Trasversales
Luis M. Sáenz

Jiménez y el Sahara

Revista Trasversales número 20,  noviembre 2010

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Cada día la actitud del Gobierno español ante el conflicto del Sahara resulta más vergonzosa. Lo digo pese a que no estoy seguro de que la independencia fuese la mejor solución para el Sahara (aunque quizá sí la única dada la catadura del régimen marroquí) ni de que la estrategia mantenida por el Frente Polisario durante décadas haya sido la más adecuada, pero con la convicción de que el pueblo saharaui tiene derecho a decidir qué estrategia seguir y qué futuro debe tener el Sahara occidental.

Hoy leo que Jiménez, ahora al al frente del ministerio de Asuntos Exteriores, ha declarado que "no puede calificarse a Marruecos como potencia ocupante puesto que el ejercicio de facto que hace en el territorio de El Aaiún no es producto de un conflicto bélico ni de un elemento de fuerza sino de acuerdo" (Público, 25/11/2010). Esa declaración refleja una mentalidad extremadamente colonialista, para la que los derechos de la población autóctona del Sahara no son nada.

Tratemos de analizar lo que Jiménez está diciendo. Según ella, dado que España (esto es, el régimen franquista) transfirió en 1975 la administración del Sahara Occidental a Marruecos, país al que el Tribunal de Justicia de La Haya ya había negado cualquier derecho sobre el territorio, no hay ocupación del Sahara, sino acuerdo. Claro que hubo un acuerdo, pero acuerdo entre ladrones, ocupantes y colonialistas. El Sahara Occidental era un territorio ocupado militarmente por España, sin duda alguna, resto de un imperio colonial del que ya sólo quedan Ceuta y Melilla. España le cede el territorio a Marruecos. Según Jiménez, ese acuerdo haría que el hecho de la ocupación se disolviese. Dicho de otra forma, para Jiménez el Sahara Occidental sólo sería territorio ocupado si el colonialismo marroquí hubiese derrotado militarmente al colonialismo español arrebatando a éste el territorio por la fuerza. ¿Qué pinta aquí la población ocupada? Nada de nada, sólo son gente sin Estado a la que quienes quieren "equilibrar principios e intereses" no tiene que tomar en cuenta, faltaba más, ya que para contar hay que tener Estado, Dinero o, preferentemente, ambas cosas.

A posee el objeto X. B, a mano armada, se lo roba. Más tarde, B acuerda, incluso ante notario, con otro grupo mafioso y también armado, C, entregarle X. Entonces A se dirige a C y le dice que le devuelva ese objeto robado. C saca sus armas y dice que ni hablar, de paso le pega varias palizas a A cada vez que pide lo suyo. Pues bien, según Jiménez el objeto X, una vez traspasado a la mafia C, ya no sería un objeto robado, pues el paso de B a C se hizo por legítimo acuerdo entre truhanes.
Lo diré de otra manera, que quizá Jiménez entienda mejor. Mañana yo y unos colegas nos presentamos en su casa, con palos y pistolas, y la hecho en su casa. Pasado mañana, yo y mi banda pacto con otra banda de matones entregarle la casa de Jiménez. Jiménez pide que le devuelvan su casa. El juez o jueza, inspirándose en la política internacional del Gobierno Zapatero en estos tiempos, contesta que ahora ya no puede decirse que le hayan quitado su casa, porque quien se la quitó, yo, la ha traspasado pacíficamente y por acuerdo a otra banda. Esa es su política cuando se está hablando del territorio-casa de muchísimas personas.

Un territorio ocupado no deja de serlo porque el ocupante se lo regale a otro invasor. El concepto de "ocupante" no hace referencia a las relaciones entre sucesivos invasores, sino a las relaciones entre invasores y la población ocupada. Si un ocupante regala un territorio a otro ocupante, la ocupación sigue.
Eso, hablando sólo del hecho de la trasferencia de poder entre los ocupantes sucesivos. Pero ahora hay que hacer notar a Jiménez un segundo hecho: la ocupación como acto continuado. Pasase lo que pase en 1975, la dominación de Marruecos sobre el Sahara Occidental se viene manteniendo estos 35 años sobre la base de una práctica ocupante, colonial y represora continuada. Saquen toda la maquinaria militar, policial y represiva marroquí del Sahara Occidental: ¿qué quedaría del dominio marroquí?

La ocupación es un hecho palpable, evidente, para cualquier persona que se moleste en recordar que esas tierras "de desierto" no están desiertas, que en ella hay personas que se sienten un pueblo. Basta con no olvidarse de ellas para reconocer que Marruecos es un Estado ocupante en el Sahara, como España lo es en Ceuta, Melilla... y Perejil.


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