Trasversales
Beatriz Gimeno

Aborto libre siempre

Revista Trasversales número 23, septiembre 2011

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No me ha terminado de gustar el post de Ignacio Escolar sobre el aborto. Suelo estar de acuerdo con él casi siempre y en todo caso le agradezco la intención al escribirlo, ya que parece manifestarse a favor del mismo, pero me parece que en este asunto (también en este asunto y como consecuencia de la brutal influencia del Tea Party antifeminista) hemos perdido mucho terreno las mujeres. Yo sigo siendo de las de “aborto libre y gratuito”. ¿Alguien recuerda que hubo un tiempo en que pedíamos eso? Al derecho al aborto le ha pasado lo que a la socialdemocracia, que se ha templado tanto que es irreconocible.

Me disgusta que los hombres que parecen estar a favor del aborto (a los otros naturalmente no los tengo en cuenta) hagan demasiadas precisiones/restricciones. El aborto trata sobre el cuerpo de las mujeres, sobre el derecho de las mujeres a ser completamente dueñas de su cuerpo, de su destino, o serlo un poco menos. La idea de que un hombre opine  (o el poder de los hombres decida) que límites poner a nuestro derecho a nuestro  propio cuerpo, me resulta insoportable. Por eso el derecho al aborto es la piedra de toque de los derechos de las mujeres, cuánto más amplio más iguales, cuánto más restrictivo menos. Eso es casi un axioma. Lo que los hombres que están a favor del aborto deberían decir es, simplemente, que están a favor de que las mujeres tengamos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. La semana 12 o la 27. No debería haber otra decisión que la nuestra.

Por supuesto que se puede usar como argumento del debate los peligrosos abortos en infectas clínicas clandestinas, los abortos ilegales que matan, las situaciones terribles de injusticia y desamparo de tantas y tantas mujeres en el mundo. Se puede argumentar con ello porque son situaciones reales, pero no estaría de más que en según que países, las mujeres nos centráramos en que el aborto es un derecho porque es nuestro cuerpo y no el suyo; no el de los hombres, ni el de la iglesia, ni el de la ley.

Defiendo la actual ley del aborto simplemente porque cualquier cosa que el PP haga con ella será para empeorarla y para dificultar el aborto; pero no es la mejor ley a la que las mujeres podríamos aspirar. Lo mejor de esta ley, y no es poca cosa, es que reconoce un plazo en el que el aborto depende sólo de la libre decisión de la mujer, lo que es muy importante. Pero la ley no reconoce que siempre y en todo caso la vida de la mujer estará por delante de la vida del feto, aunque ésté a punto de nacer. Ningún feto por nacer puede ser más valioso que la vida de la mujer que lo gesta. En ningún caso y que esta ley no reconociera eso me parece denunciable y algo a corregir. Además, esas 14 semanas de libre decisión son un plazo breve, en absoluto equiparable al plazo que tienen las mujeres en los países más avanzados en derechos de las mujeres, donde el plazo llega a ser, en el caso del Reino Unido exactamente el doble. No encuentro absolutamente ninguna razón para no poder abortar libremente en la semana 24 como pueden hacen las mujeres británicas. ¿Es el Reino Unido el colmo del horror por esta razón? ¿Hay que expulsar al Reino Unido de la ONU? ¿Y suecia? ¿Y EE.UU donde hay amplio margen para abortar en el segundo trimestre?

Casi ninguna mujer aborta “casi al borde del parto”, como dice Escolar, con lo que parece dejar caer que con la anterior ley eso antes sucedía constantemente. Es decir, nos ponen una ley poco restrictiva y nos lanzamos a abortar niños a punto de nacer. En su momento ya se demostró que esa situación apenas se daba y que los poquísimos casos que había se debían a circunstancias en las que Escolar nunca se va a encontrar;  situaciones gravísimas en las que peligraba la vida de la madre, el feto era inviable o iba a nacer con anomalías terribles.

Decir  que España se había convertido en un destino turístico para abortar  supone ignorar que cuando una va a abortar fuera de su país, gastándose un dinero que a lo mejor no tiene, posiblemente sola, no hablando quizá el idioma, con miedo al aborto en sí, sin saber lo que le espera;  cuando eso sucede una no va a hacer turismo. Las ricas, las ricas de verdad, nunca tienen que salir de sus países para abortar y si lo hacen no vienen a España. Las ricas nunca tienen, ni han tenido, ni tendrán, problemas para abortar, así que las mujeres que vinieran a España a abortar lo hacían buscando ser dueñas de su destino, de sus vidas y de sus cuerpos de una manera que se les negaba en sus propios países. España, en ese caso, no era un destino turístico del aborto, sino quizá un lugar donde las mujeres podían hacerse dueñas de sí mismas.

Escolar  usa la palabra “coladero” para definir la anterior ley. No debería hacerlo. Así la denominaba el PP y la derecha. “Coladero” es una palabra despectiva que indica que las mujeres “aprovechábamos” no sé qué trampas o agujeros de la ley para colarnos en una situación de ilegalidad. No existen los coladeros en cuanto al aborto. Una mujer que tiene que “colarse” por un agujero legal para ejercer el derecho a ser dueña de sí, es una ley que no cubre sus necesidades y su derecho de decidir por sí misma sobre su vida y su cuerpo.

Si las mujeres fuéramos iguales a los hombres de verdad, si tuviéramos el mismo poder político, económico y social, el aborto sería un derecho incontestado y no habría ni coladeros ni hombres opinando sobre las restricciones que nos merecemos. Ya sé que no está de moda, pero en el Día Internacional por el derecho al aborto yo sigo diciendo aquello de “aborto libre y gratuito ya”.

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