Los y, más aún, las menores son gran tema de la política española, sobre todo en su ala derecha, a la que molestó mucho la manera de vestir de las hijas de Zapatero. Rajoy, recordemos, hizo de "la niña" protagonista de su campaña electoral y logró que, oportunamente, "el niño" pasase delante de él durante un reciente mitin para poder acusar al presidente del Gobierno de querer robarles sus chuches. Pero lo peor es cuando sacan a relucir a las/los menores en serio.

La derecha no quiere que las menores embarazadas decidan si paren o abortan, como si alguien pudiese tomar esa decisión por ellas y desentendiéndose de las consecuencias del alto número de abortos clandestinos a que eso puede dar lugar. Olvidando también que el mayor número de abusos sexuales tienen lugar en el entorno familiar. Aunque, al fin y al cabo, ya dejaron claro los obispos que interrumpir un embarazo no deseado es mucho peor que abusar sexualmente de un/una menor.

Tampoco quieren que la píldora del día siguiente se venda en farmacias sin receta, especialmente en el caso de las menores. Ni preservativos, ni píldora del día siguiente ni aborto, su cruel lema es: ¡si joden, que se jodan!

La derecha quiere resolver los problemas de un sistema educativo falto de medios y de equidad social poniendo tarimas y convirtiendo al profesorado en "autoridades", como si no tuviésemos otros problemas.

La derecha, de acuerdo en esto con el PSOE, salvo un par de eurodiputados con grandeza, decidió que está bien deportar a menores migrantes a países donde no tienen nadie que les conozca y acoja.


Dejen en paz a las/los menores. Tanto interés abruma.