Trasversales
José M. Roca

¿Z o P?

Revista Trasversales número 14,  junio 2009

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Una de las cosas que han quedado más claras en la campaña electoral que ahora concluye, es el rasero utilizado por el Partido Popular para juzgar los actos de sus adversarios políticos, distinto del empleado para juzgar a sus propios militantes. Parece ocioso tener afirmarlo otra vez, pero ha quedado sobradamente constatado en la campaña; esta dualidad forma parte de su esencia. El Partido que defiende la estricta moral católica en temas de sexualidad y reproducción humanas, es amoral en todo lo demás y emplea distintos raseros según le convenga.
El partido cuyo máximo responsable defiende públicamente al Presidente de la Comunidad Valenciana, sobre el que recaen sospechas de haber recibido regalos de una empresa que ha conseguido docenas de contratos en Valencia y fuera de Valencia, que apoya al Presidente de la Diputación de Castellón, ya imputado en un caso de prevaricación y sospechoso de haber montado un régimen político poco limpio en la provincia, que tiene abierto el caso “Guateque” en el ayuntamiento de Madrid, por prevaricación en la concesión de licencias de apertura de negocios, y en la Comunidad el caso de las escuchas dentro del propio partido, agravado por el precipitado cierre de la comisión de investigación cuando la cosa se ponía fea, con “tamayazo” al fondo; que tiene al presidente de la Diputación de Orense, José Luis Baltar, moviéndose por Galicia a su antojo y enviando en sus nietos al colegio en coche oficial, ha creído haber encontrado un caso de corrupción en el uso de un avión de las Fuerzas Aéreas por el Presidente del Gobierno durante la campaña electoral. Hay que indicar que tanto Aznar, como Rajoy, como Trillo, etc, han utilizado medios de transporte oficiales en circunstancias similares, pero no es esto lo que ahora interesa destacar, sino, en primer lugar, que la crítica que en apariencia se dirige a Zapatero, se dirige en realidad hacia la figura del Presidente del Gobierno como institución, pues se trata en realidad de definir sus funciones. Lo cual, conduce a un absurdo.
La opinión de Rajoy y sus secuaces sobre el uso de un avión Falcon lleva al dislate de proponer una presidencia del Gobierno por horas. Según Rajoy, Zapatero cada día debe desdoblarse en una especie de Dr. Jekill y mister Hyde. Mister Z ó Mister P. O militante del PSOE o Presidente del Gobierno. ¿Cuándo es lo uno y cuándo es lo otro?
Según las tesis marianistas, con el cargo de Presidente, la pesada carga de gobernar se lleva, o sobrelleva, cada día por tiempo limitado. El Presidente del Gobierno es una especia de costalero de España, que, cuando acaba su jornada laboral, se libra de la carga y acude a donde quiere, pero en vehículo privado. Para Rajoy, el cargo de Presidente del Gobierno es por horas, algo así como asistenta, pero de luxe, y está sometido a un horario estricto: pongamos de 8 de la mañana a 8 de la tarde. Por la mañana, el Presidente (P) atiende al Gobierno, y por la tarde, al salir del curro, ya libre de la responsabilidad gubernamental, el ciudadano Zapatero (Z) atiende al partido, lo cual quiere decir que entre las 8 de noche y las 8 de la mañana este país no tiene Presidente, y si el mismo rasero se aplica a todos los ministros, resulta que durante la noche carece de Gobierno.
Mariano Rajoy, o quien le haya apuntado la idea (presuntamente González Pons), pasará a la historia como formulador de paridas políticas, al tratar de añadir a las tesis de Montesquieu sobre la división y limitación de poderes, la peregrina teoría de limitar las horas en que se ejerce el poder.
Sospecho que Rajoy quiere poner un reloj de fichar en La Moncloa.




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