Trasversales
Juan Manuel Vera

15-M contra la oligarquía

Revista Trasversales número 22, junio 2011

Textos del autor en Trasversales



La mezcla de radicalidad y pragmatismo es consustancial al movimiento del 15-M. Tiene unos rasgos tan originales y creativos que han desconcertado a toda la izquierda tradicional. A unos, por su vocación pragmática de impulsar una reforma política real. A otros, por el cuestionamiento radical de aspectos esenciales del actual orden de cosas y el rechazo visceral de la oligarquía que lo gestiona.

La emergencia del movimiento introduce incertidumbre en un modelo político bipartidista con síntomas de agotamiento y que, con sus reglas electorales, dificulta la aparición de nuevos partidos con presencia nacional y favorece la permanencia de una capa consolidada de profesionales de la política muy respetuosos y conniventes con quienes tienen el poder económico y social.  Dada la congelación de IU, de la cual a pesar de su suave aumento electoral, no hay indicios de que pueda salir, la aparición de nuevos actores estatales a derecha y  a izquierda forma parte de un cambio en marcha después del 22 de mayo. Es el caso de los significativos resultados en Madrid de UPD, como expresión de una nueva derecha españolista. Por otra parte, el anuncio de la presencia de Equo en las próximas elecciones generales, como representación de la izquierda verde, puede ser un factor que revolucione al electorado progresista crítico con el PSOE.

La reforma del sistema electoral es, en estos momentos, un mínimo común denominador de mucha gente que se siente parte del 15-M. En realidad, las listas abiertas o la mayor proporcionalidad son aspectos imprescindibles de una reforma del sistema de representación, aunque carentes, probablemente, de la capacidad de regeneración que se les atribuye. Otros aspectos que parecen generar mucho consenso son la exigencia de una regulación exigente de las responsabilidades penales de los responsables políticos, la democratización de la justicia o la pretensión de hacer más real la separación de poderes del Estado.

Hoy por hoy, el poder organizado va a hacer oídos sordos a las demandas del 15-M. En ese sentido, existe una consistente lógica de radicalización democrática de las exigencias del movimiento. Late en él una problemática constituyente. Un mensaje de fondo es que la legitimidad de la Constitución de 1978 no es vitalicia, que cada vez hay más gente que no la votaron y que habría llegado el momento de replantear aspectos centrales del sistema nacido en la transición. Del mismo modo, hasta ahora no aparece la reivindicación republicana como un aspecto relevante.

El 15-M enfoca hacia la participación popular en las decisiones que afectan más directamente a la gente. El movimiento adopta métodos organizativos de democracia directa. No sería de extrañar que comience a plantear la reivindicación de la consulta directa a la población de los asuntos de especial trascendencia.

Sin embargo, siendo todo eso cierto, me parece que la consecuencia más trascendental  del movimiento consiste en situar los problemas del actual régimen político-electoral, y de la casta que lo gestiona, como objetivo central de su movilización. Así, el 15-M expresa un contenido subjetivo realmente revolucionario. Se trata de un movimiento espontáneo-organizado de gente que rechaza abiertamente a la oligarquía política y económica que toma la decisiones en el país.
 

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