Trasversales
Carlos Artola

Argumentos sobre los recortes sociales después del 22 de mayo

Revista Trasversales número 22,  junio 2011

Textos del autor
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Los dirigentes del PSOE han acogido públicamente su abultada derrota electoral del pasado 22 de mayo como una consecuencia del nivel de paro y, también, de la incomprensión social respecto de medidas  adoptadas por el Gobierno a lo largo del último año que consideran duras, pero imprescindibles. Esos mismos dirigentes parecen un tanto perplejos ante el movimiento del 15-M, como si aún creyesen que es una tormenta de primavera que no tendrá consecuencias para el futuro.

Intentando no deformar la argumentación de la dirección del PSOE, creo que serían cuatro las ideas fundamentales que parecen querer transmitir:
“El ajuste era inevitable”
“Los resultados de los recortes serán beneficiosos en el futuro”
“Las medidas del Gobierno no se han comunicado bien a la opinión pública”
“Todos los gobiernos que hacen ajustes son castigados en las urnas”
Quizás haya algo que decir respecto a ese argumentario.

El “inevitable” ajuste

La inevitabilidad del ajuste se trata de una idea aparentemente irrefutable. Podemos llegar a la conclusión de que aunque fuera una imposición de los “mercados” financieros y de las instituciones y gobiernos europeos, para evitar males mayores había que hacer recortes.
Aceptemos la premisa aunque sobre ella habría bastante que hablar. Ahora bien, ¿qué es un ajuste?
Se trata de una medida de política fiscal tendente a reducir el déficit mediante reducción de gastos y/o aumento de los ingresos. Por definición, a un mismo nivel cuantitativo de reducción se puede llegar con distintas combinaciones de medidas. La política también consiste en elegir unas u otras.

Ese es uno de los meollos del asunto. El Gobierno de Zapatero no ha explicado por qué  para su ajuste (que amenaza ser el pistoletazo de salida de los que vengan en el futuro llevados por ellos mismos o por el PP) eligió una alternativa tan regresiva.

¿Había alternativas? Indudablemente, tanto por el lado del ingreso como del gasto había opciones más equilibradas. De hecho cada gobierno europeo que ha hecho un ajuste ha buscado combinaciones distintas, aunque ninguna de ellas pueda ser calificada de progresiva.
Pero la elección del PSOE es coherente con una política tributaria  muy derechista, la que ha desarrollado desde 2004. Han mantenido plenamente la contra-reforma fiscal puesta en marcha por Aznar a favor de las rentas del capital y empresariales, y han profundizado en ellas (supresión del Impuesto del Impuesto sobre el Patrimonio,  falta de control de la AEAT sobre las SICAV, subida del IVA sin medidas de compensación fiscal, etc.). En cambio, no han adoptado ninguna de las medidas de justicia fiscal que era posible emprender.  Sobre esa orientación me remito a mi artículo “Una propuesta fiscal de izquierdas” (Trasversales, 2008). Esta política ha supuesto menos ingresos y una distribución desproporcionada de la carga tributaria sobre los asalariados. Además, la opción  adoptada desde 2004, en continuidad con los gobiernos del PP, ha limitado las posibilidades de actuaciones públicas generando, además, excesos de disponibilidad en los sectores más ricos de la población que han alimentado en el pasado las burbujas financieras e inmobiliarias y, también, la actual burbuja de la deuda pública.
Por el lado del gasto también había márgenes  de actuación no explorados (gastos de defensa, ayudas a empresas, proyectos innecesarios, gestión más eficiente de recursos públicos, etc.).

El argumento del “beneficio” futuro

Si el ciclo económico permite recuperar lo que llaman “una senda de crecimiento”, ¿se justificaría que los efectos de la crisis hayan recaido exclusivamente sobre la parte más desfavorecida de la población?
Como ya hemos dicho antes, una política de austeridad y consolidación fiscal puede distribuirse de distintas maneras. Por tanto, aunque en los próximos años la economía española empezara a crecer no se justificarían las medidas adoptadas.
El efecto directo de estas políticas reaccionarias de ajuste será una mayor desigualdad y precariedad social, sufrimientos de los más débiles y una hegemonía creciente de las capas más ricas de la población  Todo eso nunca será un beneficio futuro sino un mal presente que seguirá produciendo efectos negativos.

El mensaje ha sido entendido

La gente parece haber entendido bastante bien el sentido último de lo que ha hecho el Gobierno de Zapatero. No hay error de percepción social. Lo que mucha gente ha apreciado es la verdad, que entre las distintas medidas posibles eligieron unilateralmente aquellas que hacen pagar los efectos de la crisis exclusivamente a quienes no la han provocado. El paquete de reforma laboral, subida de la edad de jubilación, congelación de las pensiones, recorte salarial de los funcionarios, habla por si solo.
Y, sobre todo, la gente ha entendido perfectamente que los futuros ajustes que pretenden hacer tanto el PSOE como el PP profundizarán en la misma dirección.

Un castigo electoral o algo más

Es cierto que todo gobierno que hace ajustes sufre un castigo electoral. Pero, lo que está pasando en España, ¿es sólo o eso?, ¿hay algo más?
Mi opinión es que hay síntomas importantes de que la ruptura que se está produciendo entre el PSOE y una parte de su base social trasciende el mero castigo electoral de coyuntura.
Aunque aún es pronto para poder confirmarlo, opino que bastante gente indignada que se está cuestionando si la élite política profesionalizada del PSOE (y del PP) tiene algo que ver con sus intereses y si no se han convertido en meros representantes de los sectores más poderosos de la sociedad en todos los temas relevantes de distribución del producto social. Por supuesto, quienes piensan así, no se identifican en este momento con ninguna de las fuerzas políticas existentes (ya hemos visto la incapacidad de IU para expresar de forma significativa el descontento).

Creo que el movimiento del 15-M, y su profunda desconfianza del sistema institucional, puede ser una expresión de rechazo de las prácticas de los intermediarios políticos organizados. Muchos jóvenes no tienen duda de ello y, por eso, les niegan la legitimidad.
Los militantes del PSOE harían bien en reflexionar sobre que el hundimiento electoral del 22 de mayo puede prolongarse y ampliarse en el tiempo. El mesianismo de Zapatero (“me cueste lo que me cueste”) es una losa en el cuello de su partido. Y el discurso de que “los otros son peores”, aunque sea cierto, ya no sirve para justificar lo injustificable.
 EL PSOE no necesita únicamente un cambio de rostros, sino un profundo y radical cambio de proyecto y de políticas, incluyendo un explícito replanteamiento de su relación con los poderosos.

Otro argumentario

Tal vez están madurando las condiciones para proponer un argumentario social muy distinto a aquel con el que el PSOE busca su autojustificación.
Por ejemplo:
- Los responsables de la crisis, tanto nacionales e internacionales, no deben ser los beneficiarios de las medidas y ayudas públicas
- La carga de la crisis debe ser repartida entre los distintos sectores sociales de acuerdo a su capacidad económica 
- Las instituciones no deben estar al servicio de las élites sociales
- Un proyecto de izquierdas es incompatible con la connivencia con los intereses de los bancos y grandes corporaciones
El movimiento del 15-M posiblemente sea el encargado de desarrollar esas ideas.


Madrid, 5 de junio de 2011


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