Trasversales
Vicent Àlvarez

Ante la euforia conservadora

Revista Trasversales número 14, primavera 2009


Los resultados electorales, como era de prever, han generado una euforia conservadora, especialmente en nuestro caso. Estamos viviendo una autentica ofensiva tanto por parte de los responsables políticos como de sus simpatizantes y fieles seguidores. En las relaciones cotidianas se lanza el mensaje de que el fin de la crisis esta cercano, asociando ese fin con el  del mandato del gobierno del Estado, como si esas dos cosas fueran la misma. Según estamos oyendo, ya se ha dado el primer paso para superar la crisis con esa relativa ventaja electoral del Partido Popular.
La gente situada en lo que entendemos izquierda, mejor dicho izquierdas, podemos caer en una posición exclusivamente defensiva o, en el peor de los casos, en el desanimo. Vengo escuchando repetidamente quejas y también consideraciones, como sería constatar que pese a las imputaciones, al caso Gurtel, procesamientos, incluso alguna que otra condena,  el personal conservador apoya sin rechistar a los protagonistas de estas historias, de forma que se consiente,y acepta lo inmoral como válido. Así, en el caso de los municipios valencianos con alcaldes condenados ( Pego, Vilareal, Xaraco) parace que las condenas no han servido para gran cosa.
Con independencia de la no traducción electoral, todas las tramas de posible corrupción deben de evidenciarse, por una simple cuestión moral y ética. Los tribunales y la fiscalía del Estado, tan permisiva ésta en la anterior etapa conservadora, están haciendo lo que deben hacer: investigar, actuar y, en su día, resolver de conformidad con las leyes y los usos judiciales.
La existencia de procesos abiertos es un síntoma de salud democrática. Tildar eso de “inquisición” o tratar de acallar a la justicia con presiones, intimidaciones,o votos, es un mal camino yun  procedente peligroso.
Por otro lado, el  debate público es necesario, que los ciudadanos expresen sus opiniones es sano y saludable. Por eso, ante esa ofensiva conservadora, debe haber un cierto rearme de progreso y tenemos que interrogar a los eufóricos sobre sus propuestas. ¿Se trata de volver al urbanismo salvaje, sin límites, que ellos inventaron? Incluso desde instancias de nuestro propio Gobierno autonómico se ha suscitado el problema del cambio climático, por eso precisamente. Los eufóricos deberían indicarnos como piensan hacer frente a ese desafío,  pregúntemoles: ¿Con más derroche energético, con más cemento? Abramos debates sin miedo.
Como venimos viendo, las opciones de la euforia implican  volver de nuevo al boom de la construcción, a las viejas recetas que han esquilmado nuestras costas y territorio. ¿Eso seria resolver o, más bien, agravar la crisis? Mucha euforia pues, poca materia nueva, lo de siempre, negocio a costa del territorio, del medio ambiente y del patrimonio.
Desde la izquierda sigamos defendiendo la ética como regla en la gestión pública, sirva o no para que otros pierdan votos, y apostemos decididamente por el desarrollo sostenible como vía de futuro explicándolo, dando razones.


València, junio 2009


Trasversales