más complicado.

Se nos vende como gran novedad, otra mentira, que ninguna mujer irá a la cárcel por abortar. Es cierto que es importante que así quede reflejado en el Código Penal pero, que no nos vengan con cuentos, ninguna mujer iba a la cárcel por abortar y, en cambio, las penas de inhabilitación para las y los profesionales que lleven a cabo los abortos siguen poniéndoles a los pies de los caballos (de los antiaabortistas, que podrán seguir denunciando). Y por último, más allá de la semana 22 sólo se podrá abortar en el caso de que el feto sufra una enfermedad muy grave. ¿Y la salud de la mujer? Porque recordemos que hay países en el mundo que más allá de los plazos, o sin ellos, entre salvar al feto o salvar a la mujer eligen salvar al feto. Nada se dice de qué ocurre cuando un embarazo más allá de la semana 22 pone en peligro la salud de la mujer. La mayoría de los países europeos contemplan la posibilidad de aborto sin plazo para estos casos. En España, hasta ahora así era: sin plazo en caso de riesgo para la salud de la mujer. Así que vamos para atrás, como el cangrejo. Y en cuestión de derechos cuando se retrocede malo. Esta es la tercera mentira, y es muy grave.

En la nueva ley se dice que en esos casos lo evaluará un comité clínico: ¿formado por quién? ¿Por abortistas o por antiabortistas? ¿Por médicos ateos o religiosos? ¿Por hombres o por mujeres? ¿Con qué criterio? ¿Y si el comité dice que no, y si alguien del comité pone problemas y el aborto se retrasa? Más allá de cierto plazo parece que la salud y los supuestos derechos del no nacido son mucho más importantes que los de la mujer. De hecho, la mujer desaparece de la cuestión. Como dijo acertadamente una congresista norteamericana republicana pero favorable al aborto: “Está claro que todo el mundo tiene derecho a la vida menos la mujer embarazada”.

La ley es indignante y humillante para las mujeres. No se ha hecho caso al movimiento feminista que es quien lleva años trabajando y reivindicando y quien tiene mucho que decir. No se ha hecho caso a las mujeres. La mayoría de los llamados “expertos” estaban de acuerdo en que para casos de riesgo para la mujer no debería existir plazo. Y ya es bastante malo eso de tener que aguantar que haya un experto opinando de lo que tengo que hacer yo con mi útero, con mi cuerpo. Y para colmo, la opinión de las mujeres activistas en pro del aborto ha sido borrada de los medios. Su nota de prensa criticando la ley ha sido ignorada por los medios. Un manifiesto que firman más de 60 organizaciones feministas de todo el espectro político progresista, muchas de ellas, por cierto, afines al PSOE.

Mientras, Rajoy dice que denunciará la ley (que en teoría tenía que ponerle contento) los antiabortistas arman gresca por una ley que restringe el derecho al aborto más que ampliarlo y que nos pone en la cola de Europa, el PSOE dice que la ley es la más moderna del mundo, IU tampoco se atreve a decir la verdad, o quizá es que no entiende nada. Si lo que queríamos es que las mujeres que necesiten abortar puedan hacerlo, lo que había es mejor que lo que va a haber.

Lo terrible de todo esto es que se ha hecho y cocinado, presentado y vendido, sin que las mujeres hayamos sido escuchadas. Las mujeres seguimos sin ser escuchadas cuando se hace políticas que tienen que ver con las mujeres y ni siquiera nuestras quejas llegan a la opinión pública. Ahora todos hablan de lo que no es y de lo que se trata es de mantener la mentira: una ley que no es mejor que la que había, un partido que no es más feminista, otro que lo recurre todo, sea lo que sea, sin leerlo, y los medios de comunicación que ignoran las voces críticas con sus posturas. Lo que yo me pregunto es…¿y ahora qué hacemos?

Beatriz Gimeno es escritora y ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales



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