Trasversales
Ainhoa Lagardère

Los procesos de Moscú en Teherán

Revista Trasversales número 15 octubre 2009



Tras la rebelión democrática iraní contra el régimen islamista, éste ha desencadenado una feroz represión. Cientos de personas están siendo juzgadas en macroprocesos que son una simple farsa. Se han dictado varias penas de muerte. Torturas, violaciones y desapariciones son el transfondo de la escenificación judicial. Las mujeres son aún más perguidas.

¿Qué tiene que ver esto con los procesos estalinistas de 1936, 1937 y 1938? A las personas acusadas se las muestra como agentes de gobiernos extranjeros. Los procesos son una farsa que se ejecuta ante la indiferencia de todos los gobiernos del mundo, a algunos de los cuáles les puede preocupar la nuclearización de Irán pero no la suerte de sus demócratas, y de gran parte de la propia izquierda, que es lo más grave y procupante.

Ante los juicios de Moscú, los partidos comunistas estalinistas se sumaron a la matanza, y la mayor parte de los partidos socialistas mantuvieron discreto silencio por razones de "realpolitik"; sólo una minoría de socialistas de izquierda, libertarios, trotskystas, poumistas y algunas otras tendencias del movimiento obrero osaron denunciar los crímenes, junto a un puñado de intelectuales honestos. Hoy también ha surgido una izquierda, desde grupúsculos hasta gobiernos como el de Chávez, solidaria con el régimen islamista, a la que se suman intelectuales que repiten el rufián papel de un Bergamín, un Alberti o un Malraux respecto a los crímenes estalinistas. Y la excusa ha sido el "anti-imperialismo", y de nuevo la calumnia. Chávez designó literalmente a la CIA como instigadora de las protestas. En cuanto a la izquierda socialdemócrata que gobierna en algunos países del mundo, la tónica general ha vuelto a ser la indiferencia y las medias palabras. Algunos tal vez se sumasen a bombardear Irán, o a dejar que lo haga Israel, por malas razones si Bush siguiese al frente de EEUU, como hizo Blair en Irak, pero hacer una política de apoyo activo y decidido a la oposición democrática ya es otra cosa y no les interesa.

A decir verdad, en Francia casi toda la izquierda a expresado su apoyo a la rebelión democrática. EL NPA "denuncia la represión ejercida contra las personas manifestantes, exige la libertad de los detenidos y apoya a todos aquellos y a todas aquellas que desean poner fin a la República Islámica". El PCF "condena con la mayor energía la brutal represión (...). Lo que está siendo cuestionado es el propio régimen de los ayatolas". El PdG, "reafirma su rechazo a la teocracia como forma de gobierno y su compromiso con las libertades públicas y la laicidad". Daniel Cohn-Bendit, de Europa Ecología, denunció junto a Marjane Satrapi el fraude electoral en una conferencia de prensa en el Parlamento europeo. El PS "condena la represión de la oposición democrática y pacífica en Irán". En cierta forma, ante la situación iraní la izquierda francesa ha mantenido una posición de apoyo, al menos verbal, al movimiento opositor, lo que no ha ocurrido en otros países.

Sin embargo, hay un reto estratégico no resuelto. No toda la izquierda que ha dado un justo apoyo a la sublevación iraní ha sacado las consecuencias precisas respecto a unos supuestos aliados revolucionarios que están dando todo su apoyo al régimen islamista iraní. Ni con los que apoyaron los procesos de Moscú ni con los que apoyan los procesos de Teherán se podía entonces y se puede ahora construir una alternativa socialista. De los gobernantes que apoyan al régimen iraní debemos pensar lo mismo que pensamos de los que apoyan al golpe en Honduras. Si en las supuestas izquierdas alternativas se imponen los que apoyan a Ahmadineyad y a regímenes como la República islámica, podría no quedar nada de los largos esfuerzos por la libertad y la igualdad para todos los hombres y, ante todo, para todas las mujeres del mundo.


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