Trasversales
Luis M. Sáenz

Los antiespañoles que no amamos las corridas de toros

Revista Trasversales número 16,  otoño 2009

Textos del autor en Trasversales




En Cataluña se ha abierto un debate parlamentario sobre las corridas de toros. Mis simpatías están del lado de quienes las rechazan. No creo que la expresión "derechos de los animales" sea adecuada, pero sí que tenemos deberes hacia los animales no humanos, en tanto que seres vivos y sensibles, y también por una humanidad que no eduque a las nuevas generaciones en el desprecio al dolor ajeno.

Marcar los límites no es sencillo. Yo como pescado y algo de carne, por lo que tengo una parte de responsabilidad en la muerte de animales. Entiendo que otras personas marquen límites más estrictos y que los defiendan políticamente, pero mis límites éticos, por el momento, están puestos en las formas brutales de producción que hacen tortura de la propia vida de los animales, así como en toda actividad "festiva" basada en dañar animales, tirándoles desde un campanario o clavándoles banderillas de fuego. Y, aunque algunos amigos, más humanitarios que yo en muchas cosas, tienen otra opinión, también me desagrada lo que se hace con los toros en los cosos de España y creo que el Parlamento de Cataluña tiene legimimidad para adoptar una decisión al respecto.

Entiendo también que otras personas crean que no hay que prohibir el espectáculo taurino a la española. Lo que me parece inadmisible, además de ridículo, es la campaña de la derecha española, con grandes titulares en las portadas de sus periódicos más cerriles, "denunciando" que tras las propuestas antitaurinas se oculta, una vez más, la antiespaña. En vez de defender abiertamente las corridas de toros, ligan éstas a la "unidad" de España.

Pese a lo absurdo de tal tipo de argumentación, sus efectos son nefastos porque las semillas de la ira caen en suelo preparado para acogerlas. Llevamos varios años de furibundas campañas anticatalanas, incluyendo llamadas al boicot de productos fabricados por empresas catalanas. Muchos mezclan ahora la "fiesta nacional" y el acoso y derribo contra el Estatuto de Cataluña. Estar en contra del Estatuto no es ser anticatalán, de la misma forma que estar contra las corridas no es ser antiespañol. Pero sí es bajo y rastrero juntar ambas cosas, como lo es que se denuncie anticonstitucionalidad de muchos artículos del Estatuto catalán que también figuran en estatutos de numerosas regiones gobernadas por el PP o por el PSOE, a los que nadie objeta.

En todo caso, la normalidad política exige separar cosas tan distintas. Se puede ser catalanista y taurino, españolista y animalista. Se puede estar por las corridas o contra ellas, por el Estatut o contra él. Yo, que no soy catalán, estoy a favor del Estatut y en contra de las corridas de toros, aunque no tengo muy claro si la vía más adecuada para desterrar esa práctica es su prohibición. Lo que no cabe es la amalgama y la demagogia. Lo verdaderamente antiespañol es la destrucción de la sanidad pública que padecemos en Madrid.



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