Trasversales
José Luis Redondo

La crisis económica y Europa

Revista Trasversales número 19,  verano 2010

Textos del autor
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En el nº 17 de Trasversales escribía sobre las tareas pendientes en política exterior, necesarias para que la UE pudiera ser una potencia con peso e influencia que llevara sus modelos de Estado social y de democracia representativa a otros países. La crisis económica está poniendo en duda el Estado social, la existencia del euro y la propia consolidación de la Unión.

1. La crisis comenzó en EEUU como crisis bancaria pero ahora sacude a Europa de forma implacable. Si Grecia ha sido atacada primero por los “mercados” después lo han sido Portugal y España. En realidad es la propia moneda común y los Estados con mayor déficit los que están en peligro. La respuesta de la UE se ha producido con retraso debido a los intereses nacionales alemanes y a los electorales del partido de Merkel. Si algo revela esta crisis es el entramado económico europeo, del que ninguno de los países de la Unión puede escaparse. El hundimiento económico de Grecia supondría el de bancos franceses y alemanes que tienen la mayor parte de la deuda griega. Así que cuando Francia y Alemania ponen dinero para el préstamo a Grecia están contribuyendo a salvar sus propias entidades. Igualmente la crisis pone de manifiesto que el euro, como moneda común, ha funcionado hasta que han surgido dificultades, se ha demostrado que para mantenerse necesita acuerdos fiscales y presupuestarios, es decir, un mayor gobierno económico de la UE. Los gobiernos se debaten entre una tentación nacionalista volviendo hacía atrás y el paso a una unión económica mayor. Alemania ha marcado esta contradicción, que está también en otros Estados, una población y unos medios de opinión más nacionalistas frente a un entramado económico que la obliga a avanzar en la integración europea. Así como parece que las exigencias económicas impulsan hacia una Europa más alemana, en el control del déficit, en el miedo a la inflación, en la disciplina presupuestaria, este proceso se ve dificultado por las tendencias identitarias que, fruto del miedo a lo nuevo, se dan en todos los países. Contradicción no resuelta entre más nacionalismo y más Europa.

2. Los “mercados” elevan los intereses de las deudas estatales, hunden las bolsas y suben los seguros CDS, pero ¿qué son los “mercados”? No son un conjunto de sujetos malignos, especuladores sin escrúpulos, aunque estos navegan en el río que los lleva. Los “mercados” son el escenario del sistema capitalista, que se manifiesta con sus crisis cíclicas. La crisis actual tiene una mayor expresión financiera, debido a que este subsistema ha alcanzado una cierta autonomía a escala mundial. La larga etapa neoliberal ha producido monstruos financieros como los hedge funds, los CDS, un sin fin de operaciones en un casino mundial en donde el dinero se mueve a donde haya ganancias, nada diferente a lo que es el fundamento del sistema, solamente que antes las ganancias tenían una mayor base en la producción, una situación objetiva ante la que de nada sirven las denuncias y lamentaciones morales. Así los mismos bancos norteamericanos o europeos rescatados por los estados juegan contra las deudas de éstos en la UE. Ante el principio de la crisis, los estados han tenido que ir al rescate de bancos y empresas privadas, socializando pérdidas, y ahora entre la UE y el FMI tienen que rescatar a otros estados en posiciones más débiles. El sistema económico se come a sí mismo y necesita intervención política y ésta se orienta hacia la regulación de productos opacos, una mayor transparencia, limitaciones y tasas a las transacciones financieras. Tasas que como la Tobin eran una reivindicación de los movimientos altermundistas y ahora se convierten en deseables por los gobernantes. Estos controles los acaba de aprobar el Senado de EEUU y los impulsa Merkel, aunque con la oposición del Reino Unido, para toda la UE, controles que quizá puedan concretarse para todo el mundo en el próximo G-20.

3. Las medidas que se están adoptando en la Unión, primero con Grecia, ahora en Portugal y España, pero que ya se anuncian en los demás países, se basan en la restricción del gasto. Ante el aumento del déficit, se disminuye el sueldo de los funcionarios, pensionistas, gasto público y otras acciones de efecto rápido, mensajes a los “mercados” y a los órganos de la UE. Algunos países proponen también el aumento de los ingresos, a través de impuestos, aunque más bien como un mensaje social que como una contribución importante a la recaudación. El empeño de Zapatero de no abordar en el mismo mensaje la subida de impuestos para los “ricos” es uno más de sus empecinamientos, una nueva contribución a la derrota electoral del PSOE. Hay que sospechar que la disminución del gasto puede conducir a una recesión prolongada en Europa y sobre todo en España, donde el paro puede llegar a los 5 millones de personas. Por una parte, no se sabe frenar a agencias de calificación (olvidados sus errores anteriores), a inversores que hacen imposible la renovación de deudas públicas y privadas, por otra se confía en que contrayendo el gasto pueda llegarse a un fondo desde el que salir. De repente el “mercado” ha frenado la política de impulsos fiscales para volver a la ortodoxia del déficit. Ante una situación de pánico se vuelve a lo habitual, todos los gobiernos imponen una devaluación de salarios y del gasto social, es evidente que una mayor explotación supondrá un aumento de las ganancias, la duda es si la cura matará al enfermo y Europa se estancará por largo tiempo, como le pasó a Japón. En este cambio, el Gobierno de Zapatero ha sido el más rápido; cambió de política en un solo día, pero incapaz de emitir un discurso coherente y explicativo.
Nadie parece pensar que ya que no se puede crecer y es la hora de la austeridad y que se intentaba hacerlo sobre una deuda pública y privada siempre mayor, se debería relacionar la crisis con los problemas del mundo a medio plazo: limitación del petróleo y de los materiales no renovables, cambio climático, explosión demográfica, etc. Empezar a plantear otras formas de vida y de organización social, reparto del trabajo, menor consumo, el famoso decrecimiento. No cabe duda de que lo urgente oculta lo importante, que siempre se desplaza para otra ocasión.

4. Ante esta situación sólo queda la presión y movilización de los trabajadores y de otros sectores afectados. Se trata de resistir, siempre hay otra política económica posible y al menos pueden reducirse la cuantía y duración de las medidas. Hay que tener en cuenta que en momentos de paro es difícil la movilización. Además, ésta debe ser consciente de a lo que se enfrenta; es revelador el interés del PP para que se vaya a una huelga general en España que debilite al Gobierno, lo que no quiere decir que la huelga no pueda ser una opción siempre que pueda tener un seguimiento amplio. Lo central no es el sueldo de los funcionarios y la congelación de las pensiones, lo central es la defensa del Estado de bienestar, para lo que se necesitan mayores ingresos tributarios, que se dan en menor proporción en España que en la UE. Se trata de la importancia del salario indirecto para asegurar la calidad de vida frente a los ingresos para un mayor consumo.

Puede considerarse que es una salida progresista de la crisis si se da un avance en el gobierno económico de la UE, con mayor integración fiscal, un fondo económico europeo y hasta un Tesoro común, pero no construyendo nuevos controles tecnocráticos, sino con el control final del Parlamento Europeo. Igualmente sería positivo regular los instrumentos financieros que están provocando la desestabilización, sea en Europa o en general a través del G-20. Controles y regulaciones que dificultarían el juego perverso del “mercado”, aunque el sistema siempre inventa nuevos instrumentos ante los que hay que estar atentos.

Las opiniones públicas de los países europeos se crean a través de los mensajes de los gobiernos, de los medios de comunicación y de las condiciones sociales en que se encuentran los ciudadanos. Es el nacionalismo que invade Alemania, el desprecio a los países del Sur, el miedo a perder el control de las economías nacionales (que ya están perdidas), el miedo a enfrentarse a un menor consumo, a otro modo de afrontar la vida.

Faltan líderes de altura en Europa, lo que realimenta a poblaciones que no asumen su condición de europeas, que tienden a retroceder hacia sus identidades nacionales y locales.

Estamos en un tiempo que va a ser conflictivo, inestable, estamos ante una crisis sistémica del capitalismo, ¿pueden abrirse grietas hacia otro mundo? Es el tiempo en el que pueden crecer otras reflexiones, otras opiniones públicas, otro modelo social que asome entre las rupturas del sistema. Si hay un tiempo para esto, tiene que ser el de la crisis, no cuando la mayor parte de las poblaciones creen estar en el mejor de los mundos posibles.

Mayo 2010


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