Trasversales
Miquel Monserrat

Para parar a la derecha...

Revista Trasversales número 20,  noviembre 2010

Textos del autor
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La entrevista con Mariano Rajoy publicada en El País ha levantado mucha polvareda. Asusta, sí, pero no debería llamarnos a sorpresa. ¿O es que no sabemos lo que es la derecha española? Desde luego, tanto esas declaraciones como la "pre-campaña" en Cataluña confirman las grandes fobias de nuestra derecha: la clase obrera organizada, las mujeres feministas, las lesbianas y los gays fuera del armario, las y los inmigrantes. Así que sí, hay que plantarles cara.
Pero cuidado, algunos tratan de aprovechar tal evidencia para llevar agua a un molino que hoy por hoy también muele para la derecha. Me refiero a aquellos que, aprovechando que Rajoy ha insinuado lo que siempre hemos sabido que piensa, nos lanzan dos mensajes: a) "dejaos de protestar por lo que hace Zapatero, que ya veis lo que haría este otro"; b) "si no queréis que llegue Rajoy, sólo os queda votar a las candidaturas del PSOE en las próximas elecciones".

Creo que no deberíamos dejarnos arrastrar por esos cantos de lechuzos. Y no porque me sea indiferente el que llegue un nuevo gobierno del PP, sino precisamente porque quiero que ese partido siga en la oposición. Si sólo nos dedicamos a temblar de miedo por la futura llegada del lobo, mientras que las hienas nos rodean y atacan, corremos el riesgo de que, mientras agradecemos a la santa providencia que aún no esté el lobo, nos dejen con tan graves heridas que para el lobo seamos luego pan comido.
En todo caso, me he propuesto hacer una lista de cosas útiles para parar a la derecha tradicional. Cosas que pueden unir a todas las personas que no queremos un gobierno del PP, tanto quienes aún se inclinan por votar críticamente al PSOE como quienes ya hemos decidido que no vamos a votar a sus candidaturas en ninguno de los próximos procesos electorales. Cosas que no se reduzcan a quejarse de lo malo que el PP ni a pedir sumisión ante los desmanes que está llevando a cabo el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, que por su primera legislatura podría haber quedado como un socialdemócrata reformador en ciertos ámbitos (pese a lo reaccionario de su política fiscal desde el comienzo) pero que ya será siempre recordado por unos recortes sociales y laborales brutales.

En primer lugar, que callen los que hacen políticas de derechas pero nos cuentan que la derecha ganará porque está unida en un partido fuerte mientras que la izquierda está dividida. En toda Europa la representación de las izquierdas es plural y sólo esa pluralidad permite alcanzar mayorías de Gobierno, pues el distanciamiento de una parte de la sociedad "de izquierdas" respecto a la socialdemocracia es un hecho irreversible, del que, por descontado, tiene la culpa una socialdemocracia tan carente de proyecto que hoy, en Europa, allá donde gobierna aplica políticas de capitalismo duro mientras que donde está en la oposición las critica. Lo que podemos hacer en común para que la pluridad sume y no divida es algo sencillo y democrático: que todos los votos cuenten por igual. Pese a los límites que la Constitución establece a un sistema realmente proprocional, dentro de ella es posible una reforma de la ley electoral que acerque mucho más el peso en votos y el peso en escaños. Mientras el PSOE y el PP saquen un escaño por cada 70.000 votos que reciben e Izquierda Unida uno por cada 500.000 votos, mientras que el PSOE siga haciendo pinza con el PP para impedir que esta injusticia se acabe, no tendrá legitimidad ética ni un mínimo de vergüenza quien se ciña a esos datos para explicar que votar a otras izquierdas no es útil y que sólo cabe votar al PSOE. Miren ustedes, si lo único que tienen para pedir el voto es que hay que impedir que gane la derecha, deberían reconocer que un sistema electoral más proporcional daría un porcentaje mayor de escaños ligados a lo que viene llamándose "la izquierda" que el que da el actual sistema. Así que para parar a la derecha, una primera propuesta: reforma de la ley electoral, que, por otra parte, es tan de justicia que no requeriría finalidad alguna más que el establecimiento de una democracis.
Quien no quiera cambiar esta ley electoral que da a la izquierda menos escaños que los que le corresponderían por sus votos, no quiere parar a la derecha, no quiere cerrar el paso de Rajoy hacia La Moncloa.

En segundo lugar, que se escuche a ese 75% de la sociedad que pide al Gobierno que rectifique los recortes laborales y sociales, alguno de ellos rechazado varias veces en las propias Cortes. Hay que repetir que no estamos ante unos sacrificios moderados y coyunturales, que quedarán atrás una vez que salgamos de la crisis en que nos ha metido el capitalismo. Las medidas adoptadas por Zapatero, así como la prevista contrarreforma del sistema de pensiones, promueven y ocasionarán una nueva situación en el seno de las empresas y de la sociedad, reforzando la capacidad patronal para imponer a cada trabajador(a) condiciones arbritarias sin apenas capacidad de repuesta a través de la actuación colectiva del movimiento sindical, entendido éste en su más amplio sentido. Igualmente, promueven el deterioro de los sistemas de protección social y la fragmentación de la solidaridad colectiva. Es totalmente impensable que en una sociedad en la que el movimiento obrero haya sufrido una derrota de la magnitud de la que quiere infligirnos Zapatero pueda haber gobiernos que no sean derechistas. Por eso, incluso aunque nos limitemos a contemplar el escenario electoral, que no es el más importante, es de vital importancia que a las elecciones generales de 2012 lleguemos habiendo forzado al gobierno del PSOE a rectificar o, si no lo ha hecho, lleguemos en situación de movilización social y política contra esos recortes, pues mientras luchemos contra ellos aún no se habrá sellado la derrota y pueden fortalecerse otras alternativas. Los líderes del PSOE promueven una especie de suicidio de su propio partido, aunque no el suyo propio dado que todos tienen el futuro muy asegurado. En su esfuerzo por aplacra a la derecha pero decirnos que ellos son de "izquierdas" no podrán convencer(nos) a una parte de la sociedad, parte que no estará dispuesta a apoyar a un partido que está sacrificando a las clases trabajadoras en los altares del capital, mientras que estarán derechizando a aquella parte de sus votantes a la que convenzan de que "no pasa nada" por hacer tales cosas y que es legítimo votar a quienes atacan frontalmente los derechos sociales y laborales, lo que inevitable lleva a que, más pronto o más tarde, esas personas terminen votando a la derecha política, ya que si las políticas que siempre ha propugnado ésta son ahora proclamadas como correctas desde el PSOE, ¿para qué votar a éste, si lo que está haciendo y proponiendo no es menos agresivo que lo sugiere Rajoy, aunque pueda parecerlo por la única razón de que lo Rajoy insinúa vendría a sumarse a todo lo que pretende dejarle hecho Zapatero y porque encontrándose con tanto camino hecho la derecha podría ir mucho más rápido en el desmantelamiento del Estado de bienestar y en la aplicación de medidas que Rajoy aún no ha mentado, aunque sí Esperanza Aguirre? Puestos a ser creyentes, ¿por qué seguiría nadie apuntado a una iglesia que de repente afirmase que el dios verdadero es el que otra iglesia ha pregonado siempre? Y en el caso de la gente que puede apoyar a un partido tanto si dice esto como aquello, y cambiar de opinión casi al mismo ritmo en que lo hacen los jefes, no cabe duda de que estamos hablando de fieles creyentes.
Quien no quiera enfrentarse decididamente a los recortes laborales y sociales promovidos por los líderes del PSOE, no quiere parar a la derecha, no quiere cerrar el paso de Rajoy hacia La Moncloa.

En tercer lugar, es urgentísimo reiniciar el camino de las políticas tendentes a fomentar la igualdad legal y social entre mujeres y hombres. En este ámbito ha tenido lugar la segunda gran capitulación de Zapatero ante los proyectos derechistas, y sus consecuencias van a ser -están ya siendo- desastrosas. La disolución del Ministerio de Igualdad y el fin de la paridad gubernamental ha sido la expresión simbólica de este segundo giro conservador, que toma cuerpo en la disolución de otros organismos de igualdad en comunidades autónomas o ayuntamientos gobernados por el PP o por el PSOE, en los recortes presupuestarios de las principales partidas destinadas a la promoción de la igualdad, y, muy significativamente, en la intención de suspender, vía Presupuestos del Estado, la entrada en vigor del permiso de paternidad de 28 días el 1 de enero de 2011, como establece la ley 9/2009. Este giro tiene consecuencias directas en los programas de actuación y en los derechos reconocidos, pero también consecuencias no menos importantes sobre la mentalidad social. Desde hace algunos años venimos asistiendo a una ofensiva neomachista, apoyada abiertamente por la derecha y las principales iglesias, pero también por algunos personajes de una izquierda anacrónica. Una ofensiva que ha venido a decir, sin escamotear insultos y calumnias, "hasta aquí ha llegado la igualdad". Bien está indignarse y pedir responsabilidades al impresentable alcalde de Valladolid por sus insultos y ofensas a Leire Pajin, muy ilustrativas sobre este tipo de personajes, pero quedarse ahí, tratar de volver a repetir en este ámbito la estrategia "y tú más", no puede ocultar el curso político reaccionario tomado por el Gobierno en este ámbito, ni que la única razón para disolver el Ministerio de Igualdad era entregar la cabeza de Bibiana Aido a la jauría machista que llevaba mucho tiempo pidiéndola, en bastantes casos en términos no mejores que los empleados por el alcalde de Valladolid. Esto con el insulto añadido de haber agradecido a la ex ministra el aceptar pasar a ser secretaria de Estado, cosa que ni se les hubiera ocurrido proponer a Moratinos o Corbacho. Lo peor de todo es que, dado lo lento de los avances en igualdad y lo superficial que aún era la sensación social de "incorrección política" del machismo, ahora se han abierto todas las puertas para la injuria y se ha favorecido una regresión en las mentalidades. Un ejemplo de ello es el pasmoso silencio cómplice con el que la nueva agenda ha sido acogida por una parte del activismo igualitario más cercano al PSOE, que durante años hacia bandera de la paridad, del ministerio de Igualdad y de las políticas de igualdad, y que, de un día para otro, calla o balbucea que lo que importa no es el ministerio sino mantener sus programas  y cosas así, incluso aunque ya sabemos que también se deterioran los programas y se van a  anular leyes. El último cambio de gobierno en España y los nuevos proyectos presupuestarios, así como la renuncia a algunas tímidas e insuficientes reformas respecto a la relación entre el Estado y las iglesias, han sido una victoria política contundente del neomachismo y de la derecha, una victoria regalada, una entrega traidora de las llaves de la ciudad democrática a los bárbaros totalitarios.
Quien no reclame un nuevo impulso a las políticas de igualdad no quiere parar a la derecha, no quiere cerrar el paso de Rajoy hacia La Moncloa.

En cuarto lugar, debe quedar de lado toda la palabrería sin sustancia sobre "nuevo sistema productivo", "nuevo modelo de desarrollo", y empezar de nuevo, al menos desde allá donde se quedó el antiguo ministerio de Medio Ambiente dirigido por Cristina Narbona, que no pudo hacer mucho dada la política de los demas ministerios pero que caminaba en una dirección mucho más adecuada, camino que fue abandonado radicalmente con la disolución del ministerio. Es cierto que ahora ha vuelto a ser recuperado ese ministerio, pero nada indica que vaya a ser recuperar la voluntad política de poner fin a la especulación, de mejorar el entorno y de reorientar la economía hacia un tipo de desarrollo en el que crezcan los servicios sociales, las actividades dirigidas al cuidado de las personas, los espacios residenciales sostenibles y respetuosos con el entorno, las energías renovables, y decrezca la producción de objetos poco duraderos, la especulación urbanística, el gasto energético, etc. También hay que luchar por eso, tal y como lo entendió el movimiento ecologista español al sumarse a la huelga general del 29 de septiembre.
Quien insista en mantener una vía de desarrollo acorde con los intereses de los sectores más depredadores del sistema capitalista, una vía que propicia un alto número de casos de corrupción a pachas entre ciertos cargos políticos y ciertos empresarios, no quiere parar a la derecha, no quiere cerrar el paso de Rajoy hacia La Moncloa.

Hacen falta, pues, tres grandes rectificaciones, en lo social, en lo igualitario y en lo ecológico, y una reforma de la ley electoral. Así se parará a Rajoy. ¿Pero cómo lograrlo? Yo estoy totalmente de acuerdo en que hay que movilizarse contra las políticas de gobiernos como los de las comunidades de Madrid o el País valenciano, tremendamente regresivas en ámbitos como la sanidad, la enseñanza o la igualdad. Estoy de acuerdo en los hechos, no sólo en las palabras; así por ejemplo en Madrid he estado en manifestaciones de hasta 20.000 personas en defensa de la sanidad pública madrileña, y ninguna de ellas fue convocada por el PSM-PSOE, aunque si había miembros de ese partido, personas que ponen sus convicciones por encima de sus afiliaciones, como las hubo en la huelga y manifestaciones del 29-S. Sobre eso mi única discusión con compañeras y compañeros que pertenecen al PSOE es que, en realidad, en Madrid el PSM lleva muchísimos años sin hacer oposición, y si alguna vez se deciden a hacerla no cabe duda de que coincideremos en esas luchas.

Ahora bien lo que añado es que no se puede parar a la derecha sin movilizarse para parar el giro conservador del PSOE, que además también tiene su parte de responsabilidad en los recortes sufridos por el Estatut de Catalunya y en las amenazas que pesan sobre leyes como la que suprimió el carácter discriminatorio y homófobo de la regulación legal del matrimonio, dada su manera de manejar la renovación del Tribunal Constitucional. Si no nos enfrentamos a lo que está haciendo el Gobierno de España, tenemos dos problemas: a) que lo que está haciendo es regresivo, reaccionario, dañino para la mayor parte de la sociedad y con efectos duraderos de desarticulación de cualquier base social para un proyecto político mínimamente avanzado; b) que los próximos gobiernos municipales y autonómicos serán casi todos del PP y que en 2012 entrará Rajoy en La Moncloa, lo que asegura la continuidad de políticas reaccionarias cada vez más agresivas.

En consecuencia, se plantean simultáneamente dos desafíos ineludibles: uno es la continuidad de la movilización social contra las políticas reaccionarias del PP y del Gobierno, el otro es la articulación y desarrollo de alternativas políticas, existentes o por hacer, que permitan que la justa y necesaria decisión que hemos tomado muchas personas de no votar de ninguna manera a este PSOE no vaya a parar al cajón de la abstención sino el de alternativas de izquierda, ecologistas, etc.
De hecho está demostrado que Zapatero sólo escucha al que protesta. Si repasamos los aspectos progresistas de su gestión en la primera legislatura todos tienen tras ellos una movilización social previa muy poderosa (antiguerra, contra el plan hidrológico, por la igualdad, contra la homofobia, etc.). Desde que hemos dejado de movilizarnos de manera crítica, el Gobierno se ha ido escorando cada vez más hacia la derecha. Así que para parar esa deriva reaccionaria, hay que montarla. Y avisar al PSOE de que en España hay más de dos opciones políticas. A decir verdad, todas un tanto maltrechas, pero no comparto los ataques de "pureza" con los que algunos tratan de explicar por qué no votarán a IU, ICV o verdes, pero no tienen reparos en respaldar al Gobierno que ha puesto en marcha la mayor agresión contra los derechos sociales que ha tenido lugar desde que en España se instauró el actual régimen parlamentario.

¿Significa esto que PSOE=PP? No, yo no he dicho tal cosa, ni lo creo, pues entre sus electorados hay diferencias notables. Lo que digo es que cuando nos atacan hay que defenderse, sea quien sea el agresor, y que el actual Gobierno, si no rectifica, no nos protege del PP sino que abre a éste todas las puertas. Que con la movilización podemos intentar que rectifique y que, en cualquier caso, podemos conseguir que lo que electoralmente va a perder el PSOE no quede en la abstención sino que haga crecer otras izquierdas, y que esto es lo único que puede impedir que Rajoy pueda establecer una alianza mayoritaria para su investidura y lograr que el PSOE cambie de rumbo.



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