Wilebaldo Solano ha muerto (1916-2010). De nosotras depende que la experiencia por él acumulada siga viva.
Wilebaldo, último secretario general del POUM;  combatió al franquismo, al fascismo y al estalinismo, y por ellos fue perseguido. Concibía el socialismo como liberación, lo que le opuso hasta el final de su vida al capitalismo y a los "socialismos" cuartelarios y despóticos. Impulsor y animador de la Fundación Andreu Nin, periodista, escritor, y siempre activista política de extrema inteligencia.

Ahora, cuando nada hay más importante que preparar la huelga general del 29-S, apenas puedo redactar estas breves líneas, pero en la Fundación Andreu Nin puede encontrarse mucho material suyo y sobre él, incluyendo las excelentes notas posteriores a su muerte de Pelai Pagès, Boni Ortiz, Pepe Gutiérrez-Álvarez y Jaime Pastor. De hecho sólo escribo para declarar que mi tardío encuentro con él y otras y otros miembros del POUM ha sido el hecho político más importante de mi vida, ya que me ayudó a romper una muralla de esquemas y dogmas, y la gran admiración que tengo hacia a él y hacia María Teresa Carbonell por su enorme valía humana, su solidaridad, su generosidad. Nunca olvidaré la tarde pasada en su compañía en el modesto piso de las afueras de París y el posterior paseo por la ciudad.

Hoy se comenta mucho que la izquierda carece de referentes. Yo más bien diría que nos empeñamos en escoger referentes cómplices del sistema capitalista u "hombres de Estado" autoritarios y neoestalinistas. Hay referentes mejores, de los que aprender sin imitación ni seguidismo. Creo que convendría reflexionar sobre las razones por las que los debates políticos en torno a la "memoria histórica" están centrados en torno a las figuras y políticas de los criminales fascistas que ganaron la guerra y, como contrapunto,  los proyectos republicanos conservadores y estalinistas que tanto contribuyeron a perderla (idea que me ha inspirado la reciente lectura de un libro de Alicia Miranda Heva, "El segundo movimiento"). mientras que apenas se nombra, salvo para denigrarles, el papel esencial y decisivo jugado por cenetistas y ugetistas, por anarquistas, poumistas y socialistas de izquierda.