Trasversales
Luis M. Sáenz

Elecciones catalanas: ¿particularidad o augurio?

Revista Trasversales número 20,  diciembre 2010

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Los resultados

Respecto a 2006, las izquierdas parlamentarias catalanas (PSC, IC-V, ERC) han perdido unos 475.000 votos, 18 puntos porcentuales y 22 escaños. PSC ha perdido el 28% de sus votos, ERC el 52% e IC-V el 19%. Des de baix, candidatura anticapitalista, sacó poco más de 7.000 votos (0,23%), la candidatura verde EV-GVE un 0,50% y el PACMA-animalista un 0,45%.

El nacionalismo catalán (CiU, ERC, SI, RiC) suma el 50% de los votos y el 56% de los escaños. Crece 205.000 votos, 4,5 puntos y 7 escaños. Hay un deslizamiento desde el nacionalismo de izquierdas al nacionalismo de derechas: de 21 y 48 escaños, respectivamente, pasan a 10 y 66 en 2010.

La derecha burguesa, catalanista o españolista, representada por CiU, PP y SI, con un 54%, crece 430.000 votos, 12 puntos porcentuales y 22 escaños. CiU incrementa sus votos un 28% y PP un 21%. La relación izquierda/derecha en el Parlament ha pasado de 70/62 a 48/84, sin contar los escaños de Ciutadans (C's), aunque considero que es un partido de centro derecha. La ventaja del PSC sobre el PP ha disminuido desde 23 escaños y 16 puntos porcentuales a sólo 10 escaños y 6 puntos porcentuales. Irrumpe una fuerza de extrema derecha, PxC, con 75.000 votos (2,4%) pero sin escaños.

La participación electoral ha pasado de un 56% en 2006 a un 60% en 2010.

He trabajado con datos provisionales, por lo que los datos que doy pueden diferir algo de la realidad.

Los flujos

En cuanto al flujo de votos entre partidos, no he encontrado ningún sondeo. Resumo mis hipótesis, discutibles e indemostrables.

Los votos perdidos por ERC han ido a SI, CiU y RiC (en ese orden cuantitativo). El ascenso de CiU tiene como "caladeros" ex votantes de PSC y ERC. El crecimiento del PP procede de ex votantes del PSC y de abstencionistas de 2006.

La sangría del PSC ha fluido hacia CiU, ante todo, hacia el PP, en monto menor, y quizá una pequeña parte hacia Ciutadans, que sube 16.000 votos. El fuerte retroceso del PSC no ha propiciado el crecimiento de IC-V, que, aunque ha aguantado el tirón y sale del tripartito con más representación que con la que entró en 2003, pierde 53.000 votos y 2,1 puntos respecto a 2006. ¿A dónde han ido a parar los 53.000 votos perdidos por IC-V? Una parte de los 7.000 votos de Des de baix y de los 15.000 de EV-GVE pueden proceder de ahí. Quizá tenga el mismo origen una parte del voto en blanco directo (crece del 2,02% al 2,94%) y del voto a la candidatura del "voto en blanco" (crece del 0,02% al 0,60%). ¿Basta eso para explicar cuantitativamente el retroceso de IC-V? Parece que no. ¿Ha habido también flujo significativo de votos hacia CiU o PP? Lo ignoro.

De los 75.000 votos (2,42%) de la ultraderechista PxC una parte importante puede proceder de ex votantes del PP. En Vic, PxC alcanza un 5,82% y PP pierde 1,34 puntos; en Manlleu, PxC logra un 7,67%, por encima del PP, que retrocede 0,22 puntos. No obstante, creo que ese flujo entre las derechas no es explicación suficiente, pues, por ejemplo, PxC saca un 7,02% en El Vendrell, donde el PP crece 2,64 puntos. Es posible que, a causa de un doble trasvase, PxC haya quitado al PP y el PP al PSC más votos de lo que parece a primera vista, pero, no obstante, creo realista la suposición de que PxC también se ha beneficiado de votos que antes iban a la izquierda o de la participación electoral de personas abstencionistas en 2006. Toda la experiencia europea confirma que las fuerzas racistas logran eco entre sectores de la población que se siente socialmente abandonada a su suerte por las izquierdas tradicionales.

Hipótesis políticas y contrastes

¿Cuál es el signo de los cambios? ¿Cuáles sus causas? ¿Que nos dicen de cara al futuro, no sólo en Cataluña sino también en España? Por mi parte, no comparto las respuestas que se están dando a esas preguntas desde gran parte de las izquierdas, especialmente desde el PSOE. La novedad más relevante no ha sido el ascenso electoral del soberanismo catalán. El fenómeno más relevante ha sido el giro político a la derecha, aunque estoy convencido también de que, socialmente, los guantazos y desprecios sufridos han intensificado y extendido sentimientos independentistas y de desafección a España, pero la expresión electoral de ese sentir social ha sido más limitada que el giro a la derecha.

Difiero de quienes dicen que las principales causas de la mutación del mapa político catalán deben buscarse en Cataluña, en la aprobación del Estatut, en la actuación del tripartito o en la dualidad identitaria del PSC y de sus votantes. Sin ignorar el factor autóctono, creo que no se puede entender lo ocurrido si no se sitúa en el contexto político y social de España y de la UE, y, en particular, si no se toma en cuenta la caida en picado de la confianza en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y en éste en particular. Algunos líderes del PSOE han comentado que las elecciones catalanas no dicen nada sobre lo qué está pasando en España ni sobre lo que podría ocurrir en las elecciones de 2011 y 2012. Mi opinión es que son una lección extraordinaria de la que podemos aprender para rectificar o a la que podemos ignorar acelerando la actual carrera hacia el precipicio.

Entrando en detalles

1) En Cataluña, el desplazamiento más espectacular del mapa político no se ha producido sobre el eje españolismo-catalanismo sino sobre el eje izquierda-derecha (incluyo a CiU en el ámbito de la derecha burguesa). Recordemos los datos: el nacionalismo catalán crece 205.000 votos, 4,5 puntos y 7 escaños, pero la derecha crece 430.000 votos, 12 puntos porcentuales y 22 escaños, o 505.000 votos y 14 puntos si incluimos a PxC.

Los dos grandes cambios que han tenido lugar en la composición del Parlament son el desplazamiento izquierda-derecha global (de 70/62 a 48/84, sin contar a C's) y el desplazamiento izquierda-derecha intranacionalista (de 21/48 a 10/66).

Es cierto que el crecimiento del PP es moderado -pero importante- y que el tipo de derecha representada por CiU no es igual a la representada por el PP. No obstante...

- La ventaja del PSC sobre el PP en las elecciones catalanas, entre 2006 y 2010, se ha reducido desde 16 puntos a 6 puntos.

- PxC ha obtenido casi un voto por cada cuatro del PP y le ha faltado poco para coger escaños. Es fácil que esos votos xenófobos pasen al PP y muy difícil que pasen a las izquierdas, pero, además, quienes, desde la izquierda, piensan que es bueno que la extrema derecha quite votos al PP tienen una visión partitocrática de la política e ignoran que lo decisivo es la evolución de la mentalidad social.

- Las posiciones de CiU en asuntos económicos, sociales y laborales son marcadamente derechistas, aunque en derechos civiles convivan en su seno desde el oscurantismo reaccionario de Durán o Gispert hasta el liberalismo de Pigem, Campuzano o Candini.

2) Hay también un desplazamiento, de menor alcance, hacia el nacionalismo catalán, en un contexto de creciente sentimiento de maltrato hacia Cataluña. El nacionalismo catalán (CiU, ERC, SI) pasa de 69 a 76 escaños. El catalanismo no nacionalista, de identidades plurales (PSC, IC-V), pasa de 49 a 38 escaños. El españolismo (PP, C's) pasa de 17 a 21 escaños. Se amplia, por tanto, el espacio electoral del nacionalismo catalán, y creo que ha crecido aún más en intensidad social. Pero hay que hacer algunos matices.

- No se desplaza todo el espectro social en similar dirección, sino de forma asimétricamente polarizada. El nacionalismo catalán (CiU, ERC, SI, RiC) crece 7 escaños y su número de votos aumenta un 15%, mientras que el nacionalismo español crece 4 escaños y, atención, aumenta un 39% sus votos si incluimos a PxC.

- El avance del nacionalismo catalán no es homogéneo, sino resultante de un gran fortalecimiento de su ala derecha y de un gran debilitamiento de su ala izquierda.

Todo ello me mantiene en la idea de que el corrimiento político-electoral más destacado ha sido hacia la derecha, aunque socialmente está habiendo en Cataluña una acentuación de sentimientos independentistas o confederalistas y, sobre todo, de desconfianza hacia la posibilidad de encaje institucional y constitucional de la voluntad de autogobierno de gran parte de la población catalana. Eso me parece importantísimo y puede tener enormes consecuencias, pero se sitúa en un ámbito de análisis diferente.

3) El ala derecha del PSOE y su sector "lerrouxista" retoman la letanía con la que desde hace mucho tiempo explican las oscilaciones electorales del PSC: habría un (supuesto) antagonismo entre el españolismo del electorado socialista y el catalanismo del PSC. Tesis que venían usando para explicar los diferentes resultados en las elecciones a Cortes españolas y en las elecciones al Parlament catalán, y ahora usan para explicar la evolución entre elecciones catalanas sucesivas.

Opino que esa tesis es falsa e incoherente con los hechos. Es cierto que en el PSC, al igual que en IC-V, conviven sentimientos de identidad(es) nacional(es) diferentes, lo que no es un problema sino una ventaja. pero tales matices no son brechas, sino, por el contrario, la condición de posibilidad para un tejido social plural no escindido, un tejido social en el que la población "inmigrante" de segunda o tercera generación no es ni se siente, en realidad, inmigrante sino catalana.

Nos están diciendo que los malos resultados del PSC son consecuencia de un excesivo catalanismo, de haber reformado del Estatut y de haber gobernado en coalición con ERC. Afirman que el fracaso del PSC es una peculiaridad catalana y no un augurio de lo que puede ocurrir en toda España. Sus argumentos no son consistentes.

a) Los comportamientos diferentes en las elecciones catalanas y en las elecciones generales tienen más que ver con consideraciones utilitarias que con "brechas identitarias", pero, en todo caso, lo que ahora se quiere interpretar es la variación de comportamientos entre dos elecciones catalanas sucesivas. Pues bien, Maragall ha sido el candidato más catalanista del PSC en toda su historia, mientras que Montilla tendría la personalidad más cercana a un electorado españolista. Sin embargo, Montilla obtuvo en 2006 y 2010, respectivamente, el 77% y el 55% de los votos obtenidos en 2003 por Maragall, quien obtuvo el mejor resultado del PSC en elecciones autonómicas (31,16%), mientras que Montilla ha obtenido en 2010 el peor resultado del PSC (18,32%), menos aún que en 1980 (22,43%) y 1995 (24,88%).

b) Si la causa principal del derrumbe electoral del PSC fuese que una parte de sus votantes de 2006 no se identifican con el catalanismo del partido, sería de esperar que las fugas de votos se orientasen hacia la abstención -que ha disminuido- o hacia opciones más españolistas, como PP, C's y PxC. Tales fugas han tenido efectivamente lugar, aunque derivan de una derechización política paralela a las fugas de votos hacia el PP en cualquier otro lugar de España, pero casi todos los analistas coinciden en que el mayor trasvase de votos con origen PSC ha tenido destino CiU, y esa herida sangrante no habría sido taponada, sino ensanchada, con una actitud "más españolista" del PSC.

c) No menos paradójico es el discurso contra el tripartito, no en tanto que crítica a una gestión de gobierno concreta sino como descalificación de una fórmula de gobierno en la que el PSC establece alianza con una fuerza nacionalista catalana estratégicamente independentista. Pero desde hace muchos años, y previsiblemente durante bastantes más, si el PSC renuncia a ese tipo de coalición sólo le queda elegir entre ser oposición o ser segundón de CiU, que también es estratégicamente independentista, en una "gran coalición". ¿Qué sentido tiene que quienes agitan el temor al "independentismo" vean mejor un gobierno plural dirigido por el PSC, con presencia minoritaria de una fuerza nacionalista de izquierdas como ERC, que un gobierno dirigido por una fuerza nacionalista de derechas como CiU? Su lógica política reside en que la crítica al catalanismo del PSC es humo, porque la propuesta subyacente es que el PSC no debe pactar con otras izquierdas en el Parlament y que el PSC no debe gobernar en la Generalitat, salvo de forma subalterna a CiU, para que el PSOE pueda pactar el apoyo de CiU en las Cortes españolas.

4) La descalificación genérica del tripartito como fórmula de gobierno y el anticipado certificado de defunción expedido por PSC y ERC a la alianza de izquierdas durante la campaña electoral no han ayudado a una verdadera revisión crítica de su actuación concreta; por el contrario, la ha pospuesto e invisibilizado. Son muchas las cosas que se pueden criticar de la gestión llevada a cabo o de diversas metidas de pata, en forma o fondo. Por citar sólo un ejemplo, la gestión que se está haciendo de la nueva legislación de aborto, ya de por sí muy restrictiva, es un completo desastre. Sin embargo, la gestión de la Generalitat entre 2003 y 2010, criticable en muchos aspectos, no sólo ha sido mejor que la llevada por CiU durante más de veinte años, sino que también fue mejor y más avanzada que la de otros gobiernos autónomos dirigidos por el PSOE.

Las elecciones catalanas han tenido lugar en un contexto en el que dos de las tres patas del tripartito (PSC, ERC) renegaron implícitamente de siete años de gobierno y renunciaron explícitamente a la renovación de la alianza de las izquierdas parlamentarias catalanas, más aún, hicieron bandera de ello, como si escapasen de la peste, lo que equivalía a proclamar a los cuatro vientos que para Cataluña no había más alternativa de gobierno que CiU. Cuando Montilla se compromete a no reeditar el tripartito, está diciendo que renuncia a seguir al frente de la Generalitat, en aras a una adaptación consciente al actual rumbo del PSOE, incompatible con la alianza entre las izquierdas y con un proyecto federalista.

Una revisión crítica de los errores cometidos era necesaria, y no se hizo, pero la autoinmolación del tripartito sobraba y era... eso, un suicidio, que al PSC no le sirvió para obtener ese supuesto voto que, según algunos, perdía por "veleidades nacionalistas", ni a ERC para impedir que la mitad de sus viejos votos se fueran a SI y RiC, que extremaban la oferta independentista, o a CiU, única fuerza nacionalista con posibilidades de gobierno. Tanto PSC como ERC fueron a las elecciones con la única expectativa de ser socio preferente de CiU, dejando aislada a IC-V en la defensa no testimonial de una alternativa de gobierno. De eso sólo podían obtener ventajas CiU, que ni siquiera necesitará tal tipo de socios, y el PP, cuyo objetivo no es gobernar Cataluña sino gobernar España.

5) Sin obviar factores autóctonos, lo ocurrido en Cataluña sólo puede comprenderse en el marco del contexto político español y de las actuales tendencias de su "mapa político": declive de las expectivas electorales del PSOE; derrumbe de la confianza en Zapatero (diversos sondeos le asignan un 80% o más de desconfianza social); tras la huelga general, cerca del 75% de las personas consultadas expresaban que la reforma laboral debía ser rectificada; más de dos tercios de votantes del PSOE en 2008 dicen que están en contra de la reforma de las pensiones propuesta, etc. Pensar que eso no ha afectado a las elecciones catalanas es falta de realismo o exceso de cinismo.

En realidad, los resultados del PSC en las elecciones catalanas siempre han evolucionado con cierta regularidad respecto a las visicitudes del PSOE como gobernante u oposición. Cuando en La Moncloa está el PSOE, el PSC retrocede en Cataluña siguiendo el desgaste del PSOE, y cuando gobierna la derecha, el PSC sube. Veamos un resumen de la evolución de los resultados obtenidos por el PSC en las elecciones catalanas realizadas, distinguiendo varias fases según qué partido gobernaba España.


UCD

PSOE

PP

PSOE

1980

1984

1988

1992

1995

1999

2003

2006

2010

22,43%

30,11%

29,78%

27,55%

24,88%

30,33%

31,16%

26,82%

18,32%


En todas las elecciones catalanas realizadas con un gobierno del PP en España, el PSC ha mejorado resultados. En todas las realizadas con un gobierno PSOE en España, el PSC ha empeorado resultados, exceptuando las de 1984, e incluso en ese caso hay que tomar en cuenta dos factores distorsionantes: aún era muy cercano el éxito abrumador del PSOE en las elecciones generales de octubre de 1982 y los 7,68 puntos ganados por el PSC fueron poco más de la mitad de los 13,19 puntos perdidos por el PSUC entre 1980 y 1984.

Esa serie histórica aporta credibilidad, aunque no verificación absoluta, a la hipótesis de que el desgaste de la confianza en el PSOE cuando gobierna en España conlleva una propensión a la caída de la confianza en el PSC en las elecciones catalanas, mientras que la presencia de la derecha en La Moncloa propicia la subida del PSC, con mucha más intensidad que puedan hacerlo los apellidos de la persona candidata a la Generalitat y su grado de catalanismo. Sin embargo, en el período de Felipe González la máxima caída (de 1992 a 1995) fue de 2,67 puntos, mientras que entre 2006 y 2010 el PSC ha bajado ¡8,50 puntos! y ha quedado más de cuatro puntos por debajo del peor resultado hasta ahora obtenido.

Ésta intensificación de la tendencia a la bajada del PSC cuando el PSOE está en La Moncloa puede deberse a factores autóctonos catalanes o a dinámicas sociales presentes en toda España e incluso en la UE. Creo que hay razones para pensar que, al menos, estas dinámicas generales, inscritas en una ofensiva a escala continental contra los derechos sociales y laborales en las que están implicados todos los partidos gobernantes, ya sean conservadores o socialdemócratas, tienen el papel principal en el fracaso sin paliativos del PSC. En el caso de ERC, por el contrario, tengo la impresión de que han tenido mucha influencia otros elementos más específicos, pero no estoy en condiciones de analizar esto con un mínimo de rigor.

Volviendo al PSC, ese fracaso sin precentes puede ser explicado, en gran medida, a partir de la situación política y social en toda España: nunca ha habido mayor distancia entre los dirigentes del PSOE y quienes les votaron. Ese rasgo, que tiene de malo las opciones tomadas por el PSOE y de bueno el que la sociedad no trague con ruedas de molino y sera capaz de enfadarse con quienes gobiernan, se combina con otro muy negativo: ante el sentimiento -propiciado con mucha intensidad por el propio Gobierno y por quienes le defienden- de que no se puede hacer nada frente a la furia de "los mercados", ante la fragilidad, fragmentación y desorientación estratégica de las "otras izquierdas", ante el temor y la angustia creada por la crisis económica y por las políticas perpetradas con ella como excusa, ante un movimiento sindical que no ha/hemos sido capaz de mantener una estrecha y cercana vinculación con la población trabajadora ni ganar su plena confianza (aunque nos sigan votando en las elecciones sindicales), la resultante política y social de todo ello está siendo un muy preocupante giro a la derecha, no sólo del Gobierno, sino también de otra mucha gente, ya sea por convencimiento, por desesperación o por resignación. La orientación tomada por los líderes del PSOE no sólo es derechista, sino que además derechiza. Y eso también pasa en Cataluña. ¿Podía ser de otra manera?

Antes he citado que en el período 2006-2010 la brecha entre PSC y PP en Cataluña ha variado diez puntos en favor del PP. Ahora quiero recordar que en las elecciones de 2008 el PSOE supero al PP en unos cuatro puntos, mientras que en sondeos realizados en diciembre 2010 el PP está saliendo con 15, 18 o 19 puntos de ventaja sobre el PSOE, con una variación de la brecha entre ambas formaciones de 20 puntos o más en beneficio del PP. ¿Podría tal desplazamiento en el ámbito de toda España no tener efectos letales en Cataluña? ¿Cómo es posible que eso no sea tenido en cuenta por tantos analistas de las elecciones catalanas?

A las consecuencias generales del giro conservador de Zapatero se suman actuaciones que por su momento o especifidad intensificaron sus efectos en las elecciones del 28-N. El día anterior a las elecciones catalanas Zapatero "ayudó" al PSC reuniéndose con las 37 mayores empresas españolas, no para exigirles inversiones o esfuerzos sociales sino para decir que aceleraría las (contra)reformas y que no le temblaría el pulso al hacerlo. Frutos de esas promesas han sido la no renovación de la ayuda de 426 euros a personas desempleadas que agoten las prestaciones, la decisión de privatizar una parte sustancial de AENA y Loterias, la reducción del impuesto de sociedades a unas 40.000 empresas, la fijación de fecha (28 de enero de 2011) para la presentación del proyecto de recorte de las pensiones, el acuerdo-pinza PSOE-PP para establecer un nuevo sistema de cálculo que reduzca el importe de las nuevas pensiones, etc. Regalo envenenado fue también el trasvase a las candidaturas del PSC del ex ministro Corbacho tras "quemarle" en la contrarreforma laboral, aunque todo parece indicar que en las decisiones del Gobierno ya sólo pinchan y cortan Zapatero... y "los mercados", pues pocos días antes de que el presidente del Gobierno se juntase con el comité central del capitalismo español aún andaban la portavoz del PSOE en el Senado o el propio secretario de Organización del PSOE alardeando de que la ayuda de 426 euros marcaba la diferencia social entre lo que hacía el PSOE y lo que haría el PP.

Lo cierto es que la decepción causada por Rodríguez Zapatero ha alcanzado una extensión e intensidad muy superior a lo que, en tiempos de Felipe González, se llamó "el desencanto". No me parece serio que algunos aleguen que los sectores sociales más desfavorecidos de Cataluña se alejan del PSC porque se aprobó el Estatut y pasen por alto la influencia que habrán tenido los recortes sociales y laborales, el paro, el fomento de los despidos, la desarticulación de la negociación colectiva, etc., al igual que pasen por alto los efectos que puede haber tenido el recorte del Estatut, no su aprobación. Es cierto que el referéndum del Estatut no levantó masivos entusiasmos (49% de participación, siete puntos puntos más que en el referéndum de la Constitución europea y siete puntos menos que en las elecciones catalanas de 2006), pero de ahí a identificar esa "pasividad" con una postura contraria al Estatut hay mucho trecho. Tampoco se puede achacar todo ese plus de abstención a la indiferencia de un electorado "españolista", ignorando que parte de la población lo juzgó insuficiente y fruto de un acuerdo palaciego entre Zapatero y CiU para rectificar la primera versión del Parlament catalán, lo que, institucionalmente, se expresó en la falta de apoyo de ERC pero también en el escaso entusiasmo de una franja de votantes de CiU y del propio PSC, a cuyas espaldas se fraguó el acuerdo, como ahora Zapatero ha pactado nuevas competencias con el PNV a espaldas del PSE. Ese malestar quizá influyó en el gran ascenso de ERC en 2006, que tuvo la virtud de compensar el descenso del PSC y permitir el mantenimiento del tripartito.

A mi entener, lo que sí influido electoralmente en 2010 ha sido el recorte del Estatut por el Tribunal Constitucional, el clima de hostilidad a Cataluña y a la lengua catalana propiciado por el PP y algunos "barones" del PSOE, la desidia intencionada del Gobierno español a la hora de negociar mecanismos de financiación y traspasos en los que era obligado un acuerdo y nada se ganaba posponiéndolo, así como la actitud complaciente y cómplice que el Gobierno de España ha tenido ante la no renovación del TC, con la que aún siguen mareando la perdiz, y ante la sentencia que ha recortado el Estatut. De cómo ha caído eso en Cataluña, hablan las fuertes movilizaciones de protesta que allí hubo y el incremento de los sentimientos independentistas. No puedo precisar en qué grado, pero el recorte del Estatut y el mensaje enviado de que un proyecto federalista y plurinacional no cabe en la Constitución ha propiciado el que una parte considerable del antiguo electorado del PSC haya votado a CiU. Esta dinámica también podría haber perjudicado mucho a ERC, que ha perdido a quienes reclaman una reivindicación independentista aún más fuerte (se han ido a SI, RiC) y a quienes han decidido que la prioridad era tener un gobierno y un president "independiente" de los partidos españoles (y se han ido a CiU).

Para terminar

Mi intención al escribir este artículo no era evaluar detenidamente lo ocurrido en Cataluña, sino reflexionar sobre ello para aprender algo sobre lo que ocurre y puede ocurrir no sólo allí sino también en otros territorios. Por ello y por ignorancia me he centrado poco en factores propios de Cataluña y más en los elementos comunes, es posible que haya evaluado mal su peso relativo, pero estoy bastante convencido en lo que a los elementos comunes se refiere. En ese sentido, creo que las elecciones del 28-N vienen a confirmar algunas tendencias sociales.

- La tendencia a un fuerte declive electoral del PSOE

- La no canalización significativa de ese declive hacia otras opciones de izquierda con presencia institucional

- Las dificultades de las izquierdas alternativas para establecer conexión con el malestar social, especialmente en el ámbito electoral

- La tendencia hacia la hegemonía electoral de la derecha

- Una dinámica de extensión hegemónica de visiones derechizadas y reaccionarias del vínculo social, ya mediante una identificación política explícita con la derecha o la extrema derecha, ya, incluso entre personas que se autoconsideran de izquierda, inscritas en comportamientos como el desvío de la rebelión contra la injusticia sufrida hacia el odio a quienes la sufren, la generalización del sentimiento de que no hay nada que hacer colectivamente, la propensión al "sálvese quien pueda" a cualquier precio.

No soy por tanto optimista, pero tampoco derrotista. Quejarse de lo que ocurre y de "cómo es la gente" no sirve para nada, salvo para excusar la responsabilidad que cada cual tenemos como ciudadanas o ciudadanos, como activistas, como sindicalistas, como seres humanos... Hay que volver a empezar, a partir de lo que tenemos pero sin mitologías sobre lo que fuimos. De la derechización de "la gente" tenemos gran parte de la culpa "las izquierdas", ya por nuestro acomodamiento, ya por nuestra soberbia elitista, ya por nuestros desvaríos y sectarismos.

Sólo a modo de apunte sin desarrollo, diré que para salir a flote tenemos por delante algunos retos principales.

Uno, pasa por la información sistemática y compartida, el autoaprendizaje colectivo y la movilización social, dejando de lado doctrinarismos y adoctrinamientos, fatalismos, consignas absurdas e increibles, amagos movilizadores en los que no se pone toda la carne disponible en el asador, convocatorias aventureras, acatamientos de lo existente como si fuera inevitable, ventajismos personales y renuncias a luchar contra lo injusto cuando la injusticia la cometen "los nuestros".

Dos, pasa por dar toda la importancia que en un período como éste tiene a la unidad de acción, más allá de nuestras diferencias, tratando de agruparnos, en cada reivindicación, el mayor número de personas y colectivos que la compartan, sin silenciar ninguna voz pero también sin insultos y sin desprecios, sin sectarismo y sin prepotencia. Así, en las últimas semanas, yo, afiliado a la UGT pero ni miembro ni votante reciente del PSOE, he podido participar, como partiparon bastantes miembros de base del PSOE, en movilizaciones contra la política del Gobierno convocadas por CGT (24-N) y por CCOO y UGT (18-D), así como en protestas por el apoyo dado al estado marroquí contra la población saharahui (en las que llegó a estar un dirigente del PP incluso), y también he estado, en estos casos con la presencia oficial del PSM e IU-CM, en movilizaciones contra la Ley Mordaza de Aguirre y, apoyando a la FELGTB, en actos exigiendo al PP que retire su recurso de anticonstitucionalidad contra el matrimonio sin discriminaciones y que renuncie a su propósito de restablecer éstas.

Tres, pasa por una reorientación de los comportamientos de las otras izquierdas, tanto las organizadas políticamente, como las que, como yo, tenemos lazos asociativos pero no estamos en ningún partido, para poder ofrecer alternativas realistas, tanto por el contenido de las propuestas como por sustentarse en amplias alianzas.

Los resultados de las elecciones catalanas son muy malos y un augurio de lo que podrá pasar en las de 2011 y 2012. Pero también podemos aprender de ellas para rectificar errores y mejorar las cosas. Tras las elecciones catalanas podemos ver bajo una nueva luz uno de los dilemas políticos y psicológicos que más está pesando sobre los comportamientos de lo que podríamos llamar "las gentes de izquierdas", en un sentido muy amplio: si el PSOE no hace esto, ¿qué nos haría el PP? Digo que se puede ver bajo una nueva luz porque lo ocurrido en Cataluña pone de relieve varias cosas:

Que la política que está llevando el PSOE en estos momentos no es una barrera frente al PP sino que está preparando una rotunda victoria de la derecha. En consecuencia, tanto quienes se sienten cerca del PSOE, aunque no compartan su actual política, como quienes estamos muy distantes de él tenemos interés común en forzar una rectificación del rumbo del Gobierno, en primer lugar por lo dañino de las medidas que está tomando pero también porque no queremos que el PP tome el relevo. Movilizémonos en común.

Que el declive electoral del PSOE, ineludible mientras no rectifique, no deriva automáticamente en crecimiento y fortalecimientos de las otras izquierdas, fragmentadas y sin proyectos claros y realistas. No basta pues con culpar al PSOE sino que tenemos la obligación de hacer esfuerzos para alcanzar alianzas y propuestas que hagan visible que hay otros caminos a seguir y otras izquierdas a las que votar con opciones a obtener representación en ayuntamientos, comunidades y Cortes españolas.

Que el temor a la llegada al Gobierno del PP no debe ser despreciado bajo un simplista "el PSOE y el PP son iguales", sino que debemos compartirlo pero dándole una salida que no sea el tragar con ruedas de molino la derechización del Gobierno. En ese sentido, a las amigas y amigos que aún consideran que el PSOE es un espacio útil para una acción política transformadora, les pediría que nos unamos en la acción cotidiana contra aquellas políticas que en común rechazamos y que reclamen a su partido una rectificación del rumbo tomado, y a quienes pensamos que es necesario construir alternativas diferentes a lo que este PSOE representa nos pido un esfuerzo para que lo que construyamos sean eso, alternativas, no meras siglas y proclamas, alternativas que sean una opción para quienes, sin derechizarse, se han decepcionado con el PSOE, y con la garantía de que la  representación institucional que pueda obtenerse tendrá el triple papel de hacer presentes las demandas sociales en las instituciones, impedir que se formen gobiernos del PP cuando en nuestra mano esté y condicionar la actuación del PSOE en la medida posible negando apoyo a las políticas conservadoras, las proponga quien las proponga.

Pienso, claro está, en fuerzas políticas ya existentes, como ICV, IU, movimientos y fundaciones de la ecología política, BNG, ERC, Aralar, Compromis, Izquierda anticapitalista, etc., y también en personas y colectivos que hoy por hoy no tenemos adscripción a ninguna fueza política y que gustaríamos de participar en proyectos de ese tipo, sin duda con un papel acompañante, modesto y mucho menor al de quienes han construido y mantenido referencias ante las que tengo visión bastante crítica pero a las que reconozco que son lo hay, los mimbres sin los que sería imposible crear alianzas que lleguen a tiempo para impedir que la previsible debacle del PSOE dé lugar a una irresistible ascensión de la derecha.



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