Decenas de miles de personas llenaron la Plaza Tahrir el 1 de abril, demostrando
el fracaso de los prolongados intentos del gobierno militar de Egipto para
desmovilizar y desmoralizar al movimiento pro-democracia. A las quince mil
personas que, según la agencia estatal de noticias MENA, habían
asistido a la oración del viernes en la Plaza Tahrir, se sumaron
por la tarde el doble de manifestantes, abarrotando la plaza principal de
El Cairo, según France Presse.
Ese día, al que se ha denominado "el viernes del rescate de la revolución",
los manifestantes exigieron el enjuiciamiento del depuesto presidente Hosni
Mubarak y desus compinches, la derogación del Estado de emergencia
y la liberación de todos los presos políticos. De hecho, importantes
sectores de la población siguen pidiendo reformas democráticas
serias y fundamentales, más allá de los cambios superficiales
de la desacreaditada constitución de Mubarak propuestos por la cúpula
militar.
Sin embargo, el ejército logró
presentar el referéndum constitucional del 19 de marzo como la mejor
oportunidad de estabilizar la economía y de avanzar más rápidamente
hacia un gobierno civil, lo que dio lugar a una amplia participación
y a la aprobación de la reforma planteada, pese a que muchos de los
más conocidos activistas por la democracia denunciaron las enmiendas
del gobierno como una tibia reescritura de algunas de las cláusulas
de la prorrogada constitución del dictador, sin ninguna garantía
adicional para las libertades civiles.
El Centro de Servicios para Sindicatos y Trabajadores de Egipto, destacado
defensor de la recién formada Federación Egipcia de Sindicatos
Independientes, editó un folleto invitando a votar contra las enmiendas,
indicando que "eran las mismas ya propuestas por el depuesto presidente
Mubarak" y pidiendo "una nueva Constitución que ponga las bases de
un nuevo Egipto". También organizó el 27 de marzo una movilización
"Vota No" en la Plaza Tahrir, en la que participaron alrededor de 3.000
estudiantes, activistas de derechos humanos y sindicalistas, según
contó su representante Tamer Fathy en una entrevista telefónica
desde El Cairo.
Por otra parte, el Centro de Solidaridad que actúa en Washington
DC, con apoyo de AFL-CIO, señaló que los votos favorables a
la reforma constitucional aumentaron significativamente porque no se permitía
votar por separado cada una de las nueve enmiendas. "Era todo o nada, las
enmiendas se presentaban formando un único paquete", me dijo Erin
Radford, responsable en el Centro de Solidaridad del programa para
Oriente Medio y Norte de África.
En realidad, en Egipto la oposición
aspiraba a una nueva constitución alternativa, que pudiese ser desarrollada
por un amplio sector del movimiento. "Pero, finalmente", admite Fathy,
"el debate fue insuficiente. El gobierno logró apresurar y confundir
el debate. La gente pensaba que estaba votando a favor de un poco mas de democracia,
lo que dio a las enmiendas propuestas una abrumadora mayoría".
¿Se reforma la Constitución y se prohíben
las huelgas?
Sin embargo, la propuesta hecha por el consejo de ministros para prohibir
las huelgas y las protestas es más peligrosa aún que este
evidente timo constitucional. Incluye multas onerosas y duras penas de prisión
para cualquier incumplimiento de lo propuesto en este proyecto de ley, que
ahora está siendo considerado por el Consejo Supremo Militar. Si
finalmente fuese ratificado y aplicado, sería silenciada toda oposición
organizada al gobierno. Estas siniestras amenazas han acelerado la reivindicación
de derogación del estado de emergencia en vigor desde 1981, bajo
el cual podrían promulgarse legalmente ese tipo de restricciones.
Esa fue una de las reivindicaciones centrales en la movilización
del 1 de abril.
Es evidente que el Consejo Militar
sigue caminando sobre una frágil cuerda floja política. Pero,
sorprendentemente, ha demostrado ser muy hábil y rápido de reflejos,
a diferencia de la inepta torpeza de Mubarak, que provocó la colera
social con su intransigencia y su arrogancia imperial.
Por un lado, el Consejo Supremo intenta desmovilizar desesperadamente y
vilipendia al movimiento reformador por medio de maliciosas acusaciones de
sabotaje económico o de efectivas amenazas físicas. Al mismo
tiempo, el Consejo concede periódicamente varias importantes reformas,
muchas de las cuales son prudentemente anunciadas días antes de las
protestas más destacadas.
Por ejemplo, pocos días antes del 1 de abril toda la familia de
Mubarak fue puesta bajo arresto domiciliario. También se prohibió
viajar al extranjero al jefe del Partido Nacional Democrático y a
quienes, bajo la presidencia de Mubarak, fueron su jefe de gabinete y presidente
del Parlamento.
Tras la rebelión, la confianza
En grandes sectores industriales y
comerciales del país, amplias franjas de trabajadores y de pobres participan
en masivas protestas organizadas. Su participación deja una huella
política mayor que la de otras recientes explosiones sociales en Oriente
Medio.
"No se puede comprender los acontecimientos
en Egipto sin entender el papel absolutamente decisivo de la clase obrera,
antes, durante y después de los acontecimientos de la Plaza Tahrir",
dijo el conocido abogado laboralista Khaled Ali desde El Cairo en una entrevista
concedida a Democracy Now y que fue televisada el 18 de febrero. "Por ejemplo,
no cabe ninguna duda de que el aislamiento de los estudiantes y los jóvenes
en la plaza terminó una vez que los trabajadores comenzaron a realizar
huelgas y protestas, alrededor de 30 o 40 diarias a lo largo de todo el país
durante los días revolucionarios de la Plaza Tahrir y en los días
siguientes. El papel de la clase obrera fue absolutamente decisivo para nuestra
victoria.
La participación masiva de la
clase obrera en la rebelión ha aportado la confianza necesaria para
su participación en la próxima etapa de la revolución.
Aliados y antagonistas
La inmensa unidad nacional del Movimiento 25 de enero por la libertad se
reorienta ahora. Las cruentas luchas para acabar con la corrupción
y con la dictadura dan paso a un debate público sobre la manera de
reconstruir "un nuevo Egipto". Este cambio de rumbo conlleva otros cambios
en la dinámica social respecto a lo ocurrido durante los días
de rebelión en la Plaza Tahrir. Ahora, quienes fueron aliados en
la calle son a veces antagonistas en los debates. No podía ser de
otra manera. La alianza de todo un país en tiempo de guerra no podía
mantenerse a la hora de decidir exactamente la forma que el país
debería tomar en tiempo de paz. En consecuencia, las diferentes clases,
sectores y estratos sociales que estuvieron hombro con hombro en Tahrir,
en Alejandría y en Suez, ahora promueven con toda naturalidad sus
propios programas sociales, políticos y económicos.
Los derechos democráticos ganados
por la revolución han permitido que este debate sumamente importante
se produzca de forma abierta. Sus resultados determinarán si las conquistas
revolucionarias se limitarán al sector empresarial y a las clases altas
o se extenderán también a la clase obrera y mayoría pobre
del país. La amplia participación de los trabajadores en el
diálogo nacional es, por tanto, absolutamente fundamental.
Nada está garantizado.
Las formas parlamentarias de todos los países, no sólo en
Egipto, están casi exclusivamente restringidas a los ricos y poderosos
que pueden traficar influencias, construir maleables partidos y montar costosas
campañas electorales nacionales.
La organización democrática
de este debate y la participación de la clase trabajadora y los pobres
en él sólo podrá garantizarse si se organizan de manera
independiente, reconociendo que tienen intereses distintos de los encarnados
en una estructura de poder derivada de la existente en la era Mubarak, en
gran parte intacta..
"Los objetivos democráticos de la revolución también
incluyen la creación de organizaciones civiles como los sindicatos,
que están siguiendo un camino natural e instintivamente democrático
al fomentar la plena participación de la gente", me dijo Tamer Fathy.
"La democracia debe ser un medio para alcanzar nuestros objetivos sociales.
Se trata de la gente y de cómo puede organizarse para mejorar sus
vidas".
¿Y ahora qué?
A juzgar por la amplia participación y del resultado del referéndum
constitucional, el ejército logro evitar que la discusión
se centrase en la auto-organización del pueblo, llevándola
a un terreno que le es más seguro y familiar, el de las reformas
legislativas, donde la elite tradicional puede reafirmarse más fácilmente
a través de sus partidos políticos y de las estructuras económicas.
Por ejemplo, el actual salario mínimo sólo es de 74 miserables
dólares al mes, tras haberse mantenido en 6,50 dólares durante
26 años, desde 1984. Por otra parte, raras veces se cumple la legislación
sobre salario mínimo. Millones de personas siguen languideciendo
en la pobreza, obligadas al pluriempleo en el sector informal como vendedores
ambulantes o en una de las zonas económicas especiales, reservadas
para empresas estadounidenses, zonas en las que los salarios son bajos,
no hay prestaciones sociales y los sindicatos son duramente reprimidos.
Pero, por otro lado, la presencia constante
de los sindicatos independientes se hace cada vez más fuerte. En la
enseñanza, la sanidad, el textil, el transporte, enre los recaudadores
de impuestos y en otros sectores rse siguen formando sindicatos, que rompen
con el sindicato oficial controlado por el gobierno y se unen a la federación
de sindicatos independientes, EFITU, formada el 2 de marzo.
"Nos estamos concentrando más en la organización de la clase
obrera, porque sabemos que en última instancia esta es la única
manera de obtener nuestra parcela de democracia y un estándar decente
de vida", señaló Fathy. "Aquí, los trabajadores no
tienen la experiencia de un sindicalismo libre e independiente, todo es
nuevo para nosotros. Pero estamos muy contentos con los progresos que estamos
haciendo".
Mientras el debate sobre el futuro
de Egipto se lleve a cabe con la plena participación de una clase obrera
organizada y de sus aliados entre los pobres, los estudiantes y las clases
medias, tanto más factible será que se mantengan los objetivos
sociales, económicos y políticos de la revolución, y
tanto más crecerá la posibilidad de alcanzarlos.