Enrique del Olmo El peligroso "autismo" de la izquierda Revista Trasversales número 22 junio 2011 Otros artículos del autor
Llama poderosamente la atención
que mientras el 15-M ha seguido avanzando, ha clarificado sus reivindicaciones,
ha tomado decisiones complicadas como el levantamiento de acampadas, ha extendido
a barrios y ciudades su organización y protesta, ha rechazado medidas
como la reforma de la negociación colectiva, ha ido perfilando más
su plataforma y propuestas y, a vuelto a convocar una movilización
masiva para el 19 de junio además de multitud de concentraciones de
protesta. Mientras tanto la izquierda política sigue ensimismada en
su derrota y todavía agudizándola un poco más con cosas
como el absurdo “suspense” al que juega IU de Extremadura o la vía
franca que abrieron al PP en cerca de cien localidades. Vivimos ante una izquierda atenazada por el miedo al cambio, bloqueada en justificaciones internas o superficiales del desastre político; incapaz de hacer los movimientos que le permitan reconstruir aunque sea limitadamente el dialogo con la sociedad; sólo queda la apelación al miedo al tsunami azul que se viene y la esperanza en una derrota “digna”. El mismo 15-M, apoyado por más del 75% del electorado socialista, es contemplado internamente con cierta prevención (“nos ha afectado negativamente el 22-M”, “qué es lo que quieren”) aunque de conjunto se le ve con simpatía y cómo aquellos que plantean cuestiones que es difícil de formular internamente. Se escucha con expectativa la sintonía pero no se es capaz de conectar en la misma frecuencia. De las 4 propuestas de base planteadas
por el 15-M, de las 10 medidas más apoyadas presentadas a la Comisión
de Política del movimiento 15-M (sobre 11.600 recibidas), de las 21
que sintetizo el periódico Público en su edición del
5 de junio, podemos llegar a una primera conclusión: hay terreno para
el entendimiento y el diálogo, lo determinante es la voluntad política. En relación a las medidas económicas,
aunque hay un desarrollo más amplio realizado por la Comisión
de Economía del 15 M; de las 5 medidas propuestas, 2 son reformas
legales ya planteadas: Primera: ERES sin dinero público ya que ha
habido que responder al escándalo de Telefónica, más
de 6.000 despidos a la vez que reparto escandaloso de beneficios. Segunda:
La dación en pago de la vivienda ante las hipotecas, donde se ha abierto
una subcomisión parlamentaria que no debería acabar en el limbo
de los justos por mucho que moleste a la gran banca una práctica que
en Estados Unidos ya es generalizada. Otras dos medidas responden a debates
de carácter internacional como los paraísos fiscales (que se
han logrado salvar después del primer planteamiento realizado por España
en el G-20 de Londres) y la Tasa a las transacciones financieras internacionales
ya propuesta en la última reunión del G-20 pero que no acaba
de avanzar. La quinta medida es de decisión directa del Gobierno:
recuperación del impuesto de patrimonio y otras medidas que distribuyan
la fiscalidad. Es decir, tampoco se está proponiendo la expropiación
de los medios de producción, sino que es un programa redistributivo
clásico. No es suficiente contemplar con simpatía el movimiento, no es suficiente haber actuado con racionalidad e inteligencia ante las demandas de la derecha ultramontana para arrasar los campamentos. No es suficiente porque la crisis sobre la credibilidad de la política y de los partidos y sus representantes es un auténtico socavón, la encuesta de Metroscopia del 5 de junio señalaba que el 90% de la población (la cifra más alta desde el rechazo a la guerra de Irak) demandaba cambios en los partidos. Por eso el movimiento debe partir de los partidos de la izquierda en primer lugar (IU no escapa a este cuestionamiento y mucho menos después del comportamiento “pinzero” post 22 de mayo) y además se debe ser consciente que el escepticismo es muy grande. También los grandes sindicatos deben andar el camino del acercamiento, y aunque muchas veces son víctimas de un tratamiento injusto (ver las declaraciones de apoyo al 15-M de CCOO y UGT) es evidente el alejamiento de nuevas generaciones de trabajadores que no logran incorporar al activismo sindical. El freno al ascenso impetuoso de la derecha sólo puede empezar a producirse con un giro político en sintonía con las grandes demandas del 15-M coincidente con lo que reclama la base social de la izquierda que ha poblado de castigo las mesas electorales. Todo el resto serán fuegos de artificios con los que aplazar el dolor de una derrota que pagaran en primer lugar los ciudadanos. Solo un giro político (en su sentido más profundo) podrá hacer realidad el sueño de que no se instaure un régimen absoluto dominado por la derecha. |