Trasversales
Rolando Astarita

“Crisis crónica” y fetichismo financiero

Revista Trasversales número 15 verano 2009

Textos del autor en Trasversales


Rolando Astarita, autor de los libros Valor, mercado mundial y globalización y Keynes, poskeynesianos y keynesianos neoclásicos,  es profesor de la Universidad Nacional de Quilmes y de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Este texto de Rolando Astarita es de marzo de 2006, pero resulta especialmente revelador ante los hechos actuales. El autor critica en él tanto la tesis del estancamiento crónico del capitalismo como la hipótesis de un “crecimiento por endeudamiento permanente” que pueda prolongarse de forma indefinida. Para la visión del autor sobre la crisis actual, puede consultarse su libro El capitalismo roto, 2009, Editorial La Linterna sorda.



Una de las tesis que goza de mayor popularidad en la izquierda sostiene que el sistema capitalista mundial está atravesando una crisis crónica desde hace décadas. Sin embargo esta idea choca con una realidad: en los últimos 25 años: el producto bruto mundial creció a una tasa promedio anual superior al 3%, y el mercado mundial se desarrolló a una tasa incluso superior. Por supuesto, este crecimiento de las fuerzas productivas y de las relaciones capitalistas no niega el hecho que el capitalismo sufrió graves crisis localizadas, como el estancamiento de América Latina en los ochenta, la depresión japonesa de los noventa, la crisis de los países asiáticos del Pacífico en 1997-1998, la crisis rusa de 1998 y la crisis argentina de 1998-2002. Pero no se produjo un estancamiento generalizado del sistema. No hubo un desarrollo del nivel del boom de los años de la posguerra, pero tampoco un derrumbe catastrófico como en los treinta, y como pronosticaron muchos que sucedería. En líneas generales la visión sobre esta situación está desarrollada en mi libro Valor, mercado mundial y globalización (Ed. Kaicron), en particular en el capítulo 8, y remito al mismo a quien quiera obtener información adicional sobre ello.

Sin embargo, y ante la imposibilidad de negar los datos, algunos defensores de la idea del “estancamiento crónico” sostienen que de todas maneras el capitalismo está en “crisis de sobreproducción permanente”, y que esta situación continúa a través de los años merced al endeudamiento creciente. Esta tesis nos parece insostenible, tanto desde el punto de vista teórico como empírico, y dada la aceptación que ha tenido en algunos círculos, nos parece necesario examinarla con algún detalle.

Marx y el rol del overtrading

Para responder al argumento del “crecimiento por endeudamiento permanente” (en adelante CEP), empezamos tratando algunas cuestiones generales.
En primer lugar, y para despejar falsas polémicas, acordamos con la idea de Marx de que el crédito puede llevar la producción “más allá” de lo que se puede considerar un punto medio del periodo de prosperidad, superado el cual “comienzan a intervenir… los caballeros de la industria que trabajan con capital de reserva, o sin capital en absoluto, y que por ende operan basándose por completo en el crédito dinerario…” (El Capital t. 3 p. 628). Es lo que Marx llama overtrading, que permite continuar la rotación del capital en tanto los stocks de mercancías se están acumulando. Por esto, dice Marx en otro pasaje:
Si el sistema crediticio aparece como palanca principal de la sobreacumulación y de la súper-especulación en el comercio, ello sólo ocurre porque en este caso se fuerza hasta su límite extremo el proceso de la reproducción, elástica por su naturaleza, y porque se lo fuerza a causa de que una parte del capital social resulta empleado por los no propietarios del mismo, quienes en consecuencia ponen manos a la obra de una manera totalmente diferente a como lo hace el propietario que evalúa temerosamente los límites de su capital privado, en la manera en que actúa personalmente” (p. 106).

El crédito actúa entonces como palanca de la sobreacumulación, forzando al extremo el límite del proceso de reproducción. Subrayamos el término límite, porque este forzamiento mediante el overtrading no puede prolongarse por décadas y décadas. Por eso los pasajes citados están en el contexto del análisis del rol del crédito en el ciclo de negocios. Recordemos que el ciclo se caracteriza por las fases de la “recuperación” (desde la depresión previa), la expansión posterior, o lo que se llama “prosperidad”, a la que le sigue el giro hacia la caída, o la “crisis”, y la contracción, o “depresión” (o recesión, si es suave). El overtrading se ubica en una fase precisa del ciclo económico, ya que es el medio por el cual la fase de prosperidad se puede prolongar artificialmente gracias al crédito, que financia la acumulación de stocks en las ramas que padecen los primeros síntomas del agotamiento del ciclo. Como lo demostraremos en seguida de forma teórica, es equivocado pensar que con el overtrading puede efectuarse la rotación normal de los capitales a través de años, al tiempo que se acumula plusvalía. Marx destaca su carácter coyuntural cuando afirma que los bancos empiezan a “tomarle mal olor al asunto” al advertir que los descuentos de las letras en circulación no se realizan fluidamente. Por eso también a partir de ese momento se hace difícil la obtención de crédito por parte de las empresas, ya sea porque la tasa de interés se eleva bruscamente, ya sea porque los bancos restringen la oferta de dinero (credit crunch) [1]. Si esto ocurre en un contexto en que la tasa de ganancia está debilitada (entre otros factores por una presión alcista de los salarios que acompaña al auge, por trabas al aumento de la productividad, o, más fundamentalmente, por aumento de la relación capital/trabajo), la crisis se desata y la economía gira hacia la depresión. Lo explicado hasta aquí demuestra, además, que el overtrading corresponde al auge o, mejor dicho, a la extensión artificial del auge “más allá del punto medio del periodo de prosperidad”, y no puede ser confundido con el estallido propiamente dicho de la crisis.

Para que se entienda cuál puede ser la dinámica del overtrading, citemos un ejemplo que podríamos llamar “clásico a lo Marx”, que ocurrió con la producción de estaño a mediados de la década de los ochenta. Por aquellos años hubo una caída de las ventas mundiales de estaño (esto es, una crisis de sobreproducción del sector), y para mantener la rotación de sus capitales varios países productores tomaron préstamos de grandes bancos internacionales. Estos préstamos se aseguraron contra el estaño. Con esos fondos, cuando el precio del estaño caía por debajo de cierto piso en el mercado londinense, el cártel salía a comprar estaño y mantenía el precio. Pero el estaño no se vendía, por lo cual los productores llegaron a acumular stocks por el equivalente a nueve meses de ventas. Observemos, para el argumento que desarrollamos luego, que en ese lapso los países productores no buscaban aumentar la producción, sino mantener su nivel. Pero debido a que las ventas no se recuperaban, finalmente la situación se hizo insostenible, el cártel suspendió sus compras, la cotización del estaño se hundió y los bancos se encontraron con créditos que sólo podían recuperar haciéndose con estaño que no se podía vender. El crédito entonces actuó como palanca de la sobreacumulación y especulación. Pero vemos también que el sobregiro crediticio, aun en una sola rama, no puede prolongarse indefinidamente.

La reproducción ampliada del capital en Marx


El otro elemento que necesitamos para analizar la tesis del CEP es repasar el mecanismo básico de la reproducción ampliada del capital. Recordemos que el análisis de Marx se basa en la idea de que a un valor producido le corresponde un poder de compra equivalente, en manos de los capitalistas y los asalariados. La crisis se producirá no porque el poder de compra sea menor que el valor producido, sino porque los capitalistas deciden, en determinado momento, no ejercer ese poder de compra. En la reproducción ampliada del capital, y al margen de los intercambios que se realizan entre el sector I (productor de medios de producción) y II (productor de medios de consumo), existen dos hechos centrales:
a) la producción de medios de producción en el periodo considerado debe ser superior a la cantidad de medios de producción consumidos en él, a fin de que el capital pueda aumentar la inversión en el periodo siguiente;
b) el gasto de los asalariados y el consumo y la inversión de los capitalistas, agotan el producto (sumado, por supuesto, lo que se destina a la reposición del capital constante consumido).

En el ejemplo numérico de Marx (El capital, volumen 5, Siglo XXI, 1976, pp. 623-627) y llamando t1 al primer periodo de rotación, tenemos:
 5.500c + 1.750v + 1.750s = 9.000 (suma de los sectores I y II)
El capital constante consumido es 5.000, de manera que quedan 500 para la acumulación para el siguiente periodo, t2. En este segundo periodo, cuando ya se realizó la acumulación de capital constante y variable, tenemos:
6.000c + 1.900v + 1.900 s = 9.800

Nota de los editores: c es capital constante (medios de producción), v es capital variable (valor fuerza de trabajo) y s plusvalía. Marx, en su explicación, supone que los capitalistas consumen como rédito personal 1.100 y acumulan 650, por lo que comienzan el periodo t2 con un capital k2= 7900, en vez de los 7.250 (k1) con que empezaron el periodo t1; además supone que de esa acumulación de 650, se usa 500 para aumentar el capital constante, que pasa a 6000, y 150 a aumentar el capital variable, que pasa a 1.900. En cuanto a la consideración de que la plusvalía s2 del segundo periodo también es igual a 1.900 es sólo un ejemplo numérico dado por Marx, que supone que al pasar de un periodo a otro la tasa de plusvalor (s/v) se mantiene constante (igual a 1, en este ejemplo), aunque la tasa de plusvalor tiende a aumentar paulatinamente con el aumento de la productividad del trabajo.


De nuevo el capital constante consumido es menor que el capital constante producido, lo que habilita la acumulación en el siguiente periodo, t3. Con esto Marx está demostrando que, en tanto los capitalistas reinviertan o gasten en sus consumos la plusvalía, no hay motivo para la crisis. De manera que lo central para explicar la crisis de sobreproducción es demostrar por qué los capitalistas pueden no querer reinvertir la plusvalía. Esto significa que si hablamos de crisis crónica de sobreproducción, hay que explicar por qué los capitalistas no quieren reinvertir la plusvalía (en la economía mundial considerada como unidad), y además cómo valorizan durante décadas su capital a pesar de que no reinvierten la plusvalía.

El argumento del CEP

Analicemos ahora el argumento sobre la posibilidad de una reproducción ampliada del capital (crecimiento durante años a una tasa de 3%), con sobreproducción crónica, financiada con endeudamiento.
Supongamos que el producto mundial, en t1, es
5.000 c + 1.000 v + 1.000 s = 7.000
Si no hay problemas de realización (de venta), al finalizar t1 el producto es 7000; si los capitalistas consumen y gastan improductivamente 790 [2] e invierten 210 para ampliar la masa de capital constante y variable al comienzo del siguiente periodo, t2, al finalizar este período tendremos un producto igual a 7.210 (crecimiento del 3%):
5.150 c + 1.030 v + 1.030 s = 7.210
Hasta aquí la economía mundial puede crecer, de un periodo anual al otro, el 3%.

Introducimos ahora el supuesto de la tesis del CEP: existe una crisis de sobreproducción, que es financiada por el crédito. Suponemos que existe un sector que llamamos capital dinerario, que posee en forma líquida un valor equivalente a todo el valor nuevo creado durante el periodo, esto es, 2.000. Supongamos ahora que al finalizar t1 en lugar de 7.000 se realiza un valor de 6.650, o sea, hay una caída general de las ventas del 5%. El stock de mercancías sin vender es de un valor de 350. Al finalizar t1 los capitalistas experimentan entonces una catastrófica caída de su tasa de ganancia, ya que sólo pudieron realizar una plusvalía de 650. Ni siquiera pueden cumplir sus planes de consumo y gasto improductivo. Todo indica que estamos en presencia de una crisis de sobreproducción “hecha y derecha”, pero aquí interviene la “solución” que, según la tesis del CEP, está empleando hoy el capitalismo, a nivel mundial, para arrastrar su “crisis crónica de sobreproducción” y crecer al mismo tiempo el 3% anual. Los capitalistas, se explica, se endeudan.

Sigamos entonces esta lógica. A pesar de que al finalizar t1 los capitalistas enfrentan una crisis de sobreproducción, deciden tomar dinero en préstamo no sólo para mantener la rotación de sus capitales y consumir, sino también para aumentar la escala de la inversión. Suponemos entonces que toman prestado del fondo líquido 350 (a una tasa, supongamos, del 5% anual). Con este préstamo llevan a cabo sus planes de reproducción del capital al comienzo del periodo, t2. ¿Qué sucede entonces? Pues sencillamente que ahora se vacían los stocks, de manera que, al comienzo de t2 ya no hay crisis de sobreproducción. Es que, al contrario de lo que piensa la tesis que examinamos, la crisis de sobreproducción no puede ser crónica en tanto los capitalistas decidan invertir la plusvalía, aumentando la contratación de mano de obra y ampliando la escala de la producción. Si los capitalistas ejecutan sus planes al comienzo del peroodo, los mercados “se vacían”, los capitalistas realizan la plusvalía a partir de sus compras mútuas (como explica Marx) y están en condiciones de devolver los préstamos al fondo de capital dinerario. Supongamos que lo hacen en los primeros 30 días de t2; devolverán 351,46 transfiriendo así una parte de la plusvalía al fondo de prestamistas.
En definitiva, para que la economía en t2 pueda crecer el 3% tiene que haberse superado, lógicamente, la crisis de sobreproducción. Sin embargo, dado que se nos ha hablado de una crisis “crónica” de sobreproducción, supongamos que al finalizar t2 nuevamente se produce una caída de las ventas del 5%. En este caso tendríamos que el valor realizado es de 6.849,5; o sea:
5.150 c + 1.030 v + 1.030 s = 6.849,5 (con un stock de mercancías sin vender por un valor = 360,5)

¿Qué hacen los capitalistas, según la tesis del CEP? Pues de nuevo, y a pesar de la crisis de sobreproducción, deciden pedir prestado por valor de 360,5 no sólo para mantener el capital, sino para aumentar la inversión. Pero si obtienen los préstamos y ejecutan sus planes, al comienzo de t3 de nuevo se habrá realizado todo el valor, y no tenemos crisis de sobreproducción. La acumulación no puede producirse sin elementos materiales (medios de producción y de consumo), y por lo tanto la realización del producto es obligada.
De esta manera los ciclos de “sobreproducción crónica financiados por capital especulativo” se suceden, siempre con los capitalistas enfrentando crisis de sobreproducción, que se solucionan a partir de la decisión de los mismos capitalistas de seguir ampliando la inversión. Finalmente la única diferencia con respecto al esquema de reproducción “puro” de Marx es que existe un fondo que financia una parte creciente de la reproducción; en el límite esto puede dar lugar a que el capital dinerario pase a tomar parte, formalmente, de la dirección de las empresas. Pero desde el punto de vista teórico y práctico nada se ha modificado en lo sustancial: el pago de los intereses es posible porque se produce plusvalía; el valor y el plusvalor siguen teniendo su fuente en la mano de obra explotada; y, como ha demostrado Marx, en tanto el capital decida ejercer el poder de compra, o sea, gastar la plusvalía, la crisis se supera. Lo único a que obliga la explicación del CEP es a introducir la hipótesis –contraria a toda lógica y a la realidad- de que los capitalistas deciden aumentar la inversión en medio de las crisis “crónicas” de sobreproducción. Y para colmo a suponer que esto ha venido sucediendo a lo largo de más de dos décadas, a escala mundial, de manera regular.

La realidad del capital especulativo siempre creciente


Agreguemos a lo anterior que tampoco el gasto fiscal puede sacar a la economía de la crisis (a través del multiplicador keynesiano), una vez que ésta ha estallado.  Las inyecciones de gasto público en medio de una crisis de sobreproducción pueden disminuir temporalmente la acumulación de mercancías sin vender; pero si los empresarios deciden no reinvertir productivamente los ingresos provenientes de estas ventas, el efecto multiplicador del gasto público es nulo. Los empresarios pueden, por ejemplo, utilizar el flujo de caja para achicar su deuda con los bancos; y estos últimos pueden, a su vez, utilizar estos ingresos para aumentar sus encajes líquidos ante el temor de que se produzcan corridas contra los depósitos. Insistimos, la dinámica de la crisis dependerá, en lo esencial, de las decisiones de invertir, o no, de los capitalistas. El caso de Japón durante la década de los noventa es ilustrativo al respecto. En esa década la economía japonesa padeció una larga depresión –crecimiento nulo o negativo durante muchos años- a pesar de gigantescas inyecciones de gasto estatal (en estos momentos el déficit público acumulado equivale a casi el 90% del PIB) y del crédito barato que se puso a disposición de las empresas.

Volviendo ahora a la tesis del CEP, terminemos esta breve explicación con algunos datos. Según el BIS (Informe anual 2005), y después de más de dos décadas de “sobreproducción crónica financiada con deuda”, la deuda de las corporaciones no financieras de Estados Unidos, en 2004, era apenas superior al 2,5% del PIB. En el área del euro no llegaba al 2%; y en Japón las empresas se financiaban, en promedio y después de la larga crisis, con los flujos de cash propio. Por otra parte, la ratio deuda/capital accionario de las empresas de Estados Unidos estaba al nivel de 1990, el 125%. En la zona del euro estaba por debajo del 100%, mientras que en Japón había descendido al 50%. El pago neto de intereses de las empresas privadas no financieras, como % del flujo de cash del total de sus operaciones era, en 2004, en Estados Unidos, de aproximadamente el 10%, el nivel de 1997 (luego de haber tocado un pico, durante la recesión de 2001, del 17%). En el área del euro era menor, de aproximadamente el 7%, y en Japón del 5%. Son datos que no encajan con la tesis del CEP.

La tesis que sostiene que el capital puede desplazar a lo largo de décadas una crisis de sobreproducción mediante el endeudamiento refleja, en esencia, una concepción fetichista del crédito y/o el gasto fiscal financiado mediante el endeudamiento público. Es fetichista porque atribuye al crédito propiedades que éste no tiene. El crédito es esencial al sistema capitalista, y puede convertirse temporalmente, como hemos visto, en una palanca de la sobreacumulación. Pero no puede, por sí mismo, postergar durante décadas y décadas, y a escala mundial, el estallido de la crisis. 

NOTAS

(1) Por ejemplo, en la última recesión en Estados Unidos, en 2001, la subida de la tasa de interés se reflejó en el aumento de los spreads (las diferencias con respecto a las tasas de referencia) que pagaban las empresas con peor calificación crediticia en los mercados monetarios; es interesante destacar que los spreads subieron a pesar de la política de la FED, que impulsó la baja de la tasa de referencia (la interbancaria).
 
(2) Por gastos improductivos consideramos gastos necesarios para la reproducción del capital, pero que no están destinados a la generación directa de plusvalor. Por ejemplo, el pago de empleados de comercio (en la medida que se dediquen sólo a la metamorfosis del valor), de trabajadores del sector financiero, de gastos estatales y similares.


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